Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

66659. MAL LADRÓN, GRAN CABRÓN, de Ignacio Feito

A saber qué lío se traen las plañideras con el niñato imberbe, que si esta es tu madre, que si este es tu hijo, si lo sabrá él.
…uff, lo peor es lo del cuello.
…el tolosabe me llama ladrón, pero él es un fiasco, mírenlo ahora.
…jamás bebí sangre de niños.
…el soldadito ha ganado la túnica, tres seises en los teserae.
…debe de ser la hora sexta, veo perfectamente mi sombra, han debido de ponerme algo en la cabeza, como una cornamenta, beee.
…vaya tormenta que ha caído.
Cuando todos se han ido, vienen unos muchachos invertidos y me bajan. Dicen que me darán instrucciones. ADios. Recojo los dados medio derretidos por el sol, se me quedan grabados en la mano. Qué cruz.

JUN62. EL NIDITO, de Susana Revuelta

El «estudio diáfano, céntrico» del anuncio resultó ser una antigua carbonera rehabilitada con una ventanita encima del fregadero; eso sí, orientada al sur. Para dividir espacios hice instalar un tabique hasta el techo, con espejos por ambos lados. Daba tal sensación de amplitud que decidí colgar otro detrás del cabecero. El viernes, para la inauguración, descorché unas botellas de sidra con los amigos. Cuando ya nos despedíamos, Diego insistió en que no podía conducir, que veía doble, y se quedó en casa. En mi cama. No me dejó dormir en todo el fin de semana. Insaciable, practicaba todo tipo de posturas, excitado con nuestras imágenes reflejadas. El lunes ni nos levantamos; el martes se acabaron las provisiones de la nevera; así que el miércoles, en el despacho…

—Oye, Clarita, reina —me despertó mi socia. Tenía la cabeza apoyada en el teclado y percibí cierto tono de reproche en su voz—. Ya te vale, ¿eh? Este expediente era para ayer. Venga, mueve… ¿Llevas betún o son ojeras? —Ahora la noté envidiosa. 
Esa tarde le comuniqué a Diego que lo nuestro no podía ser. Por supuesto, los espejos se quedaron donde estaban, con el dineral que me habían costado…

estelasdetinta.blogspot.com

JUN61. LA VERDAD INVERTIDA, de Esther Gómez

Allí estaba yo, vacía de mi misma, mirándome en el espejo, escudriñado cada palmo de mi fisonomía. No quería quedarme en lo superficial, necesitaba traspasarme ver si desde mi interior existía alguna posibilidad de volver a inventarme. Estaba perdida en esa profundidad, sintiendo la levedad de mi ser. 

Noté que me faltaba el aire, me estaba ahogando. Poco a poco mi imagen se fue desvaneciendo para instantes después componerse como en un calidoscopio. Giraron diferentes momentos, pude ver la dulzura de mi infancia, la rebeldía de mi adolescencia, la ilusión de mi juventud, la responsabilidad de mi madurez…Me había convertido por un momento en testigo de mi vida. Era mi verdad la que estaba reflejada, aunque invertida, no dejaba de ser mi verdad.
 Al cerrar y volver abrir los ojos, nada había cambiado, mi tristeza sin fondo permanecía allí, delante de mí. Cerré mi puño con crispación y golpeé en el centro del espejo con toda mi rabia. Se partió en mil pedazos. Cogí uno de esos trozos y corté mis venas. 
Desde el otro lado, en todas aquellas lágrimas de cristal, corría la sangre.

66658. LA RENDICIÓN, de Miguelángel Flores

Al verla lo vi claro, era el diablo. Labios rojos, vestido marcando sus lunares y un perfume que enseguida te enmorcillonaba. Me acerqué y le dije, mire usted, quisiera venderle mi alma. No, no estoy loco, pero no tengo novia, ni creo que ya la tenga. Así que, lo mejor es que usted me lleve, y que haga conmigo lo que quiera. No quiero morir sin más. Sí, esto que ve es lo que parece. Es cosa de su colonia. Por lo visto es muy buena. Ahí sonrió. Cogiéndome de la pechera, me sacó por la puerta de atrás. Entonces, descubrí su rabo. Me lo arrancó todo. Todo. Feliz, quise darle las gracias. Pero no pude; por donde me vació de alma, me había sorbido también la voz.

JUN60. CAMINARÉ SOBRE LAS NUBES, de Pedro del Río

Nunca alcancé el lago en mitad del desierto. Cuanto más caminaba aquella senda polvorienta y más quemaba el sol, más se alejaban aquellas acacias reflejadas en la orilla, espejo vibrante en el horizonte. Inalcanzable horizonte. Añoré las nubes, añoré la lluvia y el barro. Soñé soltar los plomos que atenazaban mis tobillos y poder volar, ligero, volar hasta el mar. Caminar más allá de la realidad.

Hoy se ha ido el sol. Se ha ido el azul. Algodones grises parecen cubrirlo todo. No hay reflejo, no hay luz, no hay camino. Añoro la lluvia, el agua cubriendo el sendero, un brillo… No sé volar, no sé nadar, pero si ponen un espejo en el suelo… yo bajaré hasta el cielo y caminaré sobre las nubes.

UN ENCUENTRO INTENSO Y FUGAZ

JAMS, Sotirios Moutsanas, Jesús Redondo Lavín, Susana Revuelta, Saly, Nuria Casado y Javier Ximens

Sólo pudimos estar un momento, lo justo para ver recoger a Susana Revuelta su premio como Segunda Clasificada en el V CONCURSO DE ESCRITURA «MICRORRELATOS CASEROS» convocado por la Red de Bibliotecas Públicas del Ayuntamiento de Madrid, y hacernos esta foto para la gente de ENTC.
También escuchamos nombrar entre los finalistas a una veintena de autores entre los que se encontraban Mel Elejoste, Rubén Rojas y Jerónimo Hernández que no pudieron asistir.
Enhorabuena a tod@s

JUN59. CARA A CARA, de Miguel Pereira

No hace mucho tiempo La Verdad y la Mentira discutían airadamente sobre las deidades de su carácter. La primera con un discurso coherente, lustroso y bien vertebrado se apoyaba en la honestidad como sublime muestra de bondad; mientras que la Mentira, frente a la anterior, recurría a las clásicas tretas, que la habían encumbrado entre los más hábiles trileros de la oratoria, para conseguir llevarse el gato al agua. 

Poco a poco, por la vehemencia de las contrincantes y lo arraigado de su pensamiento, el enfrentamiento fue adquiriendo tintes violentos. La Verdad, cauta y un poco asustadiza, decidió dar por concluido el soliloquio a dos voces, dejando aturdido al espejo que, como único testigo del lance, me contó (con las mismas palabras que acabo de utilizar) esta anécdota.

JUN58. ¿QUIERES JUGAR CONMIGO?, de Begoña Heredia

-Tienes que hacer tu maleta, mañana nos vamos de vacaciones

-¿Y el espejo? ¿Me le puedo llevar? 
– Claro que puedes. 
-Elena, esta manía del niño con ese espejo no es sana. ¿Por qué no se lleva los patines? 
-Al niño le gusta jugar con el espejo. 
-¿Pero sería más natural, que le gustara salir a pasear en bicicleta con el primo? 
-El primo es muy diferente a él, no se parecen en nada. 
-Pero Elena, no es normal que hable con el espejo. 
-Él no habla con el espejo. 
– Por esta vez voy a dejar que lleve el espejo, pero en cuanto regresemos, irá directamente al trastero. 
-¿Vas a abandonarle en un cuarto oscuro? ¿Vas a volver a hacerlo? 
-¿Abandonarle? me refiero al espejo. Elena no empieces, no tuvimos la culpa. 
-Yo no soy culpable, fuiste tú quien lo castigo. 
-Fue un accidente Elena. 
– Le encerraste en el garaje. 
– Le dije que se fuera a pensar lo que había hecho, no sabía que el freno no estaba puesto, te lo he explicado mil veces. Fue un accidente. 
-Deja que juegue con el espejo, su reflejo es lo único que le queda de su hermano gemelo.

JUN57. EL ESPEJO DE LOS RELATOS, de Juan de Bering

Pedían un relato con tema espejo, estupendo Me dirigí al baño y me puse delante del pequeño óvalo de la pared, en busca de inspiración. Sonreí, me sonrió. 

Veamos, comencé: un espejo mágico… no no chaval, me dijo el espejo, no vayas por ahí que ese camino ya lo anduvo una madrastra. Cierto, concedí; pues podría ser que el protagonista no envejeciera pero su reflejo sí… ¿como el retrato de aquél?, me interrumpió socarrón. Ah, claro; pues quizá entonces el relato de alguien que se enamora de sí mismo al verse; igualito igualito que un tal Narciso, rió el espejo, mal vamos. Hummm, dije algo amoscado ya, pues uno en el que se ve el futuro y a veces el pasado y… jaja, como el de Galadriel, ¿verdad?. Maldición. 
¿Qué?, preguntó burlón el espejo, ¿te rindes o se te ocurre por fin algo original? 
No es muy original, le dije mientras me envolvía el puño con la toalla, pero por lo menos tengo el título: ¡siete años de mala suerte! Inútil, plagiario, siguió gritando desde los mil trocitos esparcidos por el suelo. Ahora tendré que barrerlo, pero podré escribir tranquilo el relato de una niña que pasa a través del espejo.

66657. BESTIA DEPREDADORA, de Eva García

Adivinaba sus venas azules, aunque lo que realmente codiciaba era el líquido escarlata que contenían: bañarse en él era su deseo más ardiente. Olfateó su aroma a inocencia, percibió el latido tierno de su vida, sintió el calor de su
ingenuidad…
Reprimiendo a duras penas el frenesí, sonrió galante, prendió una roja rosa en su pelo de fuego, charló de trivialidades, soportó una ópera infame, brindó con champán en la cena, le prestó su capa al salir del restaurante y ocultando el cuchillo en la
manga, insistió en acompañarla a su casa dando un romántico paseo.
En su mente había trazado la ruta para poder pasar por su callejón favorito, el que  jamás tenía luz.

JUN56. VAMOS AL GRANO, de Cándido Macarro Rodríguez

Abres los ojos exaltado al escuchar a Carlos Herrera diciendo gilipolleces a voz en grito desde tu radio despertador. 

Te duele la frente. 
Te levantas con una dolorosa sospecha que te desasosiega. Enciendes la luz del baño y acercas la cara al espejo. No ves nada porque las legañas, grandes como lentejas, te lo impiden. Te frotas los ojos y entonces… 
Traicionero, sibilino, alevoso y nocturno, en una esquina de la frente que el cabello no cubre, lo ves, gordo como un garbanzo en remojo, blanquecino como leche condensada. 
Un brillo de masoquismo y resolución fulgura en tus ojos. Alzas las manos sigilosas a los lados de la cabeza, estiras ambos índices. El susodicho permanece indiferente, despistado, ajeno a su inevitable final. Sientes el calor que desprende al rozarlo con las yemas de tus dedos. Gritas en silencio soportando el padecimiento que te provoca el simple roce. Certero, lo aprisionas entre los dedos. 
No tiene escapatoria a tu presión. 
¡Cómo duele el puñetero golondrino! 
Agónico asoma su cabecita tensa implorando clemencia pero continúas inmisericorde. De repente, toda la tirantez y el dolor desaparecen porque el forúnculo vuela liberado hasta estrellarse contra el espejo dejando un pastoso reguero blanco en él.

JUN55. ESQUIZOFRENIA, de Esther Cuesta de la Cal

Fui un hombre feliz. Cada día al levantarme, el espejo me devolvía una imagen distinta. Un vendedor de seguros, bien afeitado y con traje, o un payaso que realizaba piruetas imposibles. Un día me reflejé como un gran profesor, y hasta obispo fui una vez. Pero llegó la mañana en que encontré a un hombre con las manos y la ropa manchadas de sangre, de mucha, mucha sangre. 

Hoy me siento atrapado. En la habitación blanca donde me tienen encerrado, no hay ningún espejo.

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