Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

MAY69. REDENCION, de José Manuel Molina Monclova

Me siento traicionada, mi propio esposo me había ninguneado y ahora era el hazmerreír de toda la corte. Ahora entiendo los cuchicheos y risitas en mi presencia, esas miradas burlonas, que el excusaba, no solo ha profanado nuestro matrimonio con cualquier doncella que se le pusiera a tiro, sino que además había usado mi nombre para lucrarse y facilitarle el mantenimiento de su harén personal.
Pero esto se acaba aquí, le dije a mi joven acompañante, mientras sus dos bajaban por mi espalda y se detenían en mis nalgas.
– Mañana mando que le corten la cabeza.
– Si mi princesa, pero esta noche es nuestra.

LA TRISTEZA DE… LAS PRINCESAS

Nuestro amigo Dylan Martínez nos propone, 
de forma tremendamente oportuna, 
que dejemos hablar a estas «Princesas» para entender cuál puede ser la razón de su tristeza…

Preciosa peli de Fernando León de Aranoa… gracias Dylan

MAY67. CUIDADO QUE VIENE EL PADRE, de Sotirios Moutsanas

Sara estaba en su casa. Tenía el corazón en vilo, esperando a su padre transida, y despavorida. Su padre era un desaprensivo, un tirano, un hombre cruel por donde los haya; cuando volviera con el análisis de que estaba embarazada, la degradaría, insultaría y, lo más probable, acabaría con su vida. Repentinamente se escuchó el chirrido del ascensor, sus ojos destellaron de miedo, sus cabellos, negros, rizados, espesos como una jungla tropical, se erizaron. Su cuerpo se estremeció, sus pupilas se dilataron como el búho en la oscuridad, su cara se puso lívida, una ansiedad aguda, se apoderó de todo su ser. ¡Dios me salve! ¡Este es mi fin! Su padre con paso tranco abrió la puerta. Sus ojos llameantes, infernales: parecía el príncipe del inframundo; tenía las cejas arqueadas. Pausadamente se acercó hacia ella. Cuando sus ojos se miraron con detenimiento, Sara vio la muerte en persona con su capucha negra y su guadaña, pidiendo su alma. Le flaquearon las rodillas, las lágrimas empezaron a verterse por sus mejillas.
Inesperadamente él la abrazó efusivamente diciendo con voz meliflua:
— ¿Qué le pasa a mi princesita?
Después le susurró mientras unas lágrimas brotaron de sus ojos:
—¡Gracias, cariño, por hacerme abuelo!

http://en.wikipedia.org/wiki/Sotirios_Moutsanas

MAY66. CONDENA DE AMOR, de Rafael Aracil Alemañ

La princesa de mis ojos yace postrada sobre la urna de cristal que su padre el Rey Jorge, apodado, el melancólico, mando construir para alojar el cuerpo inerte de la joven, aquejada de una extraña dolencia que la apartó de la vida en palacio. Arropada entre suaves paños de delicada seda transcurren las horas, los días… las siembras. La belleza de su rostro no la empaña tan siquiera ni ese yerto gesto, ni ese rictus espectral que la envuelve en un halo de desconcertante quietud solo alterada por el leve e imperceptible resuello que marca su acompasada y débil respiración. Cierro mis ojos y sueño que corro a su lado por los jardines de palacio, sonriendo en cada rincón de mi desolado ser y que acaricia mi rostro con el tenue aleteo de sus ahora cerradas pestañas. La miro fijamente desde hace varias décadas y vivo obsesionado con ver el mínimo signo de vejez en su imperturbable cara. Ansío, con toda mi alma, que su dolor me pueda, que su verdad amarga endulce mi última hora para rondarla eternamente en el reino de la esperanza.

MAY65. DE VUELTA A CASA, de Jesús Urbano Sojo

Tras siete años secuestrada por el malvado Gobernador de los Reinos Oscuros, finalmente la princesa es rescatada por el Caballero Blanco, que ha matado a tal cruel ser, ha cogido rápidamente a la princesa, la ha montado en su caballo y la lleva de vuelta a su palacio, mientras el resto de guerreros arrasan lo que queda de Sombrasiempre.
El Reino de Floraeterna le aclama a su llegada. Se celebra una fiesta en su honor. Sin embargo, ella no parece estar bien.
-¿Qué le pasa a la princesa?- Preguntan constantemente sus súbditos.
La contestación más generalizada es que está cansada, agotada, tras siete años bajo la sumisión de un tirano.
Echada, en la que antes era su cama, la princesa llora y recuerda vagamente, como si de un sueño se tratara, aquel día, siete años atrás, en el que propuso a su amado Gobernador fingir su secuestro, para poder estar juntos.

MAY64. LA ENFERMEDAD DE EMMA, de Eduardo Iáñez

El cónsul pide otra botella de champán. La recepción sería infinitamente aburrida si no fuese por la dama sentada frente a él, cuyos palpitantes labios encarnados dan cumplida cuenta de la copa que vuelve a llenarle. Inclinándose hacia ella desde la silla dorada e incómoda a que los han condenado, ese hombre de maneras mundanas recién llegado a París le aclara que es cónsul solo honorariamente. Cuando la mujer descubre que es el poeta de la nueva América, intenta sobreponerse a los vapores espirituosos que velan sus ojos glaucos y se lanza vanamente en pos de la libélula irisada e inconstante de sus sentimientos, que se cree obligada a compartir con su interlocutor. Pero a este no le interesa su historia; le parece prosaica, adocenada y tremendamente vulgar la enumeración de sus congojas matrimoniales, la exposición de sus cercenaduras morales, la plana metáfora de una mansión devenida jaula de oro. Es sencillamente una cuestión de forma. Y mientras en el regio salón algún invitado toca la Sonatina en sol mayor de Beethoven, el ritmo profano de los alejandrinos que envolverán esa historia ronda ya la cabeza del maestro, en la absoluta certeza de que el Arte supera a la Naturaleza.

MAY63. MI PRÍNCIPE AZUL, de Dylan Martínez

Te trajo el otoño, quizá arrastrado por el viento como un vendaval de hojas secas, con la misma fuerza me envolviste en tu locura de niño grande, hermoso, tierno y fuerte.
Acaso llegaras en el momento oportuno, porque me dejé llevar sin oponer resistencia.
Me acunó tu ternura, tus tibias manos, marcadas por los surcos de una vida llena de pasiones y vicios ocultos; debí darme cuenta por tus pies desnudos que nunca habías dejado de ser un viajero.
En la soledad de esta noche de nívea luna, con mis manos aferradas a unas medias de seda negra y tu esencia aún caliente deslizándose entre mis muslos, contemplo tu bello rostro azulado y pienso, que quizás deberías haberme preguntado qué me pasaba tan sólo una vez y este, nuestro cuento, habría tenido un final bien distinto.

MAY62. ¡CUIDADITO CON LOS DESEOS!, de Marga González Acinas

Siempre quise ser una princesa.
Mi padre decía: “eres la princesa de mi corazón” pero yo quería ser una princesa de verdad.
Tanto lo deseé que debí ablandar el corazón de algún duende juguetón y un buen día me desperté en una cama enorme. A partir de ahí todo fue enorme y yo empecé a sentirme insignificante.
Me esforcé de verdad tomé clases de protocolo, de idiomas, de dicción y de mil cosas pero no logré adaptarme.
Cuando llegaba a la sala del trono vestida con mis mejores galas, veía fruncir el ceño a la reina, mi madre, desconcertada por mi elección. Si me esforzaba en ser “maravillosa” en una recepción, el rey, me miraba fastidiado.
Un buen día me harté y confesé la verdad: que soy una impostora, que jamás tuve sangre real y que lo único que quiero volver a mi pueblo a abrazar a mi padre y volver a jugar con mis amigas, que echó de menos las albóndigas, el autobús del cole y la piscina municipal.
El rey me miró airado y llamó a mi tutor para darle instrucciones, desde entonces siempre tengo ganas de llorar y sólo sueño con volver a ser la que era.

MAY61. LA PRINCESA EN SU TRISTEZA, de Conrado Santurino

¿Por qué está triste la princesa? Pues porque tiene que estarlo, porque no tiene otra alternativa. Nació con la cualidad de caer bien a los demás aunque esa conformidad no era correspondida por ella y en su fuero interno odiaba profundamente a todo ser humano que tuviera a su alrededor y hacía todo lo posible por amargar, por aburrir, por desesperar. Por eso estaba triste, no era correspondida en su odio.

MAY60. PLURIEMPLEADO, de Javier Sánchez Campos

Entre la cirrosis/y la sobredosis/andas siempre, muñeca

Sonó el móvil. ¿Sí? Contestó. Vale, no tardo, estoy en un atasco, joder, no puedo saltar por encima de los coches. Colgó.

Ahora es demasiado tarde, princesa/ búscate otro perro que te ladre, princesa

Otra vez el impersonal sonido del aparato. Joder, dijo, qué hago, hostias, pues que buceen si se ahogan. No te hablo mal, te hablo como sé. Hay un atasco y no puedo hacer más. Diles que cierren la llave de paso. De nuevo, colgó.

Tú que sembraste en todas/las islas de la moda/las flores de tu gracia

El teléfono parecía dispuesto a arruinarle el día. ¡Si me vuelves a llamar no voy! ¡Que cierren la llave de paso, no me has oído, QUE-CIERREN-LA-PUTA-LLAVE y recojan el agua que con un mocho! ¡YO NO ESTOY GRITANDO! ¡A mí qué coño me importa que seas mi jefe! ¡Vete a la mierda, Luigi, tú y la crisis! sentenció, y tiró el móvil al asiento del copiloto.

Sigue con tus movidas/pero no pidas/que me pase la vida/pagándote fianzas

Rabioso, se arrepintió del día que firmaron la hipoteca del castillo.

MAY59. MUCHA PRINCESA PARA TAN POCO PRÍNCIPE, de Alfonso Carabias Antúnez

– Alteza – dijo el doctor con reverencia – ¿en qué puedo servirle?
– La princesa Doctor; no puedo con ella.
– ¿La princesa? – Preguntó intrigado – ¿Qué ocurre con ella?
– Pues que no la entiendo Doctor; hay días que duerme sin parar y no consigo despertarla, cuando por fin lo hace me dice que no cuido mi imagen y soy poco menos que una bestia comparado con ella; y eso que a ella el mes pasado le dio por dejarse melena y el cabello le caía por las almenas.
– No sé doctor, está muy rara, se la ve con gente extraña, algunos súbditos me han dicho que la han visto hasta con siete a la vez, y la última vez que apareció en el reino venía con unas desconocidas que decían ser hermanastras suyas. Por no hablar de lo que debe estar fumando, ya que también me ha dicho en ocasiones que monte con ella en su alfombra para dar un paseo por las estrellas.
– Debo comunicarle alteza que el problema no es de la princesa – dijo el doctor. Su Majestad presenta el mal del príncipe inquieto.
– ¿Cómo?, explícate
– Verá alteza –replicó el doctor – usted deje que le cuente y luego elija cuento.

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