Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

66646. EL ELEFANTE, de Beto Montes

Al domador no le remuerde la conciencia y empieza la tarea. El nuevo ejemplar es joven y saludable, perfecto para aprendizaje, clava la estaca y comprueba que ha quedado fuertemente empotrada. Ata su pata y observa al animal, deberá estar así por un buen tiempo. Con choques eléctricos le obligará a guardar en su memoria todos los movimientos que, a fuerza de dolor, le enseñará. Algún día se convertirá en una enorme bestia que ataviada con su arnés rojo impresionará a todos el que lo vea. Él, orgulloso mostrará su obra para recibir los aplausos de los padres y sus hijos que en el circo, tranquilamente, observan la función mientras comen sus palomitas de maíz.

66645. FE CIEGA, de Javier Palanca

Allí, donde todo es tan lejano que la huida se antoja imposible, el anochecer se plaga de chirridos de puertas que se atrancan.
Las calles velan vacías mientras en el interior de los hogares se sienten a salvo.
La ofrenda diaria ya esta en la plaza.
Al amanecer, los acólitos limpian la sangre del animal y revisan la cuerda.
El tiempo transcurre tranquilo hasta la ofrenda del sexenio, cuando el sacerdote echa las rulas para escoger un niño menor de seis años.
Un dolor profundo se entrelaza con un triste alivio: Okeand les dará seis buenas cosechas.
No hay tiempo para preguntarse de donde vienen esos acólitos tan bien nutridos, hay que trabajar mientras haya luz.

LA BESTIA CADA VEZ MÁS CERCA

Puede ser la euforia por el regreso de Epífisis… o la ansiedad de la bestia por llegar cuanto antes, pero ayer batimos nuestro récord de páginas visitadas en un día, llegamos a las 2950… 

66644. DÉSESPOIR, de Jesus Alfonso Redondo Lavín

Abrí la puerta; al cerrarla reparé en la rojiza yema de un huevo, resbalando pringosa por la jamba. Noté un tenso silencio solo roto por el raspar de los trozos de unos platos rotos sobre el suelo de la cocina al ser escobados al recogedor.
A mi padre, le habían negado el ascenso. El pasado político de la familia, pesó en el juicio del vesánico tribunal. Y salió la bestia de sus entrañas, aquella misma que tubo que contener cuando con 18 años cruzaba Irún con sus tres hermanos y recibió los golpes de la hebilla de las correas.
─Ahora vas a recibir aquello de lo que te libraste por irte de España en plena guerra.
Tardó mucho tiempo en llegar a mi casa la paz.

66643. EXTRAÑA PRESENCIA, de Gloria Arcos

Andaba ordenando juguetes viejos y muebles desvencijados, cuando creyó oír un ruido procedente de la otra parte del desván. Creyendo que se trataría de algún pequeño roedor, o del gato del vecino, decidió olvidarse y acometer de nuevo su tarea.
Pretendía entregar a una ONG los trastos viejos para que le dieran alguna utilidad, al tiempo que convertía ese espacio en su estudio. Pero al darse la vuelta se encontró de frente con un ser monstruoso, con una mirada sedienta de sangre.
Apenas sin darse cuenta, su mirada, antes vivaz, fue volviéndose vidriosa, entre los brazos de la bestia, mientras esa mujer abandonaba su vida, infeliz.

JUN29. INTERIOR, de Miguel Ángel Cejudo López

No acostumbro a mirarme en el espejo y cuando lo hago es para apreciar mis defectos, que alguno tengo, e intentar pulirlos. Es un acto de introspección y también de representación; es bueno mirarse para adentro, hacia lo que no se ve, porque luego acaba por reflejarse. No acostumbro a mirarme en el espejo, y aunque sea invidente, debería hacerlo más a menudo.

66642. AUDIENCIA BESTIAL, de Tíndaro del Val

Apagado el día, cuando el cielo cambia del rojo sangrante al negro impenetrable, nadie se atreve a internarse en la selva. No se menciona su nombre, pero todos saben que Ella está fuera acechando. Por la noche se escuchan sus estridentes gritos, sus inquietantes lamentos. Y todo en riguroso directo. Cuando alguien pregunta por los ruidos se hace un incómodo silencio. Al día siguiente suelen aparecer entre el follaje guiones mordisqueados, incluso algún cadáver desfigurado, la mayoría de productores de televisión. A pesar de todos los intentos, nadie ha logrado atraparla. Y es que desde que fue injustamente expulsada de su programa, es imposible vivir en paz.

666341. POR SIEMPRE JAMÁS, de Jerónimo Hernández de Castro

Aún no ha sucedido, pero el trágico final está ya muy próximo. El joven toma el hacha y se acerca a la cama de su hermano. Una oscura fuerza lo guía desde su interior hasta su víctima, que ignora cómo la horrible muerte se aproxima con lentitud. El filo cortante se alza sobre la almohada y de pronto el inocente despierta y mira con una sonrisa los ojos de su asesino. Se escucha un grito horrible y un vómito de sangre empapa a los muchachos que se abrazan risueños, mientras un ser extraño se aleja entre aullidos, rayando el suelo con sus colmillos y sus garras, sucio de espumarajos y eternamente desgraciado porque su derrota siempre se repite, una y otra vez.

JUN27. CRISIS DE LOS OCHENTA, de Mayte González-Mozos

Nada más levantarse le ve. Mira al cristal de la ventana y ahí está. Cierto que es su única compañía. Pero también un acecho continúo. Qué este acoso siga el resto de la vida es lo inaguantable. Emprendió un viaje en barco, para huir de él, sin resultado; lo vio flotando, saludándole con su misma sonrisa, con la huella del tiempo en el acartonado rostro. De no ser por el temor a la guasa de sus conocidos, le hubiera puesto una denuncia por persecución nada más llegar a tierra. Un domingo por la tarde, ya hastiado por el acorralamiento, se fue a la feria de las afueras de la ciudad. Y allí también lo encontró, multiplicada su imagen en el pilar poligonal del tío-vivo. Viejo, descaradamente mirándole, con la corbata de flores que le regaló su ex para buscar trabajo. Entonces fue cuando se dio cuenta que él llevaba la misma.

JUN26. EL ESPEJO MÁGICO, de Sara Lew

Tras comprobar que no hay nadie a la vista, Matías se cuela sigiloso en la habitación de sus padres y se para frente al enorme espejo que hay detrás de la puerta del armario. “¡Soy el rey de los piratas!” exclama. “¡Soy el rey de los piratas!” sentencia una voz carrasposa, y en su reflejo aparece un hombretón tuerto con casaca de terciopelo negro, camisa entreabierta y un ancho fajín para las dagas. “¡Soy el terror de los mares!” pregona el niño. “¡Soy el terror de los mares!” oye decir a ese que, con gesto hosco y aguerridas maneras, blande desde el espejo la espada. “¡Soy el más alto y fornido!” declara el pequeño Matías, y frente a él asoma un pirata robusto y musculoso. “¡Soy el más alto y fornido!” repite el periquito que viene a posarse en su hombro para verse, majestuoso y gigante, como un guacamayo rojo.

66640. HULKA, de Sergio Cambrils

Ahora, durante la crisis de los cuarenta, mi vida está llena de avatares y cambios personales. Me pasa como al increíble Hulk, pero en rojo. Me enfado por cualquier cosa y, cuando no puedo contener mi ira, mi blanca figura toma ese color endemoniado. Cuando estoy con gente es lo peor. Debo esconderme en cualquier sitio, normalmente un lavabo, y aguantar como mi cuerpo se llena de varices asquerosas y nódulos que supuran un líquido lechoso. En cuestión de minutos mis músculos se hinchan de tal manera que destripan mi ropa y me quedo con cara de tonta con lo único puesto que ha aguantado el empuje de mi transformación: mis braguitas elásticas de punto de cruz.

JUN25. ENTRE OTROS MÁRGENES, de Lladiu de la Mata

Puedo asegurar que mi espejo no es mágico, ni siquiera especial. No es capaz de decirme quién es el más bello del reino, ni tan sólo el de mi comunidad de vecinos. Permanece inerte cuando le consulto sobre mi pronosticable porvenir. Nunca me muestra furtivas imágenes fantasmagóricas a mi espalda que se desvanezcan al girarme. Jamás quiso entreabrir la puerta a mundos tentadores; impávido, me refleja uno que no me agrada para nada: lleno de áridos amaneceres entre legañas, ojeras e insurgentes cabellos. Me hace sentir el protagonista, que no quiero ser, de una intrascendente película en blanco y negro. Las señales horarias que suenan en radio me exigen celeridad, y, como siempre, me apresuro a sacarle brillo a mis cuernos, ajusto el aro en mi hocico y arrastro mis apáticos pasos de minotauro a un absurdo mundo de minotauros.

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