Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

ENE61. ¡DECIDÍ SER FELIZ!, de Christine-kistila Cleret de Langavant

En 1963 pasé la nochebuena peor de mi vida… sabia que mi marido iba a cenar adonde sus padres pero eran las doce y seguía sin venir… desde mi cuarto del hospital podía oír el jolgorio en las otras habitaciones…
Con dificultades por los puntos conseguí sacar de la cunita mi primera hija recién nacida. Con ella en mi regazo, llorando, canturree todos los villancicos que cantábamos por las calles nevadas de nuestro barrio parisino al ir y volver de la misa del gallo y recordé con añoranza como, después de la misa, mi abuela abría el biombo que cerraba el bajo de la escalera adonde ella tenia su cama: encima, y colgados del revés de los peldaños, estaban los regalos hechos por ella misma…
El día 26 volví a nuestra casita campestre y cuando enseñe mi hija a la damisela de la veleta de hojalata (ver cuento anterior), con la impresión de haberme por fin despertado, musité esta frase de Prevert:
“¿Y si tratábamos de ser felices? No seria mas que para dar ejemplo”
Y siguiendo un consejo de Voltaire:
“Decidí ser feliz, es mejor para la salud”

ENE60. TIC-TAC, de Juan José Benítez Goya

 Escalofrío. Pánico. Un disparo, después otro. El latir de su reloj de pared, de época victoriana, le daba cobijo. Se levantó de la cama como un resorte buscando respuestas. Le detuvo aquel reloj que le hablaba con su tic-tac melancólico, deseoso de pasar otra hora, otro minuto e incluso, otro segundo. Salió de la habitación y cruzó el pasillo. Intentó abrir todas y cada una de las puertas que rodeaban aquel largo y doloroso corredor. Ninguna se abría. Lloró desconsolado, se arrodilló pidiendo misericordia, pero no hallaba ningún amparo. Únicamente el silencio, interrumpido de vez en cuando por su reloj victoriano, su único compañero de habitación y de vida. Estaba solo. Pasado un tiempo, en su mente empezó a atisbarse un halo de esperanza. Sonrió. Una puerta se entreabrió, dejando ver un minúsculo reflejo de luz. Fue hacia él. Abrió aquella puerta y se volvió a detener. Aquel habitáculo estaba vacío, arropado por cuatro paredes vetustas. Deambuló un buen rato, dando vueltas sin parar. ¿Qué ocurre? Se repetía una y otra vez. .. Era un sueño.
Cuando despertó, encontró las respuestas. Un disparo, después, otro. Su reloj victoriano seguía latiendo de manera melancólica. Pero él ya no lo oiría jamás.

ENE59. AIRE, de Rafa Newman ("Enmascarado" )

La imagen que ahora memorizo es difusa, pero recuerdo que todo comenzó al presenciar casualmente como un hombre, de aspecto rudo, asfixiaba a Carmen, mi vecina.
Mi situación ya era extrema, tras el forcejeo con Ángel perdí el conocimiento y al despertar me encontraba maniatada y encerrada dentro de algo que podría ser un ataúd.
¿Cómo imaginar que con las prisas para no ser vista olvidaría las cartas sobre el muro?
Tratando de no perder la calma, tanteándome, encontré un encendedor que el muy sádico había colocado. Estaba dispuesto a hacerme sufrir.
Durante todo el día el revuelo policial en casa de mis vecinos me tenía inquieta, pero más aún cuando comprobé que quien dirigía la operación era un tal Ángel Castro. Creo que nos reconocimos al mismo tiempo, él mi pánico y yo su mirada de satisfacción.
Con el encendedor pude ver lo delicada que era mi situación, hilos de arena se filtraban por las fisuras del cajón. Dentro de mi angustia iba notando cómo me quedaba sin aire.
Cuando más asfixiada estaba comencé a tomarle gusto a mi mordaza. Eran los labios de Ángel, mi marido, con sabor a rico y reanimante café.
Tan rudo para unas cosas…

TRES EN UNO… QUÉ BÁRBARA…

A eso se le llama comenzar bien el año…
Descubrimos que nuetra admirada
PALOMA HIDALGO
acaba de hacerse con uno de esos casos en los que los deportistas le llaman «la triple corona«
En estos pocos días de 2013 ha ganado el concurso de micros de la Ser de Castellon, le han dado el segundo premio de microficciones a partir de una imagen en Triple C y hoy mismo le han comunicado que es la primera ganadora del Wonderland del año.
Prolífica y exitosa Paloama… nuestra más sincera enhorabuena¡¡¡
Puedes leer alguno de estos éxitos en su BLOG

ENE58. SORDERA, de Teresa Elena Hernández Villagómez

Serían las tres a.m. cuando abrió los ojos interrumpiendo sus sueños con un vacío en el oído izquierdo, una molestia incrustada en el canal que provocaba un ruido interior, en su cabeza, algo se había alojado ahí.

Tratando de librarse de aquella invasión introdujo un hisopo, no funcionó, aquello se movía en el delicado conducto generando cada vez más incomodidad, y ese ruido que no era ruido, sordo y distante, intentó con un alambre y a medida que su desesperación crecía en esa angustia comenzaba una sordera de los sonidos circundantes, pero no de ese hueco rasgado por los movimientos del intruso….y más objetos cada vez más peligrosos entraban en ese oído.

Finalmente, el cansancio le venció, se tumbó a la cama entre el dolor y la angustia y sin más, de su costado, sintió salir un pequeño insecto, una diminuta araña que le cambió para siempre su audición por ese ruido ensordecedor….

EL DINOSAURIO … SE LLAMABA JOSÉ

Y Rafa Heredero nos descubre quién se encontraba, 
en realidad, detrás de la figura del dinosaurio
 en el cuento de Monterrosso…
Un político? …Un boxeador?  … Tal vez… un poeta?
Sal de dudas y clicka en este ENLACE

ENE57. EN COMPAÑÍA, de Miguel Ángel Molina

 Cuando despertó vio la hora que era y comenzó su rutina. Cada mañana se levanta, se viste y sale a comprar el periódico. Después en el bar de siempre desayuna un café, comenta los titulares con el camarero y se marcha a buscar alguna obra. Le encanta observar cómo las grúas crean de la nada esas moles de viviendas, pero sobre todo le gusta discutir con sus compañeros de valla los aspectos técnicos de cada construcción. Al mediodía vuelve al bar y toma algún tentempié, mientras charla con sus vecinos de mesa. Por la tarde se sienta en el banco de la plaza e intenta arreglar el mundo. Al anochecer vuelve resignado a la soledad de su casa, toma leche o una pieza de fruta y hace tiempo hasta acostarse. Entonces con un “hasta mañana” se despide de los extraños que le acompañan. Alguna vez su nuera, otras su hijo, las menos su nieto, le responden con las mismas palabras.

ENE56. ¿QUIÉN SOY?, de Leticia Oliva

¿Quién soy? La pregunta flotaba en una nada etérea en la que se ha convertido mi ser, una fusión irrompible con esa hermosa oscuridad que lentamente comenzó a cubrirme hace algún tiempo.
Cuando aún era algo, recuerdo que me gustaba la lluvia, el olor a tierra mojara y sentir la brisa en la cara. Recuerdo que deseaba sentir unos brazos protegiéndome, poder llorar en algún hombro y dormir sin miedo.
Luego descubrí que todo aquello tenía un precio y me volvieron una sombra por primera vez, una mujer hecha a imagen de alguien más, una copia de un ideal, y las lágrimas segaron mis ojos, y ya no fui capaz de reconocer mis manos, mis palabras se perdieron en el viento, y olvide.
Olvide… olvide quien era, olvide el sonido de la lluvia, no reconocí el cantar de las aves y me vi y no me reconocí, entonces me deje llevar… flote y viaje hasta perderme.
Cuando desperté… tus ojos me recordaron quien soy, porque vivo, mi razón de ser y a una sola palabra tuya mi universo bailo, ¡mamá!, me dijiste y todo rastro de sombra o duda desapareció.

ENE55. DESPERTARES, de Marta Trutxuelo García

 Cuando despertó se desperezó ejecutando su divertida danza de piernas y brazos, y emitió un profundo bostezo, no tan sonoro como acostumbraba, sino que concluyó con un murmullo, algo similar a un ¿maullido? Se incorporó de la cama con una ligereza que le sorprendió; miró alrededor y descubrió un extraño panorama; parpadeó varias veces, pero sus focos interrogantes le devolvían siempre la misma visión. ¿Dónde estaba? Aquel espacio era similar a su habitación, pero la distribución era… ¡simétrica! Además, los muebles, su ropa, el aroma… ¡todo había cambiado! El joven corrió hacia el espejo, interpeló al vidrio y la imagen de una preciosa mujer, boquiabierta, confirmó sus sospechas. Él ahora era ella. No cualquier ella, sino «Ella«, su amor… cercano como sus puertas vecinas, pero separado por un inexpugnable rellano de cobardía. El joven recordó el sueño de aquella noche, el de cada noche: él llamaba a su puerta y ella…
Dos sonidos estridentes anunciaron al unísono el final de la evocación ensoñadora y un comienzo prometedor. Él apagó el despertador y ella retiró su dedo del timbre de la vivienda vecina. El joven entreabrió la puerta y una preciosa mujer le ofreció una sonrisa, abierta de par en par.

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