Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

MAY48. CANTOS DE SIRENA, de Jesús Pacheco

La princesa está triste.¿Qué le pasa a la princesa? Que está esperando a su príncipe azul y está pensando en cómo le dirá que está embarazada.
En realidad, lo está de un amigo común.
Sin embargo, cuando el príncipe azul llega, la princesa le da un beso y, dulzemente,empieza a articular las palabras mágicas que cambiarán el destino de todo el mundo, excepto el de las perdices.

MAY47. LA CASITA DE LA PRINCESA, de Jone Miren Asteinza

Siendo una niña la princesa se hizo una casita en el cuarto creciente de la luna donde vivía con un precioso búho gris que compartía su vida con ella y le acompañaba a todas partes. Por las noches, salían al porche y juntos se sentaban al fresco. Se quedaban embelesados mirando a la luna llena, con el corazón henchido de ilusiones, con la esperanza creciente en un mañana perfecto. Un mañana donde los árboles se vistieran con verdes ropajes, el dorado cubriera los sueños y la música sellara la felicidad de ese preciso instante entonando plegarias de nácar.

SE BUSCA PRINCESA DISPONIBLE…

Hace un momento, mientras atiendo a mis arándanos, me he cruzado con este «príncipe»  y me lo he traído por si alguna de vuestras princesas quiere probar suerte…
(…y esta tarde, a última hora, tendremos los resultados de abril…)

MAY46. BAJOS FONDOS, de Mercedes Jiménez Rueda

Despiertan los neones. Al final de la avenida crece un rumor de tacones furtivos. Una puerta chirría, cruje el cuero de un asiento. La princesita triste enciende otro cigarrillo y arranca por fin su BMW.
Rojo. Sobre el volante sus dedos tararean un blues sin título. Parpadeos eléctricos. Verde. Pisa a fondo el acelerador, siente el fluir del asfalto bajo los neumáticos. Pronto, los altos edificios se pierden a lo lejos y la noche va desembocando en la periferia.
Allí, alguien le hace un hueco en un colchón gastado. Ella acepta y, como siempre, recibe el alba en compañía anónima.
Porque aún sigue creyendo que las sábanas de las afueras no dejan marcas.
Que la vida en las afueras no deja marcas.
Aunque cada vez le resulte más difícil calcular la dosis exacta para enterrar el daño.

MAY43. EL CUENTO DEL PRINCIPADO, de Anna Jorba Ricart

Había una vez un país caído en desgracia. Una península al sur de Eutopa, llamaba Estaña. Poblado de habitantes asentados en un pasado vetusto por el caos de un gobierno en descredito y atrapados en una Torre de Babel. Dominado bajo el yugo de un país vecino godo, que arrastraba al pueblo hacia la miseria.
Un cazador de trompas que se caía, reinaba en un trono debilitado. Por consorte tenía una reina de sonrisa diplomática, que había aprendido a llevar en vez de corona, una diadema de cuernos de reno, para protegerse de los duros acontecimientos que agitaban la Corte.
Tenían tres hijos.
Una princesa triste ¿que no tendría la princesa? que minaba su inteligencia, puesta en duda por el pueblo; la otra, que acabaría desterrada a los confines del desierto por la traición al país de su esposo; y el único hijo varón, apuesto príncipe, esperanza de la monarquía, que contrajo matrimonio con una plebeya, que se convirtió en princesa desfigurada y quedó trasparente de pura delgadez.
Este país, caído en desgracia, un día resurgió, cuando el pueblo unido eliminó a los ineptos.
Colorín, colorado hasta aquí, el cuento del principado.

MAY42. PRINCESITA ¿QUÉ TE PASA?, de Jesús Alfonso Redondo Lavín

¿Atendemos suficientemente a nuestros hijos?…
Al respecto, un amigo me contó este inquietante caso:
Entraron en la consulta de un afamado otorrinolaringólogo.
La guapísima oriental que tomaba los datos personales y los más reservados de la tarjeta de crédito de los pacientes, preguntó:
– Buenos días, ¿cuál es el motivo de su visita?
Mire, la niña ya emite sonidos, pero habla “raro”, no se le entiende nada. Creemos que ya debería haber roto a decir sus primeras palabras y solo pronuncia unos vocablos ininteligibles.
La “peque”, que en su carrito babeaba sonriente, dejó de morder su sirenita de goma y ladeando su cabecita, le dijo a la enfermera:
– “madadaomada tatata”.
La de la bata blanca, poniendo esa voz cantarina que se usa cuando se le habla a los niños muy pequeños, le respondió:
– “Magandang umaga, ikau ay maganda”.
Los padres, Juan y María, con la boca abierta, se miraron atónitos.
– Pero, ¿usted la entiende?, preguntó la madre.
– Naturalmente, la niña me está hablando en “tagalo”, y muy clarito además.
A Juan, se le encendió repentinamente la bombilla y exclamó:
– ¡La “chica“!, María; la “chica” que tenemos en casa es filipina, ¿verdad?
– Sí… Vámonos, Juan.

MAY41. LA PRINCESA AURORA, de Aurora Royo Cañadas

Una pregunta me ronda la cabeza desde niña, por qué me llamo Aurora, como la Bella Durmiente del Bosque.
Ya sabéis, aquella princesita a la que una bruja mala condenó a muerte sin remisión. Por supuesto, por culpa de su padre, el Rey, que era un desastre y un desmemoriado. Menos mal que, como en todos los cuentos con final feliz, también había un hada buena. Ésta, que tenía buen corazón, modificó el hechizo. Así, la bella Aurora no murió, sino que se pasó cien años durmiendo como una bendita. El caso es que, cuando apareció el príncipe que habría de sacarla de su sueño, las ciencias habían adelantado que es una barbaridad, como decía Bretón.
¿Dónde está la carroza? -preguntó la princesa Aurora.
Para carroza tú, tía. Yo tengo un dos caballos -presumió el príncipe.
Menos mal que a la princesa le gustó el nuevo carruaje y ella y su príncipe se fueron a Ibiza y no comieron perdices porque estaban en contra del maltrato animal y eran veganos radicales.
Pero este final feliz podía no haberlo sido, puesto que si el hada madrina era tan buena ¿por qué alargó el hechizo durante todo un siglo?

MAY39. ÉRASE UNA CRUEL PRINCESA. de Mª del Rosario Val Gracia

Estás emocionado, hoy hay quedada. Te importa un pimiento lo que piden los maestros, total, no eres del gremio, pero tu princesa irá.
Te pones tu mejor pantalón, estrenas camisa, con esmero te afeitas. Llegas el primero. Sonríes recordando que fue en esta misma Puerta del Sol cuando la conociste y que no solo engrosó tus contactos, también tu corazón. Desde aquél día no has dejado de hablar con ella, de recibir los besos que en cada despedida a ti más te enamoran.
La plaza se va llenando, la buscas con insistencia. Media hora después, la encuentras. ¡Qué guapa está con esa melena que ahora reposa sobre sus hombros!. ¡Esos ojos aceitunados que desde su primera mirada, te cautivaron!. Embelesado te acercas, a punto de posar tus labios en su cara, da un paso atrás y te aparta diciendo…
-Perdona, ¿nos conocemos?
-¡Claro, soy Ernesto!
-Qué Ernesto…
-¡Cómo que qué Ernesto!, hemos quedado aquí… hoy… en vernos. Tímidamente añades, llevamos tres meses y un día… chateando.
Te quedas de piedra cuando levanta su cabeza implorando al cielo y antes de perderse entre la gente la escuchas decir…
-¡Pero quién será este imbécil de los 3.557 agregados en mi facebook!

http://desdemipinar.wordpress.com

MAY38. PRISIONERA DE SU CUERPO, de Antonio Nieto Díaz

Cada miércoles a las seis de la tarde y con puntualidad británica, visito a una joven enferma de ELA y la entretengo con canciones de los Beatles o de los años setenta y ochenta: su música favorita.
Ella, en ocasiones, me recibe sentada e inmóvil en su sillón rojo rodante, con una sonrisa natural que me alegra el alma. Otras, sin embargo, su cara de circunstancias refleja lo dura que fue la semana.
“¿Qué tiene la princesa?” -suelo preguntarle a mi llegada-. Ella, forzando una sonrisa me cuenta sus problemas, sus sensaciones, sus dificultades para vivir cada día y evitar la desesperación. El “Let it be” o “Here comes the sun” cantados con mi gruesa y desgarrada voz resuenan como bálsamos contra su tristeza; sonríe con mis repetidos desafinos y después me pide que le limpie las dos lágrimas derramadas sin intención. Y me mira dulcemente como si nada de lo que brutalmente ocurre, estuviera ocurriendo.

MAY37. BUENOS DÍAS PRINCESA, de Asunción Buendía Hervás (Asun)

La voz le llegó desde algún punto detrás de ella. Princesa, nadie la había vuelto a llamar así. Habían pasado demasiados años, sin embargo volvió a sentir una punzada de dolor, emoción y ansiedad. Todo en los pocos segundos que tardó en darse la vuelta y ver a un hombre, que la observaba sonriente, y ella ladeó la cabeza en gesto interrogativo y expectante.
– Princesa, soy yo, ¿no me reconoces?
Eso era exactamente, no lo reconocía.
Había llorado mucho por él. Hubiera dado todo por escuchar toda la vida como la llamaba princesa. Y ahora 20 años después la casualidad, o el destino, ponían las cosas en su sitio. Le contempló largamente, hasta que con una radiante sonrisa, y un suspiro, como quien se ha quitado el peso de una pena que llevara a cuestas durante años, dijo:
– Ah!, si, eres tú, cuánto tiempo ¿no?, Te veo muy bien -mintió- pero… tengo un poco de prisa, ya nos hablamos ¿vale?
– Vale, pues adiós princesa…
Y salió disparada en dirección contraria a esa voz, que era lo único que quedaba reconocible del que ella había creído su príncipe azul.

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