Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

AGO127. TRANSITO, de Pablo Vázquez Pérez

La pareja de barqueros levantaron los remos para descansar un momento en su viaje sobre las aguas opacas y lisas del caudal turbio. Los fresnos que flanqueaban las dos orillas mostraban una gama de hojas de color marrón pálido. La niña observó el cielo tórrido y gris mientras abría el orificio de su máscara protectora para descubrir sus labios rosáceos. Entonces miró el rostro encapuchado de su compañero navegante.
–       Papá, ¿recuerdas cómo era el sol?
–       Como el disco de un semáforo, brillante. Redondo, igual que una moneda resplandeciente de plata. De un amarillo más intenso que las últimas espigas del trigo que desapareció hace unos años.
–       ¿De color amarillo, no era verde?
El padre rió imperceptiblemente.
–       No, verde era la hierba, los frutos tempranos y las copas de los árboles.
–       ¿Y el azul, cómo era el azul?
Una débil ráfaga de viento los distrajo de su conversación. El hombre hundió su remo en el agua otra vez.
–       Sigamos el curso del río y lo veremos.

 http://pablosinbulla.blogspot.com.es/

AGO126. DESCONSUELO, de Fernando Sopeña Lopez

Al tío Evaristo se le encuentra siempre en el mismo lugar, cualquiera que camine por el muelle le puede ver sentado en el banco junto a la cofradía de pescadores con la mirada perdida en el mar, tan lejos y tan cerca. Si no vas con prisa y le preguntas te cuenta la historia de la tía Enriqueta.
A la tía Enriqueta le maravillaba el mar aunque no lo conocía más que por esas revistas de viajes que tanto la gustaban, siempre que íbamos a visitarla siendo niños nos entreteníamos ojeándolas, las tenía por montones en todos los rincones de la casa. Solía decir que su color favorito era el azul marino en homenaje a ese gran infinito, no vestía otra ropa que no fuera de ese color. Cuando un día decidió por fin viajar a la costa a conocerlo todos en la familia la apoyamos, menos el tío Evaristo, que nunca llego a comprender tanta pasión por algo desconocido. Por eso fue una desgracia que aquella ola se la tragara.
Al día siguiente sin ningún reproche el tío Evaristo hizo las maletas y se le encuentra siempre en el mismo lugar.

AGO125. CREPÚSCULO : THE TRULY STORY, de Cándido Macarro Rodríguez

El fuerte levante, que había soplado pertinaz durante todo el día, se transformaba lentamente, con la caída gradual de la tarde, en una ligera brisa, serenando el furor de las olas hasta dejar la playa en calma.
 No hacía más de diez minutos que el sol comenzara a ocultarse tras las cumbres de las elevadas montañas cercanas,  alineadas a espaldas de la costa, y sólo quedaban  ya unos pocos reflejos anaranjados en el agua huyendo de la orilla a medida que eran perseguidos por las alargadas sombras de las moles rocosas.
 El azul brillante y nítido del cielo iba perdiendo intensidad paulatinamente y se oscurecía, más cuanto más al este, acercándose sin prisa al instante mágico en que se funde en el horizonte con el color del mar, sin quedar claro dónde acaba uno y donde empieza el otro, cuando los espíritus desprenden una aureola de misteriosa ingravidez y el ánimo queda sobrecogido por el milagro diario del atardecer en el Mediterráneo.
Yo, sentado en la arena,  intentaba emocionarme con el espectáculo; sin embargo, las decenas de púas que, al pisarle, el puñetero erizo había dejado clavadas en mi talón, inflamado y dolorido, me impedían disfrutarlo como la ocasión merecía.

AGO124. HORIZONTE MARINO, de Pilar Pastor

Caminaba sola sobre la arena. Las olas, desafiantes y juguetonas, borraban sus pisadas como queriendo llevarse la pena que, al igual que su sombra, siempre la acompañaba. La mirada perdida en el horizonte azul buscaba anhelante… ¡la ola!  … esa ola que le traería la paz, la que bañaría su alma de esperanza, la que le arrebataría por breves instantes la pena que la aprisionaba. El horizonte no se divisaba, cielo y mar se habían fundido en un profundo beso y el azul …intenso, ultramar, celeste, marino, … cubría la bóveda celeste.
     Su paseo tenía una meta, llegar a las rocas. Al compás de las olas sus pasos se deslizaban entre el agua y la arena , la brisa marina le acariciaba el rostro antes de entrelazarse por sus cabellos direccionándolos a modo de velas.
      Había llegado. Sentada sobre una roca, y sin perder de vista el horizonte, escucha «la voz del mar«. Las lágrimas empiezan a brotar y  el nudo que le ahogaba en la garganta se deshace  para gritar:
     -¡El mar! ¡Mi mar! … el liberador de mi alma oprimida, donde la pesadumbre y las lágrimas se funden con las olas y juntas rompen su furia contra las rocas, donde las penas que me atormentan se diluyen con la sal de la brisa marina en la inmensidad del océano, …

AGO123. EL MAR Y SUS LEYENDAS, de Elysa Brioa Escudero

En mitad de la nada existe la isla, tan diminuta que apenas queda espacio para albergar el faro, hace mucho tiempo que allí no vive nadie.
Solo una vez cada año, cuando el cielo toma el azul marino, hace su aparición el navío. Emerge como una extraña luz roja, incandescente, y en el centro de esa fosforescencia, los mástiles, palos y velas de un bergantín. En ese momento el faro se enciende y la nave inicia su acercamiento. Cuando parece que ya la proa va a tocar tierra, unas inmensas olas, rugientes y feroces, se alzan majestuosas como corceles encabritados impidiendo toda posibilidad de aproximación. Durante toda la noche se repite el drama, una y otra vez, con una desesperación rayana en la locura, hasta que el amanecer cubre la escena atenuándose como un espejismo en la línea del horizonte.
El único tripulante de esa nave épica es el Holandés Errante, condenado a vagar eternamente sin pisar tierra jamás. No encontrará descanso hasta el día que consiga recuperar su alma. La misma que vive encerrada dentro del faro.

 http://elystone.blogspot.com.es/

AGO121. AZUL SON TUS OJOS, de Puri Otero Domarco

El azul estaba situado en el extremo superior derecho en la paleta del pintor aislado del resto.
Esperaba ansioso el roce del pincel y así deslizarse sobre el lienzo para formar parte de la obra. Todos los demás colores se mezclaban formando infinidad de tonalidades con las que el artista trabajaba, pero él estaba solo y no se le permitía mezclarse con la chusma colorista.
El era el Azul y su destino estaba marcado para dar color al mar y al cielo. Solo le permitían alternar con el blanco para formar entre los dos el rompiente de las olas y el galopar de las algodonosas nubes.
Los dias pasaban y su destino no llegaba, todos los demás ya dormian  sobre el cuadro y él seguía allí, esperando, temía convertirse en piedra  reseca, olvidado por todos.
Una mañana se escuchó la voz del pintor decir:
Y ahora para terminar usaré el Azul para dar color a los ojos de la joven. Acto seguido roza con su pincel suavemente el color, depositando unas diminutas gotas sobre el lugar previsto, consiguiendo el efecto deseado, dando así,  por terminada la obra.

 Blog = dulcinea-del atlántico

AGO120. AMA MIRARI, de María Elejoste Larrucea

Subiendo a Udala está el convento de la Concepción. A veces llevamos ropa que ya no usamos. La última vez nos abrió la puerta una monjita pequeña y vivaracha a la que nunca había visto. Mi marido exclamó: ¡Hermana Milagros, está usted igualita!. Al parecer, los treinta y tantos años que separaban su último encuentro  (cuando mi niño iba en pantalón corto y aún tenía pelo) no habían hecho mella en la religiosa. Tenía la piel tersa y una luz entre serena y divertida en sus ojos y con 86 añitos de nada tenía una memoria prodigiosa. Tan ricamente fue pasando el rato, cuando otra monjita apareció por la puerta :
-Ama Mirari- dijo en un susurro reclamando su presencia.
¿Ama Mirari? Se extrañó mi marido. –Sí hijo, sí, ahora que me hago mayorcita, me han ascendido de “hermana” a “madre”, y a demás en euskera… hace años que nadie me llama Milagros.
-¡Qué modernas!- exclamé. -Sí hija sí, fíjate que hasta el hábito es blanco…
– La toca sigue siendo negra – apuntamos…
-Nooo queridos, es azul marino, para refrescarnos ahora en verano- dijo ella tan salada mientras nos encaminaba a la puerta.

AGO119. ATUL MAINO, de Rafael Tejada Torres

Con pasitos torpes, con tus siete meses aún sin cumplir, no dejaba de sorprender tu exagerado magnetismo por el azul del mar. Sostenida por mis manos, tus bracitos se estiraban, tus ojillos vivarachos se aplanaban y escondían, y dos dientecillos te asomaban traviesos desde una eufórica sonrisa, (…) incontenible mueca nerviosa. Mientras tirabas de mí, con tu torpe caminar, alongando tus piececitos, tal vez para no perder la ola que de vuelta se escondía  en el mar. El agua te perdía…
Sé que lo habrás olvidado, que tan pequeña sería imposible recordarlo, que te gusta cómo te lo cuento, que exagero, me pides que te cuente cositas de tu niñez y aquí estoy yo, para contarte una y mil veces, tu primera experiencia azul agosto, la del azul del mar. La experiencia más bonita que he tenido, que a los dos nos sorprendió, que la guardo y que siempre mía será.
No es extraño por ello, que en tus primeros chapurreos, agua fuera la primera palabra con sentido y “atul” la segunda, reconocible al menos. Siguieron “atul turqueta”, “atul maino”, “Atulina” o “atul teleste”. Azul era toda tu vida, aunque sin saber pronunciarlo, lo hacías antes que saber decir papá.

EN UNA PALABRA… GENEROSIDAD

A lo largo del día de hoy superaremos los 7000 comentarios en el blog. Es un momento muy oportuno para que, desde los organizadores y creo que podría ampliarlo a la inmensa mayoría de los participantes, mostremos nuestro agradecimiento a ese grupo de incondicionales que han convertido este proyecto de concurso en una “comunidad”. Muchos participantes valoran de forma especial ese espíritu surgido de forma espontánea que se ha empeñado en tener siempre una palabra agradable disponible para cualquier participante, sea del estilo y el tema que sea. Todos sabemos que los relatos participantes son muy diferentes, pero en ETC siempre hay alguien dispuesto a destacar un detalle con la mejor disposición: no hay ni un solo relato sin comentario 
entre los últimos 200 escritos… es magnífico.
Este es un valor que ya nos caracteriza y hay que agradecérselo a Ana, Jesús, Nieves, Antonia, Epi, Susana, Kistila, María, Nicoleta, Sotirios, Yashira, Esperanza, Paloma, Petra… y una docena más de apasionad@s que hacen de este concurso un lugar especial, casi único en la red. Agradeceros vuestra buena prestancia y confirmaros que contais con nuestro apoyo.
Nosotros, por nuestra parte, repasamos todos los comentarios (a veces llegan a superar los 200 diarios) y aunque es una labor incesante (no hay días libres) es un esfuerzo que nos compensa al comprobar la buena salud de este espacio. Apenas hemos censurado 5 mensajes en esta 2ª convocatoria, pero tengo que advertiros que desde alguno de vuestros equipos los comentarios que hacéis llegan al blog con el formato de un spam y el sistema los desvía a una carpeta que revisamos de vez en cuando: esa es la razón de que alguno de vuestros comentarios desaparezcan sin sentido.
 Y este mes volvemos a superar el número de participantes… y con un estupendo nivel… Es una inmensa satisfacción poder decir que …va a ser muy muy difícil.

Gracias por todo.

AGO117. ABDUCCIÓN, de Anais Moutsanas Carela

Ninguna mujer era perfecta para él. Buscaba la que tuviera el pelo más sedoso, caprichosas curvas, cara de luna, y con una talla que él exigía. Llevaba su metro en plena cita, no importándole avergonzar a la muchacha en público mientras le pasaba la fría cinta métrica por pecho, cintura y caderas. Siempre él acababa mirándola ceñudo y la despedía sin ninguna respuesta.
La vez que encontró a su modelo de mujer perfecta, se puso tan contento que le sangró la nariz. Era asiática. Largas piernas sin un solo vello, y un cabello trenzado hasta la rabadilla. Sus labios eran caramelo, azul marino su vestido. Cuando él se lo fue desabrochando en el lecho, primero se dio cuenta de que tanto el pecho como el esponjoso nalgatorio reventaban de implantes. El último aliento del desgraciado fue después de observar que la mujer perfecta lucía la piel plateada.

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