Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

NEPAKARTOJAMA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta última propuesta es el concepto lituano NEPAKARTOJAMA, o ese momento irrepetible. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de DICIEMBRE

Relatos

NOV33. INSTRUCCIONES PARA SABER, de Amparo Perez Gutierrez

Como el fuego se alimenta del aire, así también la memoria. Hay un revuelo de piedras y plumas, cola y cabeza… Y las lenguas que surgen con el crepitar cuentan siempre una historia, o cientos de ellas. Siéntate a escuchar lo que cuentan las llamas. Urden el presente, el pasado y el futuro. El presente donde tu cuerpo deja de pertenecerte; el pasado de donde vienes; el futuro donde no estarás, pero no importa.
Siéntate con los demás en torno a la hoguera.
Resonarán los cascos del caballo y aullarán los lobos en los montes. Los primeros copos de nieve le tejerán al bosque una mortaja. Pero no estás aquí para atemorizarte. No importa que este fuera el elemento elegido para destruir a tus antepasados. No lo temas. No creas a quienes declaran que el dolor purifica. No es cierto. Purifica la alegría. Y las historias que cuentan las llamas no tienen porqué doler más que la vida misma. Aprende a respetar su silencio, no quieras apresurar lo que quieran contarte. Aprende a esperar y a quedarte a solas con el rescoldo, con las últimas brasas, cuando todos se hayan ido. Entonces te dirán su secreto.

NOV31. AMANEZCO, de Sara Lew

Me desperezo. ‹‹Un buen paseo no me hará mal›› pienso mientras me visto tarareando bajito. Mi canción es armónica y suave, un poco callada, para no despertar al día antes que él me despierte a mí completamente. Recorro la playa una y otra vez, desde el puerto al rompeolas. Solo las gaviotas acompañan mi presencia y voy caminando despacio a la orilla de mis pisadas. Cuando el cielo comienza a tintarse de carmines y naranjas, escalo con premura los peñascos y me siento en una roca que descuella. Miro hacia abajo. Me encuentro reflejado en el agua, en el hueco formado entre mis pies. Me veo rojo, como ese fulgor en el mar superponiéndose a mí, a mi reflejo. Siento ardor, mi sangre se calienta, se identifica con el Astro amaneciendo y me circula, me alimenta, me late y me vive. Soy el sol en mi sangre, mi sangre es el sol en el agua. El nuevo día es ese fuego que emerge dentro de mí.

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NOV30. CUENTOS PARA CANDELA, de Inés Zapirain López

Candela miraba divertida aquel cuerpo luminoso como el fuego.
-Cuéntame un cuento -dijo la pequeña.
-Cuál quieres? -preguntó el ser.
-Uno que no haya escuchado nunca.

-Érase una vez…
Un reino encantado, dos hermanos enamorados, y una hermosa doncella.
Ariel y Gaspar competían por su amor; pero Jimena solo amaba a uno: Ariel.
Gaspar, celoso, salió en busca de la esencia del odio. Quería que el amor de Jimena se apagara y sintiera un desprecio profundo por Ariel. Sin embargo, todos sus intentos por extinguir el fuerte sentimiento de la joven doncella fueron inútiles.  El amor no es una emoción como las demás; el amor es real. No admite hechizos, ni conjuras.
Gaspar, furioso y derrotado, se sirvió del oscuro poder que le otorgaban los celos para convertir a su hermano en estatua de cera. Y teniendo claro que jamás podría separarles, ideó algo para que no pudieran estar juntos: convirtió a Jimena en fuego.
Aún a riesgo de destruirse, ellos decidieron mezclarse; y el amor, compasivo, erigió con ambos una candela indisoluble de llama perenne, que inmutable perdura.

-¿Lo has inventado?
-Lo escribí para tu madre.
-Abuelo, ¿quieres que le diga que puedo verte?
-No, Candela; ella se asustaría.

NOV29. ÚLTIMO RECUERDO, de Yolanda Nava

La realidad se enreda con las imágenes del pasado que danzan en torno a su cama, espesando aún más el denso aire de la estancia. El viejo reloj de pared marca el tiempo a un ritmo irregular y, su corazón bombea a duras penas la sangre que recorre sus rugosas venas. Toda su existencia pasa ante sus ojos a flashes intermitentes. Quiere atrapar una rana que salta en la charca que amenizó sus juegos infantiles pero se le escurre entre los dedos,  al momento se encuentra en el tele-club del pueblo en medio de un baile, su nariz inmersa en la melena de Elisa, el olor a champú de huevo de su pelo acariciándole la nariz y el alma, quiere quedarse allí pero un ruido ensordecedor le muestra el horror que vivió meses más tarde. Se da cuenta que no tiene escapatoria, que todo acabará donde empezó aquel día de invierno de 1936… ¿o fue en 1937? y  vuelve a escuchar la orden alta y clara: ¡apunten, fuego!

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NOV28. MALDITOS COLORES, de Claudia Elcira Díaz

LA VI PARTIR CORRIENDO POR LAS CALLES DE MI PEQUEÑO PUEBLO. LA OSCURIDAD DE LA NOCHE Y ALGUNOS LADRIDOS DE LOS PERROS SE ESCUCHABAN A LO LEJOS.EL SILENCIO ERA CASI AUSENTE COMO SI LA EXPLOSION A MAS DE UNO LE HUBIERA HECHO PERDER LA VOZ. ME QUEDE SENTADA,BAJO UN ARBOL,Y NO ENTENDER DE DONDE VENIA LA EXPLOSION.
SOLAMENTE CUANDO LA VI CORRER,BALBUCEABA
SU NOMBRE…¡MAMA!…YA QUE MI CORTA EDAD,ESOS CUATRO AÑOS ME HICIERON QUE LA VIDA TIENE A VECES UN LADO OSCURO. SU
CABELLERA SE VEIA A LO LEJOS Y SUS COLORES QUE SE MEZCLABAN Y BROTABA DE SU CABEZA…¡NO SE SI SE ACHICHARRO!…
SU CABELLO,PORQUE LA PERDI DE VISTA.
SOLAMENTE VEIA LOS COLORES QUE EL FUEGO FORMABA UN DUO DESTRUCTIVO.ESPERE QUE ME RESCATEN Y SEÑORES DE BUENA VOLUNTAD SE ACERCARON Y ME LLEVARON CON ELLOS. ME PREGUNTARON DE MI,SOLAMENTE PUDE DECIR …TENGO…MAMA.SENTI TRISTEZA…¡YO SE QUE NO FUE ABANDONO!…EL SUSTO LA HIZO HUIR,NO HABRA PODIDO VOLVER A MI ENCUENTRO…¡VAYA A SABER!… CUAL FUE SU PARADERO.¡SOLO SE QUE LA ESPERO!…Y COMO EL FUEGO,SERA EL NOMBRE DE MI LIBRO.

NOV27. TE QUIERO TANTO, de Eneritz Angulo

Se sentó, se levantó, cogió una cerveza… Nervioso. Le había dicho mil veces que le esperara en casa. El paso del tiempo hacía aumentar su frustración mientras imaginaba lo que podía estar ocurriendo. ¡No sabía donde estaba!
-¿Joder, tanto se tarda en comprar pan?- gritó. Cogió de nuevo el móvil. Quince llamadas. A las diez dentista, a las doce pilates, a la una a comer, a las cinco a por los niños,… – ¡Sofía coge el puto teléfono!- y la cerveza saltó por los aires.
Se sentó en el sofá. Con la cabeza entre las manos rogaba -no me hagas esto Sofía, otra vez no, no puedo soportarlo, sabes que no puedo soportarlo- y el estruendo seco de un puñetazo retumbó en la habitación mezclándose con el tembloroso sonido de una llave en la cerradura. La ira de Daniel se avivó como el fuego al ver la cara de Sofía, que helada por el terror y paralizada por la costumbre esperó lo que venía. La primera hostia le reventó la nariz. Y antes de perder el conocimiento revivió diez años de golpes y humillaciones al escuchar –Perdona cariño, te quiero tanto…, no volverá a pasar-

NOV26. CLITORIS, de Lourdes Abuide

No necesito más que su dedo posándose sobre él y realizando círculos acariciadores para que pierda el sentido. Su piel húmeda, caliente transmite a mi cerebro una reacción. Es como el fuego cuando encuentra un potente agente de combustión. Pero únicamente su dedo y su aliento cerca de mi boca pueden provocarme la pequeña muerte instantánea. Siempre esperaba, en ese momento concreto, mi leve  suspiro de dolor y placer.  Hoy podría saborear ese aliento y  reconocer esa piel pese a mi repentina ceguera. El ha decidido no tocar pieles que tengan los ojos vacíos. Yo deseo, más que nunca, conocer el estigma máximo del placer del tacto con un sentido anulado. No obstante  sé, que el estará en otras camas esperando mi jadeo que nunca le darán otras pieles.

NOV25. AMOR FRATERNO, de Nuria Casado Marco

Poco a poco, la gente se iba congregando en la plaza hasta convertirse en una marea humana, que profería insultos y exabruptos al paso del carruaje, donde ovillada en un rincón, se protegía aquella mujer la cabeza con las manos, de las piedras y otros elementos que lanzaban a su paso. Cuando al fin hizo un alto en el lugar donde se alzaba la pira , todas las cabezas se volvieron hacia el implacable Inquisidor , prorrumpiendo en vítores y aclamaciones de entusiasmo. A una señal de éste , la víctima era atada fuertemente a un poste bajo el que se amontonaba  gran cantidad de madera y paja que prendió rapidamente la antorcha del verdugo. Pronto , se formaron largas lenguas de fuego del color de sus cabellos y de los de su ejecutor , que contemplaba el espectáculo con aire satisfecho, las cuales iban lamiendo el cuerpo de la mujer ,cuyos lamentos eran  ahogados por el griterío de la turbamulta . En un gesto desesperado, sus ojos verdes almendrados buscaron  reflejo en los de aquel instigador, que en ese momento, empezó a sentir  un calor insoportable que le subía por los pies.

NOV24. DAME UN NUEVO COLOR PARA EL OTOÑO, de Luis Cruz Cubero Villalba

Dame un nuevo color para este otoño. Sí, ya sé que hay muchos colores, que esta mañana vimos las hojas un poquito amarillas y pensé que el tópico del otoño se cumplía. Pero, ¿sabes? el otoño se me está volviendo un poco gris y necesito que me enseñes de nuevo a ver todos sus colores. En ocasiones, ¿te acuerdas? fui yo quien te enseñó a mirar. Esas veces era yo el que quería enseñarte a soñar, viendo la vida como nos enseñaron en arte al observar obras pictóricas. Tras años y años de admirar a pintores e imitarlos en las obras que hice, ahora cuando pierdo el sentido de la inspiración, te vuelvo a llamar. Este sol del otoño es débil y a mí me lo está pareciendo cada día más. Ahora más que nunca quiero que estés a mi lado, como el fuego que calienta a los pastores en el campo, que es el tema del último cuadro que logré terminar. No creas que es ambición para poder seguir pintando, ahora es la necesidad de continuar respirando.

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NOV22. SARA, de Jesús Coronado

El calor y una pesada sensación de axfisia me han despertado envuelto en una profunda oscuridad. Mi mente, abortagada, solo recuerda imágenes de una cena, de unos tibios labios, una copa de vino, una sonrisa reconciliadora cercana y difusa. Después… esta negra y brumosa neblina.
La sensación de calor empieza a aumentar mientras vislumbro un tenue resplandor rojizo que se va filtrando lentamente a través de esta negrura.
Mientras, Sara, con su traje negro, esboza una tenue sonrisa fingiendo recordar buenos momentos. Y al salir con la excusa de fumar un cigarrilo, solo puede pensar como el fuego… estará consumando su venganza.

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NOV21. MI HERMANO, de Paloma Casado Marco

Mi hermano Miguel era dos años menor que yo, y una carga que me seguía a todas partes como una mala conciencia.
 Éramos apenas dos adolescentes cuando estalló la guerra, y aquel día que llegaron los soldados, nos sorprendieron trabajando la tierra. Altaneros y terribles, se pararon frente a nosotros para enfrentarnos con una siniestra disyuntiva: el primero que matara a nuestro perro, que les ladraba insistente y amenazador, quedaría libre. El otro tendría que acompañarles a la plaza del pueblo para ser fusilado.
No sé si fue el terror que me movilizó en sus filas pero, sin pensarlo siquiera, empuñé el azadón para acabar a golpes con la vida de ese inocente que me miraba encogido sin comprender mi furia. Las risas de los soldados me despertaron de esa cruenta enajenación, y entonces miré hacia atrás. Con los ojos bajos y los brazos caídos, Miguel permanecía impasible. No había intentado siquiera algún gesto para defender su vida. Mi hermano.
Solo habían querido divertirse a nuestra costa, y nos dejaron libres a los dos. Fue entonces cuando levantó la vista para ver como se alejaban; Después nuestras miradas se encontraron. Sus ojos quemaban como el fuego.

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NOV20. LA NOCHE CAMBIÓ MI VIDA, de Jesús Urbano Sojo

La conocí entre whiskys y vodkas. Le presenté a mi sonrisa y me guiñó un ojo. Ella estaba sola en la ciudad esa noche. Yo estaba estresado por mi futura boda. Recuerdo vagamente una banal conversación. Las risas se intercambiaban sutilmente con coqueteos. Cambiamos el oscuro bar de copas por una luminosa suite, en un hotel. El ascensor fue el primer testigo de nuestra pasión. Pecaminosos besos se intercambiaban con obscenos cariños. Me costó abrir la puerta de la habitación, aunque ella no pareció tener el mismo problema con mis pantalones. Me vienen a la mente sus jadeos, mi sudor, los olores de nuestros cuerpos, los arañazos en mi espalda, sus dientes mordiendo mi piel. No puedo explicar con palabras la enorme satisfacción que alcancé aquella noche, con un clímax tras otro, hasta acabar exhaustos. Desperté solo, en una habitación desastrada, confuso, cansado, dolorido y con resaca. Tenía varias llamadas perdidas de mi chica, a la que nunca podría
 volver a mirar y amar de la misma manera. Cancelé la boda, pues estaba obsesionado con la imagen de mi fugaz amante. Entró en mi vida y, en unas pocas horas, arrasó mis cimientos… como el fuego. 

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