Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

FEB40. LA IMAGEN DE LO QUE FUI, de Alfonso Carabias Antúnez

Aún sin saber muy bien porque sigue colgando de la pared del salón lo cierto es que su sola presencia es como un analgésico para mi maltrecha conciencia, un espejismo, un retazo de lo que fui y ahora no soy; y un anhelo de esperanza en la desencantada existencia por la que deambulo.
Cuando lo veo recuerdo lo que era, una persona con un camino bien trazado que decidí abandonar, como un barco bien dirigido que quedo varado y se hunde sin remisión.
Movimientos autómatas me ajustan la corbata mientras repaso la agenda del día. Despedir personas hace años que no me produce remordimiento alguno; da igual su situación, hijos, edad. La escarcha que desde hace tiempo rodea mi corazón hace que cualquier sentimiento de culpa resbale y me sea indiferente; casi ni oigo sus lamentos. Supongo que por eso soy bueno en este trabajo.
Al salir, antes de cerrar la puerta, otro automatismo en forma de última mirada, dejando lo mejor de mí, lo único bueno, dentro, colgando de ese retrato de lo que una vez fui y nunca más seré.

FEB39. LA HUÍDA, de Cándido Macarro Rodríguez

En el desconchado espejo del baño común del albergue para fracasados y despojos humanos veo fugazmente mi rostro. No soporto la visión de mi imagen ajada, mi espíritu extenuado, el peso de la desolación y el desconsuelo sobre mi cabeza.
Retiro dolido y avergonzado la mirada sobre mí mismo.
Sin embargo el destino se empeña en echar sal sobre mis heridas. Hago un terrible esfuerzo por no volver a levantar la vista hacia lo que ya no quiero mirar. Pero miro.
Por un momento percibo el brillo de mis ojos en ese reflejo, intuyo recuerdos de lo que fui y ya no soy. Escucho brevemente las risas e ilusiones de antaño. Veo el amor.
Pero de inmediato cae sobre todo ello la lápida de la derrota, la traición, el fracaso…
Sí. El espejo es cruel conmigo. La vida es cruel conmigo.
¡Me siento tan cansado!
Echo una última mirada a mi retrato, a la imagen de la decepción, de la tristeza y finalmente de mi rendición sin condiciones.
Dos regueros rojos y cálidos caen de mis muñecas al sucio y roto lavabo llevándose todas mis miserias y frustraciones por el agujero del desagüe.
Sólo unos dulces instantes.
¡Ahora soy libre!

FEB38. LA IMAGEN QUE VIVE EN MI ALMA, de Karina Delprato

La música envuelve y mima mi mente. La luz del sol refleja sobre el lienzo, donde intento florecer el brillo de tu mirada. Acaricio cada pincelada sobre tu rostro, el que está tomando forma en este retrato.
La melodía parece dar vida a tu pupila acaramelada, mi mano está poseída dibujando tu sonrisa, algo me atrapa, me retiene y me deja caer en el abismo del tiempo.
Mis perceptibles yemas reemplazan el pincel, te recorro entero por ese rostro perfecto, modelo las expresiones de tu cara enamorada, me observo en el destello de tu iris, me busco desesperada. Palpita mi corazón, minuto a minuto, los latidos se aceleran cada vez más y más… Intento con las destrezas de mis manos entre colores y texturas, estremecer tu pulso. Deseo sentir tu piel en mi tacto, revivirte, traerte, acercarte y besarte desgarradamente.
El silencio de pronto, me devuelve a la realidad; desangro por dentro y tu retrato, inerte, oscuro y desfigurado.

http://resurgire.blogspot.com.es/2013/02/la-imagen-que-vive-en-mi-alma.html

FEB37. ESPEJO, ESPEJITO, de Esther Cuesta de la Cal

 -Espejo, espejito, dime cuan delgada estoy- le suplicaba todas las mañanas. Pero el espejo seguía obstinado en devolverle la misma imagen, con grandes pechos y caderas anchas, que ella tanto odiaba.
“Espejo, espejito”, repitió muchas mañanas, pero ella solo se veía más rellena cada día.
Acabó tan debilitada, que no podía sostenerse en pie, pero aún insistió ante el espejo,” Dime espejito, ¿Quién es la más delgada?”. Y el espejo, horrorizado ante el aspecto que mostraba, estalló en mil pedazos.
La desesperación entró por las retinas de la joven, que ahora veía su imagen devuelta en mil espejos, tan gorda como siempre. Y no pudiendo resistirlo, cogió uno de los fragmentos y dejó que su sangre corriera lentamente por todos ellos.

ENE36. ESPACIOS 2.0, de Javier Sánchez Campos

De manera  brusca   e    inesperada     nos      han       separado.         Tú,          al         camión           de            la             mudanza;               yo,                al                 cubo                  de                   la                   basura;                    en                     la                      pared                       del                        piso                         el                          hueco                           donde                            nos                              habíamos                               amado.                                ¿Quién                                  decide                                  sobre                                   la                                    vida?                                     ¿Quién                                    sobre                                       la                                        muerte?
                                Me                                     pregunto                                      mientras                                       unas                                        ratas                                         perforan                                          mi                                         rostro,                                          convencida                                           de                                            que                                             tú                                              ya                                              ocupas                                                otro                                                 hueco                                                  que                                                   ya                                                     nunca
                                     compartiremos.

 laideaquetorciolaesquina.blogspot.com.es

FEB35. EL CAMAFEO, de Elizabeth Larrañaga

Es como una telaraña; no atrapa insectos, sino almas arrugadas.
Lorenzo jugaba en la calle para no molestar a sus padres e invitados; recolectó muchas corcholatas, eufórico empezó a aplastarlas; parecían monedas doradas. Escarbó al pie del arrayán, descubrió un cofre y dentro un camafeo con un retrato de un hombre enigmático; sintió miedo y el impulso de arrojar el objeto; pero también atracción, nunca había visto un retrato de ese tamaño; parecía el reflejo de un rostro real y no una pintura.
Lorenzo creció, así como el odio hacia sus padres; ellos trabajaban en el extranjero, se enteraron de los malos hábitos de su hijo y solicitaron licencia para viajar. Discutieron, la madre lloraba al escuchar los gritos de su único hijo; parecía una fiera… así atacó. Lorenzo intentó huir; pero no encontró dinero entre las pertenencias de sus padres, nada quedaba de valor; recordó el camafeo que escondió diez años atrás. Allí lo encontró, en el mismo lugar, tan perfecto como antes; lo abrió y vio su propio retrato. Su inocencia de ayer lo advirtió y su actual perversidad lo indujo a ser la presa.

FEB34. EL RETRATO, de Mercy Flores

Todos los días la misma pesadilla angustiosa; soñaba siempre lo mismo.
Yo estaba sentada frente a una hermosa pradera y ante mi un lienzo en blanco en el que con una velocidad pasmosa dibuja un rostro.
La pradera se convertía en autopista como por arte de magia y ante mi una extraña figura con el rostro del retrato que yo había dibujado era atropellada ante mis ojos y despertaba.
Sudorosa y angustiada intentaba recordar quien era aquella víctima de mi pincel onírico pero me era imposible rememorarla, bueno lo intentaría mañana y así pasaron los días que se convirtieron en semanas, meses, años y un amanecer estruendosos truenos me sacaron de mi sueño y lo recordé: era mi retrato.

FEB33. INMORTALIDAD, de Marta Trutxuelo García

Dorina atravesó la calle comercial y su imagen desfiló delante de las tiendas, colándose entre los vestidos de moda, bajo la mirada inmóvil y celosa de los maniquíes. Al acceder al portal cautivó con su mirada felina a un vecino que, ante tal visión, lamentó abandonar el inmueble. Antes de pulsar el timbre Dorina sacó un espejito del bolso y guiñó un ojo a la chica que le sonreía desde el vidrio.
Aún debía esperar unos minutos. Paseó por la estancia, decorada con imágenes en blanco y negro: una melena danzando al viento, aquellas manos heridas por el trabajo, esa mirada de sorpresa… Todas salpicadas de una nota de color rojizo. ¿Pasaría ella también a formar parte de aquel olimpo de retratos? Ella, apenas una aspirante a modelo.
Él la invitó a sentarse y le dijo: “La cámara te inmortaliza pero te recuerda que eres mortal”. Dorina no comprendió entonces sus palabras porque observaba, hipnotizada, cómo el fotógrafo elegía el objetivo, procedía a encuadrar, enfocar y… disparar.
La instantánea resultó perfecta: los ojos rojos, efecto del flash, se corrigieron en el ordenador; la nota de color sangre, efecto del disparo, reveló a una Dorina gris el significado de aquellas palabras.

FEB32. EL ESPEJO, de Margarita Clemares

No era un fantasma quien surgió del vapor del agua caliente. Era mi imagen, la primera del día. Esa que cada mañana me costaba reconocer, esa que me estremecía ya por cercana, ya por lejana. Me había acostumbrado a no mirarla, aunque a veces no podía evitar echar una mirada de reojo para comprobar que seguía ahí, torturándome, arañándome lágrimas de unos ojos ya secos. Una mañana, la niebla del espejo se resquebrajó como el hielo en invierno y la imagen no apareció. Tampoco la eché de menos. Me había acostumbrado a ignorar su presencia. Pero ese día noté que había en mi pecho un agujero que a pesar de la ropa no conseguía tapar. Y al final añoré la imagen, una imagen que me negaba a reconocer como mía pero sin la que no podía seguir viviendo.

FEB31. RETRATO ETERNO, de Antonio Nieto Díaz

A pesar de que amaba la vida por encima de todo, un día de invierno se fue para siempre. No tuve  consuelo del exterior; sus cosas, sus vestidos y su perfume acamparon por toda la casa tal y como las dejó como esperando su vuelta.
Los años pasaron y sus pertenencias desaparecieron de mi entorno; tan solo quedó su imagen en mi mente y el retrato que le hice pocos meses antes de su marcha. Ella permanece joven en esos  vivos colores  al óleo. Me mira con su  eterna  sonrisa que inunda mi ser. No acierto a comprender  por qué yo envejezco y ella no

FEB30. ENTRE POLVO Y MARAÑAS, de Érika González Leandro

Hace un mes y tres días que solo soy un ovillo de lágrimas. No tengo nada en la nevera y aunque no quiera tengo que salir a por comida. Mis primeros pasos son débiles y vacilantes pero pronto consigo andar de forma segura, me alegra ver que al menos algo de mí sigue firme. De regreso, me detengo en el banco de un parque y pese al cambio de escenario, vuelvo al polvo y a las marañas de mi mente. Ante mis ojos, un grupo de niños que espolvorean sonrisas que se pierden en medio de las nubes. Por momentos oigo sus voces, alegres y ajenas al mundo que les rodea. Uno de ellos se cae y llora desconsoladamente, tiene las rodillas raspadas y la sangre le sale a borbotones. Su madre quiere llevárselo pero él, sin querer perder ni un minuto de juego, se suelta de la mano y vuelve a los columpios sin miedo a volver a tropezar. Me voy a casa con ese retrato en la cabeza, sé que estoy herida como las piernas del niño, aun así nadie me quitará la ilusión de subir de nuevo al amor.

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