Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

NEPAKARTOJAMA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta última propuesta es el concepto lituano NEPAKARTOJAMA, o ese momento irrepetible. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de DICIEMBRE

Relatos

OCT103. VAMOS A CONTAR ESTRELLAS, de Bea Aparicio

Me subí a la montaña rusa por casualidad.
Pude ver las tres estrellas desde lo alto al iniciar el primer descenso, justo cuando la boca del estómago hace el camino inverso y asciende hasta la garganta. Dicen que ves esas tres luces alineadas en el cosmos cuando tu mente pone el piloto automático de “prohibido pensar”. Una curva, otra, excusas varias para no hacerlo. Una cuesta hacia arriba, otra hacia abajo, más excusas. Y trepamos de nuevo hasta ese punto en el que parece que todo acaba. ¿Será que realmente acaba?
La montaña rusa hace un extraño, mientras un estruendo enorme y la velocidad del sonido me propulsan hacia el cielo. Me da tiempo a ver los ojos aterrados y las manos aferradas a los asientos de mis compañeros de viaje. Se hacen cada vez más pequeños. Insignificantes. Tan lejanos, que acaba por inundarme la inmensidad del espacio. Soy etérea: sublime sensación.
Paso por delante de la primera estrella. Paso por delante de la segunda y, al llegar a la tercera, mi velocidad inicial se convierte en paseo para terminar por detenerme. Mis pies tocan suavemente la superficie.
¿Dónde estoy?
En un mundo al que no pertenezco.
Superviviente.
O exploradora.

 http://elsuenodedesdemona.blogspot.com.es/

OCT102. PARAISO, de Mei Morán

Pisó una estrella y luego otra y otra. Sin querer, pero es que había tantas que era difícil esquivarlas. Con cada pisotón se desprendía un aullido luminoso, que le cegaba los ojos. Era tal la estridencia de claridad que se hubieran podido alumbrar centenares de campos de fútbol. Luceros y cometas le salían al paso por cada esquina. Se creía solo. Sin embargo, otras almas extraviadas, escogidas con criterio, por su buen hacer en vida, erraban por el mar de luz. Desorientadas buscaban a familiares, amigos o conocidos. Ignoraban que se habrían de enfrentar a una terrible soledad y que estaban condenadas a la eternidad perpetua.

 meimoran.blogspot.com

OTRA INSPIRACIÓN … TRES ESTRELLAS

Entre el tejado del cobertizo y la gran planta que cuelga sobre la valla desde la casa de al lado veía la constelación de Orión.

La gente dice que Orión se llama Orión porque Orión era un cazador y la constelación parece un cazador con garrote y arco y flecha, así
                            
Pero eso es una verdadera tontería porque no son más que estrellas, y podrías unir los puntitos como quisieras, y hacer que pareciese una señora con un paraguas que saluda, o la cafetera de la señora Shears, que es de Italia, con un asa y vapor que sale, o un dinosaurio.
Además en el espacio no hay líneas, así que podrías unir trocitos de Orión con trocitos de la Liebre o Tauro o Géminis y decir que son una constelación llamada El Racimo de Uvas o Jesús o La Bicicleta (sólo que no tenían bicicletas en las épocas romana y griega, que fue cuando llamaron Orión a Orión).
En cualquier caso, Orión no es un cazador o una cafetera o un dinosaurio. Es Betelgeuse y Bellatrix y Alnilam y Rigel y 17 estrellas más de las que no me sé los nombres. Y son explosiones nucleares a billones de kilómetros de aquí.
Y ésa es la verdad.
MARK HADDON. El curioso incidente del perro a medianoche. Edit. Salamandra

OCT100. CONTACTO, de Sara Lew

Hank lleva largo tiempo intentando comunicarse con una de las tres estrellas rojas, la más brillante, esa que parece llamarlo desde el cielo; sin embargo, por más que llora y suplica nadie contesta, nadie viene a buscarlo. Lo abandonaron siendo un niño en un mundo que siempre le ha resultado ajeno y cruel. Creció en la calle, solo, sobreviviendo de las sobras y ocultándose de la vista reprobadora de la gente. Su único asidero a la cordura ha sido la certeza de que allí arriba se hallan los suyos. Esa noche, sentado en el porche de su casa, mira con fruición el firmamento. El palpitar del cosmos se refleja en sus pupilas, que se dilatan y retraen oscilando entre el entusiasmo y la pena. Ya no puede esperar más. A su lado hay una batería de coche de la que emergen varios cables conectados a un colador metálico con el que cubre, como un casco, su cabeza verde y escamosa. Apenas unas lágrimas y volverá con ellos.

 http://microrelatosilustrados.blogspot.com.es/

OCT99. OBLIGADOS, de Belkys Pulido

La maestra les entregó el libro y la hoja de lectura. «Tienen que leer durante diez minutos. No olviden la firma de un adulto«. Dana respiró el desagrado colectivo, los bufidos como ranas en acrobacia allá, al final del salón. Cuando llegó a su casa, al pie de las tareas, lo hojeó. Iba atascado de palabras, con ilustraciones opacas colgando aquí y allá. Murmuró:
– Quizás, si la maestra nos hubiera ofrecido a cambio un playstation o un wii; pero leer cada semana, obligados, por ¡tres estrellas!
Escribió cualquier cosa y su madre, sin tropezarse en los detalles, le firmó.

 www.halocubano.com

OCT98. LA BUENA ESTRELLA, de Amparo Martínez Alonso

Lucas nació con «buena estrella«. Vino al mundo como el hueso de una ciruela escupido con fuerza, directo a las manos de la comadrona. En el instituto, cuando aquel loco disparó sobre sus compañeros de clase, Lucas y su «buena estrella» estaban encerrados en el servicio, fumando el primer cigarrillo prohibido. Hoy debería estar muerto, tirado en el asfalto, pero su «buena estrella» también le ha salvado de esta. Por eso, Lucas se incorpora, busca su zapato izquierdo, se limpia la sangre de la cara y deja el coche empotrado en el quitamiedos.
—Tienes mal aspecto, Lucas.
—El de un zombi.
—¡Eso!…
Ahora, Lucas se siente apagado, fugaz, del montón. Mira al cielo: allí está, la más brillante. ¡Su estrella muerta!

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OCT97. ¡OOOOOOOOH!, de Rafa Newman

Cuenta la leyenda que hay un ente supremo al cual se le adjudica el diseño de lo que hoy conocemos como universo. Sin saber si tenía otro fin que el de hacer más llevadera su propia identidad, comenzó a regurgitar una mezcla de buenos deseos y malos pensamientos.
Creó mundos perfectos, donde todo era sano, no tuvo en cuenta que para un equilibrio energético, era necesario compensar con la destrucción y el caos, dejando siempre algo abierto para su propia seguridad.
Les dio vida. Pero al poco tiempo, reconoció que se generaba descontrol: elementos inteligentes autónomos reseteaban el sistema, algo con lo que  tenía que contar.
Decidió clasificarlos, de manera que a modo de estrellas, les daría vida y luz propia, pero también periodo de caducidad. De tantas que hizo en alguna que otra, quedó de cuestionable calidad.
“-Por veinticinco pesetas: personajes que hayan marcado un momento importante en la historia de la humanidad, por ejemplo: Napoleón…
-Napoleón, Rajoy…”
Hoy, que ya solo le quedan tres estrellas en el escaparate, indeciso y sin ideas, usa el comodín del público.
Sabe que queda la esperanza, la avaricia y el último jinete del apocalipsis aún están por llegar.

 http://enmascaradox3a.blogspot.com.es/

OCT96. INVIERNO PREMATURO, de Mercedes Jiménez Rueda

Ayer papá fue a buscarme al parque antes de lo habitual. Caminamos en silencio por la alameda desierta. Me sentía mal, tenía los pies helados. Empezaba a atardecer y a ambos lados los árboles alzaban al cielo sus brazos desnudos en muda oración.
  Al llegar a casa mamá tenía la cena preparada.
– Chicos – musitó – comed vosotros, yo me siento incapaz.
Se dirigió a la repisa, cogió la caja de costura y se encerró en su habitación dando un portazo.
Quise seguirla pero la mirada de mi padre me disuadió.
Desde mi cuarto oía a mamá llorar y a papá intentando calmarla. Su voz sonaba extrañamente dócil:
– Ruth, tenemos que llevarlas, no hay elección.
  Apenas he dormido, no sé qué ocurre, no sé porqué no me cuentan nada, no sé por qué de repente este frío, este temblor en los huesos.
    Los tres hemos desayunado poco, antes de salir cogemos los abrigos. Acabo de darme cuenta de que cada uno de nosotros lleva en la solapa un parche con una estrella de David en su interior.
Papá abre la puerta. Sí. Parece que el invierno se ha adelantado aquí, en Düsseldorf.

OCT95. LA GOTA, de Mercedes Solsona Guillén

Tengo que hacerlo, no atino a encontrar alternativa, debo abandonar la casa y encontrar alivio. La merma cotidiana e inevitable ha deshilachado nuestras palabras hasta relegarlas al más feroz de los silencios, azuzando la recreación de una vida en la indigencia emocional más absoluta. Tú me sonríes. Yo te sonrío. Nosotros, no logramos miramos…
Es tanta la carga de lo diario que, el cansancio ha perfilado nuestros rostros en una quimera perpetua y hoy, hoy necesito detenerme y reflexionar sobre mi hambre de vida.
Nuestros caminos han llegado a un callejón ciego, mudo y sordo en el que poder esconder en cada pliegue de nuestros sentimientos lo más auténtico.
Ya no puedo seguir mintiéndome con delicadeza, sangrando lentamente; siento la necesidad de alzar la mirada y carearme con la coherencia más íntima, solicito a mi mediocridad dejar de sentirme como un hotel de tres estrellas: discreto, funcional, accesible y sin demasiadas pretensiones. Codicio autonomía para apasionarme, pretendo recuperar las riendas de mi conciencia y dejarte ir, al tiempo que, quiero irme, hilvanar mis soledades en un vaivén de honestidad. La cuenta de nuestro matrimonio, está saldada

OCT94. … 0, de José Mª Morales Delgado

Tres estrellas metálicas creadas en la tierra con nombres inocentes, cruzaron el espacio con destinos marcados.
Cuando se abrieron al unísono, se transformaron en  tres soles fosforescentes.
Se apagaron y en la tierra se hizo el silencio de los cementerios.

OCT92. PARA MI PEQUEÑO, de Marta López Cuartero

Cada mediodía y desde hacía muchos años, la Señora Mercedes limpiaba el despacho de un reconocido novelista. Con esmero repasaba el polvo de las estanterías, llenas de diminutos cajones donde tenía muy bien clasificadas y ordenadas todas las palabras, pequeños tesoros ya olvidados. Aquella mañana, repasó con mucho cuidado cada rincón de la habitación. Castillo, luna, tres estrellas, caballeros, escudo, espada, trono . Muy nerviosa, cogió cada una de las palabras y se las guardó en el bolsillo de la bata. Era su cumpleaños. Cinco añitos y nunca había tenido un cuento.

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