Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

ENE95. AMANECER, de Miguel Jimenez Salvador

 Cuando desperté, yo y el mundo aun estábamos allí. Los agoreros venían pronosticando, hacía meses, el fin de una existencia, pero al cabo, el plazo se había cumplido y había vuelto a amanecer.
Me aseé el rostro con mi lengua, larga y áspera, como cada mañana. Hice los acostumbrados estiramientos para deshacerme de la modorra. Atusé un poco mi lecho de hierba seca (tengo que acordarme de conseguir más, que las piedras ya se me clavan en el costado cuando me remuevo por la noche) y tras rascarme el lomo en las aristas de una Ceiba, me dispuse a iniciar una nueva jornada.

ENE93. DE ATAR, de Antonio Ortuño Casas

Tenía la costumbre de que después de extasiarse pensando en las musarañas, se quedaba profundamente dormido. Últimamente, durante el intenso sueño estaba alcanzando a ver en el más allá las fuerzas del bien y del mal y hoy, cuando casi logra descifrar del todo las artimañas de ese mundo de fuerzas opuestas, de repente del susto despertó.
Decidió que no volvería a pensar más en esos bichos, ya que para la próxima vez compraría un aparato con dos prototipos, uno que lo avisaría a tiempo de que están merodeando a su alrededor y el otro, invitándolo a cantar como cuando lo hace en la ducha. Tanto ha cambiado el mundo que piensa que se está volviendo loco.

ENE92. MIS POLLOS, de Laura Garrido Barrera

 Cuando murieron mis pollitos, me compré un par de huevos nuevos. Crecerán enormemente, me dijo la dependienta, sería mejor que usted viviera en el campo alejada de la gente para cuidarlos en libertad.
Hastiada de una vida carente de emociones, me lancé a la aventura. Vendí todo, abandoné mi trabajo y me compré una casa rural con veinte habitaciones, seis baños y una enorme cocina. Mis huevos dormían en una cesta entre algodones en la repisa de mi habitación abuhardillada. Ansiaba el día que eclosionaran y pudiera estrecharlos entre mis brazos. Acariciaba la tersura de sus envoltorios y les cantaba mis canciones preferidas. Ellos respondían con movimientos oscilantes y suaves gruñidos.
Un buen día se rasgaron sus vestimentas y pude admirar los milagros de la genética invertida: cuerpos escamosos, garras ganchudas, colores verdes oliva y cabezas apepinadas. Creo que me sonrieron al exhibir sus colmillos afilados. Cuando eran pequeños fueron el reclamo perfecto para mi negocio. Los paseaba con una correa doble mientras los fotografiaban. Cuando crecieron, cada día al despertar miraba a ver si seguían allí. Un día desperté y sólo encontré la caja mortuoria de mis pollitos fallecidos y un silencio abrumador en las diecinueve habitaciones.

ENE91. CEGUERA TRANSITORIA, de Eva Galindo Esteban

Esa mañana se encontraron y los ojos de ella no le dejaron ya ver su interior. Se habían convertido en un espejo en el que sus sonrisas se reflejaban sin más junto a otras. Como prueba ofreció sus caricias y no las quiso. ¿Mudaste de piel? – se preguntó desconcertado mientras despertó del sueño en el que había estado sumido. Toma aire y carga con quien ahora es tras haberse perdido entre besos, caricias y monólogos ajenos de verdades que duelen. Se impone distancia. «Eso ayuda«, aconseja una voz amiga. A la deriva todavía desea con todas sus fuerzas que se apaguen su intenso aroma y las sensaciones ahora inalcanzables cuando despierte, otra vez.

www.miltyflinn.blogspot.com

UNA INSPIRACIÓN PEQUEÑA COMO UNA… ÁGUILA?

LA MOSCA QUE SOÑABA QUE ERA ÁGUILA
Había una vez una mosca que todas las noches soñaba que era un Águila y que se encontraba volando por los Alpes y por los Andes. En los primeros momentos esto la volvía loca de felicidad; pero pasado un tiempo le causaba una sensación de angustia, pues hallaba las alas demasiado grandes, el cuerpo demasiado pesado, el pico demasiado duro y las garras demasiado fuertes; bueno que todo ese gran aparato le impedía posarse a gusto sobre los ricos pasteles o sobre las inmundicias humanas, así como surgir a conciencia dándose topes contra los vidrios de su cuarto. En realidad no quería andar en las grandes alturas, o en los espacios libres, ni mucho menos. Pero cuando volvía en sí lamentaba con toda el alma no ser un Águila para remontar montañas, y se sentía tristísima de ser una Mosca, y por eso volaba tanto, y estaba tan inquieta, y daba tantas vueltas, hasta que lentamente, por la noche, volvía a poner las sienes en la almohada.
Texto de «La oveja negra y demás fábulas«, de Augusto Monterroso

ENE88. SÁBADO 14:25, de Irene Aguado Cortezón

Yo ya llevo un rato despierta. No es mi pijama y tampoco mi almohada. Te oigo respirar detrás de mí, son más bien como ronquidos suaves, pero no me molestan. “Hace más calor en la cama con dos cuerpos, normalmente tengo más frío … pero no me puedo quedar, no tiene sentido”. Pero tampoco puedo moverme, me tienes cogida como si supieras que iba a querer salir de puntillas mientras dormías.
“Vale, calma. ¿Dónde está mi móvil? A estas les va a dar un infarto cuando les que cuente que …”. Me muevo, cambias el ritmo de tus respiraciones. “Quieta, quieta … no, no, no … aun no te despiertes … tengo que pensar si ha sido un exceso de ginebra o he sido yo”.
Pero te mueves un poco y me coges más fuerte. “Mierda, ahora ya voy a ningún sitio .. pero es tan agradable”. Me abrazas huyendo del pijama, buscando la piel. “¡Basta!”
. .
Cuando despertó, me di la vuelta. Es difícil no mirar a los ojos a quien te abraza a dos centímetros de su cara. Me besó y empezó todo.

http://misdocelineas.wordpress.com/

ENE87. DUALIDAD, de Benito Reyes

Cuando despertó había dejado de ser el otro, ese que le obligaba a salir por las noches para satisfacer sus más bajos instintos, dejando chicas degolladas por los rincones oscuros de la ciudad. Al llegar a la cocina para preparar el café ya tenía un plan para deshacerse de él y liberarse de su control. Encendió la radio y con la taza humeante en su mano se asomó al balcón y miró hacia la calle, a esa hora de la mañana se observaban pocos transeúntes en camino hacia sus rutinas. Tomó un último sorbo y maldijo a su otro yo, colocó la taza en la mesita  donde se trepó para subir al borde, de donde saltó al vacío. Los curiosos se arremolinaron alrededor del cuerpo en el pavimento y pocos vecinos reconocieron al tipo agorafobico del quinto piso, donde la radio informaba que la policía seguía unas pistas que le llevarían  a resolver, en las próximas horas, los asesinatos de las chicas encontradas en los callejones. Ya tenían un sospechoso.

ENE86. SANTOS INOCENTES, de Dylan Martínez

La tentación me viene de mi primera grave crisis mental, a través de la ventana de la habitación del frenopático, en el que me hallaba recluído por voluntad propia,  que parecía instigarme a dar un salto en el vacío, a una salida hacia la nada.
Sufro, desde entonces, esa atracción imperiosa hacia el abismo. Ante la inminencia de cualquier adversidad, me siento entonces zarandeado y removido en zigzag, sumido en la espiral de un remolino que me sumerge en un embudo inexorable de perdición y de vacío, del salto sin red hacia la más radiante y temible de las transparencias.
Hoy 28 de diciembre, mientras un desamparado perro perece entre mis brazos, sé que existe otro mundo al margen de éste.
No puedo soportar una vida forjada sobre tu ausencia. Abandonaré todo futuro para poder soñar y te esperaré. Siempre te esperaré.
Túneles.
Oscuridad.
Túneles….»en todo caso, había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío«.
Cuando creo despertar, tu mirada triste, como este poema ponzoñoso escrito con vidrios rotos, atraviesa el semicírculo perfecto que nos separa.

ENE85. HOMENAJE A TRES AUTORES, de Mayte González-Mozos

Cuando despertó Alonso Fernández de Avellaneda portaba su peto, una lanza, y en la cabeza la bacía. “Parece que vas de aventuras”, dijo Franz Kafka con voz ininteligible; porque se había convertido en un insecto monstruoso y grande en la habitación contigua. A lo que Alonso contestó con la mayor naturalidad después de observarle: “He pasado mucho tiempo leyendo en la cama”.
Y los dos estuvieron tiempo indefinido reconociéndose. Hasta que José María Merino llegó a poner orden en los Cien libros esparcidos por la estancia.

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