Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

INSPIRACIÓN DE UNA NAVIDAD… RURAL

Los pueblos son lo mejor para pasar la Navidad; enseguida se crea el ambiente y su influjo los hace revivir. Para la primera semana de diciembre, las puertas de las casas estaban decoradas con coronas y los escaparates relumbraban con campanas de papel rojo y copos de nieve de gelatina centelleante; los chicos iban de excursión al bosque y regresaban arrastrando fragantes árboles de hoja perenne; las mujeres se encargaban de hornear pasteles de fruta, destapar frascos de compota de manzana y pasas, abrir botellas de licor de uva y de zarzamora; en la plaza habían adornado un enorme árbol con celofanes plateados y focos de colores que se encendían de noche; ya entrada la tarde se podía oír el coro de la iglesia presbiteriana ensayando los villancicos para la función anual; en todo el pueblo florecían las camelias japonesas.

La única persona que parecía al margen de esa atmósfera cordial era Appleseed. Insistía en su tarea declarada: contaba el dinero de la botella con sumo cuidado. Iba todos los días al Valhalla a concentrarse en la botella, frunciendo el entrecejo y farfullando para sí. En un principio esto fue causa de asombro, pero después de un tiempo nos aburría y ya nadie hacía el menor caso. Appleseed no compraba nunca nada, parecía incapaz de reunir los veinticinco centavos.

DIC123. QUERIDOS REYES MAGOS…, de Rafa Heredero García

Queridos Reyes Magos:
Estamos todos muy tristes después de lo que ha pasado con mi hermanita. Yo oí decir al médico que era una cosa que sucede con algunos bebés de repente y que por eso no pudo despertarse más. Desde entonces mamá casi no se levanta de la cama, y hoy, como está mi tía para ayudarnos a cuidarla, papá me ha dicho que os escriba la carta para pediros mis regalos, que él se encarga de echarla al buzón, y que seguro que este año me vais a querer más que nunca. Pero yo ya no quiero ningún juguete ni el balón de fútbol ni esa bicicleta roja tan bonita que he visto en la tienda. Lo que deseo con todas mis fuerzas es darles una sorpresa a papá y a mamá porque ya no parecen tan contentos como antes, y aunque mi hermanita era fea, pequeña y lloraba toda la noche, creo que les gustaría que pudierais traerla otra vez con nosotros. Si lo hacéis me portaré siempre muy bien, la querré mucho y, para que pueda despertarse cuando quiera, jugaré con ella sin volverle a tapar la nariz y la boca con mis manos. Lo prometo.

DIC122. FERNÁNDEZ, REY, de Joaquín Valls

Cada seis de enero, los magos de oriente visitaban los hogares de todos sus amigos, ya se tratara de viviendas corrientes, áticos o incluso porterías. Pero a su piso, por algún motivo que a él se le escapaba, nunca acudían. Un año más, el día de Reyes le llevaron a un teatro alquilado por la empresa donde trabajaba su padre. Sobre el escenario, los tres magos se mostraban imponentes con sus ricas vestiduras, sentados sobre tronos y rodeados de pajes. Por megafonía iban llamando por orden alfabético a los niños y niñas: éstos subían, conversaban brevemente con el primer monarca libre, recibían el regalo, descendían al patio de butacas y abandonaban la sala.
Su primer apellido comenzaba por la letra uve, así que su turno le llegó cuando el teatro estaba ya casi vacío. Besó a Melchor y tomó su obsequio, emocionado. Mientras bajaba las escaleras, de súbito advirtió que de un botón de su abrigo colgaba, prendida de una goma elástica, una barba blanca. Al girarse descubrió que el hombre que había en el trono no era otro que Fernández, un compañero de su padre, quien, muy azorado, intentaba taparse el rostro con el manto.

DIC121. EL VISITANTE, de Puri Otero Domarco

LLegaba al pueblo cada 25 de Diciembre,era un hombre normal y todos le llamabamos el Bienvenido,saliamos de nuestras casas a recibirlo y unos a otros nos mirabamos en acto de conformidad hacia el.
Era sencillo, aunque las malas lenguas decian que tenía mucho poder, pero él nunca decía nada, solo sonreía.
Era de buena cuna, sus padres le habían traído al mundo rodeado de mucho cariño y nunca le faltó nada.Tenía cara de niño travieso, aunque ya peinaba canas. Cuando se le preguntaba de donde era él respondía » de todas partes y de ninguna«. Durante unos dias se mezclaba con los lugareños ofreciéndoles sus conocimientos, transcurrido un tiempo nos decía que se iba a otro pueblo a seguir enseñando y desaparecía, y así cada 25 de Diciembre, pero este año no vino, dicen que una bala perdida lo mató y que nadie reclamó su cuerpo,dicen tambien que la ciencia lo recogió para su estudio.
Para nosotros en nuestras vidas ya nada es igual,solo los niños le esperan convencidos de que volverá algún día.

 Blog = dulcinea del atlantico

DIC120. DÍA DE REYES, de David Vivancos Allepuz

A muchos de mis amigos Papá Noel les dejaba regalos en Nochebuena. Y luego los Reyes. Nunca tuve yo esa suerte porque por mi casa sólo pasaban los tres magos de Oriente. También lo hacía el Ratoncito Pérez, claro, cuando se me caía algún diente. Como a todo el mundo. Pero no tenía punto de comparación: para mí la mañana de Reyes era la más excitante del año.

Papá era un anfitrión de lo más hospitalario. Antes de acostarnos, les dejaba a los Reyes turrones y tres copitas hasta arriba de coñac, con la botella al lado por si querían repetir. Nunca se le olvidaba, a pesar de que a mamá, por algo, aquello la disgustaba. A los camellos les ponía rebanadas de pan en una cesta de mimbre.

Cuando no quedaba regalo por abrir, yo lo repasaba todo, no se me hubiera olvidado algún paquete debajo de tanto envoltorio rasgado. Caía entonces en la cuenta de que las copas estaban apuradas y la botella vacía volcada y que había migas por todos partes. Papá no compartía mi entusiasmo porque ese día siempre se levantaba de malhumor, gritando y con un aliento terrible. Y mamá… mamá se lo pasaba llorando.

http://grimasyleyendas.blogspot.com.es/

DIC119. CUENTOS DE NAVIDAD, de Mar González Mena

El día de Navidad, Caperucita Roja va a casa de la abuelita y, en el bosque, descubre a la Bella Durmiente. Se acerca a una charca cercana y besa a una rana para que, convertida en leñador, despierte a la dama. Todos juntos siguen el camino de baldosas amarillas y se encuentran un conejo blanco que les indica que llegan tarde. Apresuran el paso, pero se entretienen jugando con los tres cerditos. A lo lejos se escuchan las doce campanadas. Caperucita se convierte en Campanilla y llega volando a casa de la abuela que la espera jugando al mus con media docena de lobos, dos madrastras y la Reina de Corazones.
Así comenzaba, más o menos, la historia que el abuelo Teodoro nos contaba de pequeños tras la cena de Nochebuena. Cada vez cambiaba los cuentos a su antojo sin dejar de mirar la mesa en la que los mayores, juntos por una vez al año, seguían arreglando el mundo entre turrones.

 www.losjardinesdepuck.blogspot.com

DIC118. ADIVINA QUIÉN VIENE A CENAR ESTA NOCHE, de Jes Lavado

Esta Navidad, mis padres han tenido una idea aún más absurda que de costumbre: invitar a cenar a una familia de nativos polinesios de una isla de nombre impronunciable. Y aquí están, plantados en mi salón con sus taparrabos y abalorios, un tanto temblorosos (fuera estamos  2 C⁰), mirando atónitos el parpadeante abeto de plástico. Son cuatro, dos adultos y dos adolescentes. Mi madre les ha agasajado con todo un repertorio de canapés y turrones, pero no ha logrado que los prueben. Ni siquiera el humeante pavo trufado ha quebrantado su persistente quietud. Al final hemos decidido empezar nosotros, por si así entendían que esto va de comer a saco. Pero nada. Al acabar la cena, mi padre, zambomba en mano, ha iniciado un desquiciado popurrí de villancicos clásicos, animándolos a bailar con un ridículo trotecillo que, afortunadamente, ha languidecido frente a sus impasibles miradas. Yo, a punto de morir de vergüenza, me he refugiado con mi smartphone bajo el piano, pero desde aquí puedo ver que nuestros invitados han empezado a moverse lentamente, rodeando a mi familia. Parece que ejecutan una extraña danza ritual. Ahora abren desmesuradamente sus  bocas, mostrando unos dientes enormes y afilados. Y parecen realmente hambrientos.

 http://madseasonenserie.blogspot.com.es/

DIC117. PROFECÍA EN DIFERIDO, de Alfonso González Cachinero

    Me marcho a México urgentemente. Fran me lleva un día de ventaja y debo encontrarlo como sea. Creo que está a punto de cometer una locura.
Fran no es como nosotros. Tiene un don desde niño, desde aquella Navidad en que vio su primer fantasma jugando en el salón con las figuritas del belén. Aquel espectro ―un chiquillo como él― venía cuando le parecía, hasta que un buen día desapareció. Pero enseguida fue sustituido por otro. Desde entonces le han visitado cientos de espíritus extraños. Mi amigo tiene la suerte de caer simpático a todos.
Conozco casos divertidos: la madre de su maestro, que le desvelaba lo que iba a entrar en los exámenes; o el loco que se creía Pío Nono y farfullaba en italiano que tenía un nieto en Alicante.
Pero últimamente Fran está muy raro. Ve a un tipo diabólico que dice que su primogénito nació en México el 21 de diciembre, el día de la famosa y errónea profecía. Su casero me asegura que se ha ido a la Riviera Maya. A mí me ha dejado un SMS incoherente («no es el fin, sino el principio del fin«, escribe). También habla de Herodes.

DIC116. NAVIDAD JUBILOSA, de Sergio Haro Gómez

Yo era tan solo un niño, el pastor número 8. Desde mi modesta perspectiva, el Belén siempre me había parecido un lugar aburrido. Todo el año esperando en el fondo de la bolsa para acabar colocado en el sitio de siempre, junto a las puñeteras ocas.
        Pero aquel año fue distinto. Aún recuerdo el grito de la lavandera, tras encontrar el cadáver de Melchor flotando en el papel de plata. En menos de una semana el herrero murió abrasado en su taller, los soldados de Herodes aparecieron decapitados, y descubrimos al caganer enterrado en el musgo. “¿Quién puede estar haciendo esto?”, nos preguntábamos.
        Volvimos la vista hacia el portal, esperando una respuesta. El Ángel había bajado y estaba conversando con María y José. No sé de qué hablaron, pero al día siguiente todas las figuras se habían recuperado y ocupaban su lugar.
        Nada extraño ha vuelto a suceder desde entonces. De todas formas, me alegro de seguir siendo el pastor número 8 y estar lejos del portal. Ese niño siempre me dio mala espina.

DIC115. LA NAVIDAD DEL ELEFANTITO, de Rafa Newman ("Enmascarado")

De tanto oír a los niños del lugar,
el elefantito sin trompa quiso probar.
¡Navidad! bueno tenía que ser,
ya que todos su alegría dejaba ver.
-“Solo es cosa de ilusión”, oía a los mayores,
“regalos para todos los que no han sido los peores”.
-¿Yo cómo habré sido?
¿Seré malo y por eso mi trompita se me ha partido?
Hablan de un tal “Papá Noel”,
buscaré la manera de que me encuentre… o yo a él.
Dicen que baja por chimeneas, trepa balcones y también que llega volando en trineo.
Le pediría un cencerrito, para que nadie se asuste y oiga mi tintineo.
¡Ya sé! El árbol más frondoso y bonito buscaré,
y para comer por el camino sus frutos y ricas hojas le guardaré.
Después de un arduo trabajo, que en ningún momento le pudo, por su gran expectación, rendido a pies del árbol quedó dormidito sin saber que le llegaría su ocasión.
Entre sueños oía cascabeles, ruido de celofanes y renos que daban grandes resoplidos.
No lo podía creer, Papá Noel de blancas barbas, su regalo zarandeaba entre los más bellos sonidos.
La Navidad también premió al elefantito,
sin trompa, pero contento y orgulloso con su cencerrito.

 http://enmascaradox3a.blogspot.com.es/

FELICES FIESTAS PARA TOD@S

Como no puede ser de otra manera, nuestra felicitación «oficial» quire ir acompañada de un «cuento de navidad«. 
Uno de mis favoritos es éste que posiblemente conozcáis, cuyo autor es el escritor americano Paul Auster. Hay una versión en papel, como álbum ilustrado en la editorial Lumen, con el título de El cuento de Auggie Wren (muy  aconsejable para regalo navideño…); pero para la ocasión nos quedamos con la versión que Auster incluyó en el guión de la película Smoke. Si no lo conocéis creo que merece la pena dedicarle esos 10 minutos …
Para enmarcar… ese fragmento magistral del final que relativiza los conceptos del bien y el mal de la misma forma que lo refllejáis en alguno de vuestros relatos…

– Fue muy bonito lo que hiciste por ella…
-!Mentí y robé a esa mujer¡
-La hiciste feliz…

¡¡¡Qué paséis unos días muy felices!!!

DIC114. EL PEQUEÑO ARQUITECTO, de Jorge Luis Guillén Príncipe

A pocos días de su llegada sabía dónde encontrarlo en la iglesia del pueblo. “Tal como el año pasado, Manuelito: un buey, un asno, ovejitas y tu soledad como la mía.  Este año, Condesa no parió, Platero  más viejo y cansado,  las borreguitas, percudidas,  apenan con su respirar; Berni, no ladra, solo quiere protección… Tengo un plan, Manuelito, no  puede fallar”.

El veinte escogió el lugar bajo de un chirimoyo y su  concavidad con estrellitas sinfín. El veintiuno ubicó la cantera, el manantial,  cubrió de verde la explanación. El veintidós, con pasión desbordaba, sus deditos moldearon la arcilla y fueron apareciendo palomitas, gallinas;  condesas generosas, briosos plateros y corceles, ovejitas de toda laya por manadas; agregó  cerditos…  y aseguró la propiedad con bernis intimidantes.  El veintitrés construyó una casita compacta, espaciosa,  con ventanales y  techo de tejas. El veinticuatro esculpió a su padre vital, a su madre le dibujo una linda sonrisa.  Comprobó que todo estaba bien,  se sintió colmado, feliz, maravillándose de su obra… En la noche, a las doce, corrió hacia la iglesia, se escabulló entre los presentes y se acercó lo más que pudo,  le habló quedito: “¡Manuelito! ¡Manuelito!… Cumplí mi parte… Te toca soplar”.

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