31. Peppa Pig (Luisa Hurtado)
Yo creo que sabía que era demasiado grande como para entretenerme con aquellos estúpidos dibujos animados, pero aún no había encontrado el valor para contarme lo que pasaba en su habitación cuando entraba con aquellos hombres que con suerte deseaban desaparecer de mi vista cuanto antes.
Por mi parte yo tenía mis sospechas pero, ante algunos comentarios de mis amigas, no dudaba en negarlo todo y enfadarme llegado el caso.
Después, al cabo de un tiempo, la puerta del cuarto de mi madre volvía a abrirse y una tímida normalidad comenzaba a instalarse en nuestras vidas. Mamá sonreía mientras apretaba unos billetes en la mano, ellos salían de casa sin decir adiós e intentando no mirarme y yo hacía como que me sumergía en Peppa Pig unos minutos más, odiando a ese dibujo que tenía justo lo que a nosotros nos faltaba: un padre.
Hay hombres que faltan y su ausencia tiene consecuencias, una de ellas puede ser la presencia dañina de otros hombres. La televisión, bien llamada a menudo la caja tonta, ayuda a no pensar, a no querer saber, pero incluso un dibujo animado simplón puede recordar aquello que más dueĺe.
Un relato de contrastes, entre la realidad más sórdida y unas imágenes infantiles, con victoria de la primera. De nada sirve buscar engaños para la mente, la realidad siempre se impone.
Un abrazo de verano, Luisa
Menudas historias pueden esconderse detrás de un color tan inocente como el rosa. Muy bien traído, Luisa. Abrazos.
Me gusta el uso de un personaje tan naif para sugerir una realidad tan sórdida. Mucha suerte.