65. Plenitud (Alberto Jesús Vargas)
La mañana era luminosa y aquel paisaje lucía a todo color. El verde claro de la pradera se oscurecía en la copa de los árboles que ascendían por las laderas hasta acariciar la azul inmensidad del cielo. Abajo, el pequeño río se deslizaba por el valle pintando reflejos solares y trayendo desde las lejanas cumbres el cristalino frescor del deshielo. La primavera llenaba de vida todo cuanto alcanzaban a ver y ellos dos, cogidos de la mano, se sintieron tan contagiados de aquella plenitud que en un gesto simultáneo intentaron fundirse en un beso. El golpe seco de las carcasas de sus gafas de realidad virtual les hizo recordar que aquel mundo fascinante dejó de existir hacía mucho tiempo. Manteniendo el deseo y la intención de unir sus labios, se despojaron mutuamente de aquellos artilugios y regresaron al gris presente. Al otro lado de la ventana, la ciudad sobrevivía a duras penas envuelta en su niebla tóxica, mientras los transeúntes caminaban hacia un futuro incierto con sus rostros ocultos tras las máscaras antigás.
Conocemos la realidad a través de los sentidos, sobre el que reina el de la vista. Pero el ingenio humano ha logrado crear un plano diferente, una realidad virtual muy vívida que, como una buena obra de teatro o un libro, pueden servir de evasión, pero ello no quita para que, a su término, la realidad, mucho más dantesca que una ficción idealizada, imponga su ramplona crudeza.
Nos hemos tenido que acostumbrar a las mascarillas quirúrgicas, higiénicas y no sé cuantas esdrújulas más, esperemos que en un plazo no demasiado largo hagan menos falta. Las que no tendrían que ser necesarias nunca son las de gas. Los virus constituyen una amenaza. El cambio climático y la contaminación también.
Suerte con este relato impactante.
Un abrazo y felices fiestas, Alberto
Esta pandemia nos ha demostrado que somos mucho más vulnerables de lo que creíamos y nos hace conscientes de que cuando menos lo esperemos puede ocurrir algo que cambie radicalmente nuestra normalidad. Es inevitable que esta narración distópica nos conecte en cierto modo con nuestra realidad actual en la que nos vemos obligados a habitar un mundo al que no podemos salir a cara descubierta. Gracias Ángel por tu como siempre, amable comentario. Un abrazo y muy feliz año nuevo.
La realidad y la irrealidad se han mezclado en este relato de la misma forma que en nuestras vidas. Es inevitable hacer el paralelismo con la situación actual: la vida vivida a través de las pantallas de ordenador y teléfonos móviles y esa otra llena de mascarillas que hay tras la ventana. Para seguir pensando.
Suerte y abrazos,
Es un relato sencillo en el que en principio intento describir una situación de disfrute visual de la naturaleza para dar un giro radical y despertar en una realidad asfixiante, nunca mejor dicho. Es verdad que hay un cierto paralelismo, no casual, con esta situación extraña en la que estamos ahora mismo inmersos. Al fin al cabo añoramos nuestra normalidad como un paraíso perdido. Gracias, Anna, por dejar tu comentario. Abrazos para ti también.
Esa realidad virtual tan bella y bien dibujada, remueve esos sentimientos amorosos en esos protagonistas, inmersos en una realidad de máscaras, muy visual y deprimente. Espero que no lleguemos a ello. Buena apuesta, Alberto, me gusta. Suerte y buen 2021. Un abrazote.