53. Porque era encantador
Nunca me ha gustado hablar de mis íntimas emociones y mucho menos de mis pesadillas, pero tal vez sea el momento de la catarsis y la liberación.
Justo anoche, mi padre era un depredador sexual con la misma apariencia de cuando murió. Estaba estupendo para sus noventa y nueve años.
He sido yo quien lo ha descubierto, estaba abusando de la hija de tres años de Amanda y Víctor. Ni idea de cómo habíamos llegado allí los dos. No importa, estábamos en el mundo onírico.
Le he agarrado del pescuezo, y la poca fuerza de su edad ha sido evidente. No ha habido resistencia y yo no he tenido compasión.
Al despertar me he dado miedo.
Los sueños, ese espacio tan misterioso, que a veces se hace realidad, incluso con consecuencias fatales.
Siempre le quedará la duda a este hijo de si mató o no a su padre, lo que si está claro es la actitud deplorable del progenitor y el rechazo lógico y consecuente que le produce.
Un relato que siembra la inquietud al pensar que los deseos más íntimos y terribles que no nos atrevemos a cumplir a la hora de la verdad, en el subconsciente son posibles.
Un abrazo, Javier. Suerte.
Hola, amigo.
Gracias por tu comentario.
Siempre me ha resultado sorprendente e inquietante el mundo de los sueños.
Aquí he querido plasmarlo.
Abrazotes
“¿Qué es la vida? Una ilusión,…que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.” Citando a Calderón, sí lo son, pero no siempre. Suerte y saludos, Antonio
Gracias, Antonio.
Hay sueños que te amargan el despertar porque eres tú mismo quien los crea, aunque sea inconscientemente.
Abrazos