56. Post Mortem
No debería sentir frío y sin embargo estoy helada. Me repugna el olor a casquería mezclado con desinfectante y oírles hablar así me angustia y entristece a la vez. Para ellos solo soy una mujer caucásica, de unos 35 años de edad. Por la forma y tamaño del útero, calculan que tengo un par de hijos. Me gustaría gritarles que sí, que los tuve y que todavía duelen. Dictaminan que mis prótesis mamarias son de 350 centímetros cúbicos con unos diez años de antigüedad y que el contenido de mi estómago se reduce a una papilla semilíquida de color amarillento. La causa de la muerte es clara: sobredosis de alcohol y barbitúricos. Respecto a que mi corazón no presente lesiones aparentes, sinceramente, no estoy de acuerdo.
Muchísimas gracias Juan por tu amable comentario. Que miedo y angustia el quedar reducidos a sólo lo que los ojos ven, ¿verdad? Un abrazo.
El cuerpo, ese envoltorio del espíritu que nos soporta en vida, se rige por leyes físicas y deja huellas de nuestras actuaciones y circunstancias. Sin embargo, somos más que eso, alma y sentimientos, que son, a la ppstre, los verdaderos motores.
Un abrazo y suerte, Nuria, con este relato entre lo que se ve y lo que no.
Ángel, has subido captar a la perfección todo lo que he intentado transmitir. Lo que no sé ve queda para la imaginación de cada lector. Un abrazo enorme y gracias por comentar, tan amable como siempre.
Sobrecogedor este análisis que nos cuentas sobre el cuerpo aparentemente inerte de la protagonista. Cuando me toque desearía estar ausente del todo, aunque si de verdad trascendemos a otra vida mejor, me apunto. Pues sí, nuestro cuerpo es una tablilla de arcilla en la que se ven las huellas de lo que hemos vivido. Ojalá no nos veamos en la situación de forzar de esa manera el final. La última frase, genial. No todo es perceptible. Felicidades y suerte con este original micro. Saludos.
Gracias Juana María por tu comentario, yo también deseo estar ausente cuando me toque, no puedo ni imaginar algo más terrorífico. Un fuerte abrazo
¡Cuántas cosas invisibles hay que se escapan a la mirada forense!
Enhorabuena por describirlo tan bien, y suerte.
Muchas gracias Rosalía por tu amable comentario. Cierto es que se escapan muchas cosas a la mirada forense y por desgracia también cuando miramos en vida, a veces miramos pero no vemos. Un fuerte abrazo.