51. Renacimiento
Le ruego que tenga paciencia conmigo. Si algo tengo claro esta vez es que deseo elegir mejor. Para empezar, de preposiciones, conjunciones, artículos y demás morralla ponga lo imprescindible. Y tampoco se pase con los adjetivos y los adverbios, que luego ni me acuerdo de ellos. Quiero más que nada verbos, para hacer todo lo que en anteriores ocasiones no pude. Pero vaya echando despacio, de modo que yo pueda verlos. Mire, esos tan feos, por ejemplo, quítelos. O aquellos otros, tan inútiles. Evite sinónimos, hombre. Qué bonito este, ¿verdad? Y ese de ahí, tan provechoso además… Ahora sólo falta completar con los sustantivos que quepan, que las cosas pierden concreción sin palabras que las designen y, una vez reducidas a eso o aquello, acaban confundiéndose en la amalgama de… Discúlpeme, sí, sustantivos comunes, aunque no todos. Verá, quiero este nombre propio, ¿sabe?, y si no lo tuviera aquí, haga el favor de pedirlo. Porque nada de esto tendrá sentido si no es con ella.
El lenguaje con el que nos manejamos, con todos sus matices, es de una riqueza extraordinaria, pero nada puede haber mas grande que las letras agrupadas en torno al nombre con el que designamos a la persona amada. La última frase resume una filosofía de vida que todo lo justifica, en torno a la que gira el universo de una persona.
Que no nos falten las buenas letras y la originalidad que conforman las buenas historias como la tuya.
Un abrazo y suerte, A
Siempre tan preciso y acertado, Ángel. Ese universo personal del protagonista, por muy bien diseñado que esté, sólo parece valer la pena si es compartido con la persona amada. Muchas gracias por todo. Yo estoy haciendo una lista de buenos amigos para la próxima vez. Espero que estés disponible, jejeje. Un fuerte abrazo.
Un microrrelato, para mí, genial. De los que me da envidia sana.
Gracias por haberlo escrito
Una nota de amor bella y muy bien hilada.
Abrazos.
Muchas gracias a ti por todo, Luisa. No creo que tus relatos tengan nada que envidiar a este, pero me halaga lo que dices.
Un abrazo.
De poder planificar nuestra vida, no deberíamos olvidarnos del amor. Muchas gracias, María. Vuestra reacción está haciendo que mire con mejores ojos este relato. Un abrazo.
Todo un precioso homenaje a la persona amada. Hay que cuidar mucho al compañero de viaje, por desgracia no tendremos la oportunidad de renacer como el protagonista de tu micro. Me ha encantado, Enrique, por el mensaje y lo original. Un abrazo y suerte.
«Si algo tengo claro esta vez es que deseo elegir mejor», a mí me parece que tu relato comienza con un desamor ya superado por el protagonista y dispuesto a encontrar a otra «ella» digamos a la carta; supongo que lo que hoy puede ser Tinder. Me gusta mucho su originalidad, la forma fácil de leer y la media sonrisa con la que termino. Saludos
He ido recorriendo cada palabra de tu relato, Enrique, como quien desenvuelve un regalo. A este no le sobra ni le falta nada. Pero a mí me faltan los calificativos para expresar cuánto me ha gustado. Gracias y abrazos.
Así es, Juana; no vamos a tener otra oportunidad, y más nos valdría empezar ya a apreciar lo que de verdad importa. Muchas gracias por tu generosa visita, Juana. Me ha alegrado mucho. Un abrazo.
Muchas gracias por todo, Isabel Cristina. Me suelo dar cuenta tarde de las posibles interpretaciones de lo que escribo y la tuya me parece muy coherente e interesante. Mi idea no obstante era la de alguien que quiere evitar sus anteriores errores, pero que no quiere renunciar a lo que sí resultó positivo. Saludos.
Gracias a ti siempre, Belén. Es evidente que me lees con muy buena fe. Tus palabras sí que son un regalo, además de una muestra de lo bien que escribes. Un abrazo muy fuerte, maestra.