SÁTIRA FEROZ
Dicen los teóricos del microrrelato que algunos de los géneros que se ajustan como un guante a los textos cortos son la ironía y la sátira. Y debe ser cierto, o así nos lo ha demostrado Ignacio Feito con su propuesta de un nuevo eslabón para la especie humana. Al leer Eslabón cheesburger, inmediatamente me vino a la cabeza esas imágenes clásicas que retratan la evolución desde el simio al Homo sapiens, puestos en fila. Bueno, nos podemos imaginar, cada cual a su manera, cómo sería el regreso a las cavernas si no reaccionamos a tiempo.
Me parece una crítica feroz contra el típico modo de vida americano, personificado en la todopoderosa hamburguesa, la dichosa “cheesburger”, que poco a poco se va infiltrando en todo el mundo o nos van imponiendo, como queráis verlo (no hace mucho vi el mapa con los países donde ya estaba instalado algún establecimiento donde se dispensan estas hamburguesas, y el número de ellas que se vendía por segundo, y me quedé alucinado), con toda su tontería e infantilismo, y lo que es peor, también con sus ideas que tratan de inculcarnos porque ellos son americanos y han decidido que saben lo que nos conviene. Y además lo hace con ese humor exagerado, de grueso calibre, propio del género, que te arranca la sonrisa, pero que no te hace olvidar toda la carga de profundidad que está ahí, detrás. Cuidado con ella (y limpiaos el ketchup, por favor).
Pero quizá vosotros lo veáis de otro modo…
Concurso: WONDERLAND – Ganador 1ª semana 2014.
(100 palabras justas, excluido título – periodicidad semanal)
ESLABÓN CHEESBURGER, de IGNACIO FEITO
Viéndonos caminar erguidos y sin apoyar el dorso de las manos al andar, llegué a pensar que al fin habíamos dado el paso. Pero se trataba de un espejismo. Mis niños, Sarita, los vecinitos, mi cuñada y mi suegro seguían enfangándose con los pepinillos, la mostaza, el generoso corte de vacuno y el pan adornado con dulces pepitas de sésamo. Mi suegro se levantó entonces con el hocico sangrante de kétchup, sonrió a Ronald y, fijando su mirada en la nueva hamburguesa de bisonte que adornaba el luminoso, soltó de nuevo el ancestral gruñido que nos devolvía a las cavernas.
(Extraído del blog.rtve.es – Wonderland- rne)
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Muy buena entrada, Rafa, y excelente micro él de Ignacio Feito. Y es que algunos no han evolucionado o tal vez han regresado al tiempo de las cavernas.
Un saludo.
Gracias, Amélie. Lo peor es que la plaga parece extenderse. De ahí la atinada crítica de Ignacio.
Un saludo.
Muy bueno, muy divertido y muy pringoso. Y en esasa llegó Adrià.Abrazos, Rafa.
Y es que el humor no debe faltar, Antonia. Supongo que con la cocina de Adrià también nos podemos reír un rato.
Un abrazo.
Y es que deben echarles ‘droja’ para causar ese furor estomacal que parece hacerlas adictivas… Me ha gustado mucho el texto de Ignacio, a mi lo que me da por pensar es que en los tiempos que vivimos solo nos va a quedar comer basura, de un modo u otro, consciente o inconscientemente. Sigue con ello, Rafa.
El relato está muy bien, y lo que te sugiere, si se piensa bien, da miedo, y la situació parece difícil de revertir por los intereses que hay en juego.
Un abrazo.
Bueno, aparte de lo que dices, yo veo también, cierto guiño al veganismo…
Buena entrada, merecidísimo premio.
Me parece otra forma de verlo en la que no había caído, Rosy. La verdad es que a mí me gusta más la carne…
Un abrazo.
Mejor que como lo ha comentado Rafa no sé hacerlo. Felicidades por el micro, Ignacio, más que espejismo, espejo.
Como dato informativo: el sabor (mejor dicho, el olor) de las hamburguesas, patatas fritas, macnuggets y demás lo ponen con unas gotitas de laboratorio. Ahí está el secreto. Por eso sabe igual un filete de toro en Praga que uno de vaca en Palencia, hoy y hace diez años. Lo he visto en un reportaje, está todo super estudiado. Es nuestro sentido del olfato el que tienen entrenao y dominao.
Yo sigo renegando.
No tenía ni idea, Susana. Me parece increíble. Quizá no tarden en imponerlo en las acelgas, en las espinacas…, para que los niños no den guerra a la hora de comer según qué cosas.
Un abrazo.
Es un micro con una enorme fuerza visual, hasta parece que oímos el hociqueo de los comensales.
En cuanto a la evolución-involución que planteas, yo soy de la opinión de que apenas hemos evolucionado nada.
Leyendo algunas noticias o viendo algunos reportajes en la tele, no me queda más remedio que darte la razón, Paloma.
Un abrazo.
Pues después del comentario tan acertado de Rafa poco se puede añadir. Excelente el micro de colonización alimentaria que nos retrotrae a las cavernas (si es que alguna vez salimos de ellas). Me llama mucho la atención lo que dice Susana sobre el olor porque a mí las hamburgueserías me tiran de espaldas y es precisamente por el olor, que me parece repugnante.
Me gusta lo bien que has resumido el relato con lo de la colonización alimentaria, Ana.
Yo llevo fatal lo del olor en la ropa, y procuro no estar mucho tiempo en esos sitios.
Un abrazo.