42. ¡Señor, llévame contigo!
Me abruma pensar que me han maquillado demasiado, yo que apenas uso maquillaje y el rímel se me seca de no utilizarlo. Tampoco el vestido que llevo me parece el más adecuado para la ocasión. Esta no es la imagen que yo querría dejar de un día tan especial.
Se ha corrido la voz del evento y muchos han querido hacer acto de presencia.
Pronto empezaron a llegar amigos, conocidos, familiares; también acudieron gente no grata, ¡uf me sacan de mis casillas!
Me agobia sentir sobre mi piel sus miradas y hubiera querido huir de este lugar.
Ante tanta gente me siento tan vulnerable, tan expuesta, tan a la vista que esta situación está acabando con el poco espíritu que aún me queda.
Los corrillos, los cuchicheos, me están poniendo de los nervios. Rezo porque todo acabe lo antes posible.
Llegó la hora, se hizo el silencio, algún llanto, algún suspiro y mi alivio cuando pusieron la tapa de la caja.
¡Por fin podré descansar en paz!
Qué puede haber peor que ser el protagonista involuntario de un momento, sin que algo tan importante como la propia imagen se haya hecho a la medida de ese actor principal. El vestido inadecuado, el maquillaje excesivo, no poder interactuar ni devolver los cumplidos sinceros, o huir de cuchicheos malsanos, ha de ser algo parecido a sentir vergüenza propia y ajena. Es comprensible que tu protagonista sienta alivio y la frase «descansar en paz» adquiera toda su dimensión.
Un abrazo y suerte, Virtudes
Gracias por tus letras mi admirado Ángel.
Sí, debe de ser casi patético si en ese triste momento el espíritu del finado ve lo que pasa en torno suyo y no poder hacer nada por remediarlo.
Un abrazo.
Virtudes,
Qué bien llevado!
Y muy cierto quien tiene vergüenza, con ella sigue -incluso- hasta después de la muerte.
Me ha gustado mucho, tanto como esa rosa roja con gotas de rocío de tu avatar.
Abrazos
Hola Aurora,
Me encanta que te haya gustado, es el mejor premio para nuestras letras.
Este avatar lleva conmigo desde 2012. Somos buenos amigos. jajaja.
Un abrazo
Hola Virtudes. mi amiga invisible de antaño. Ya veo que tu protagonista ha sido toda la vida muy tímida, como la niña de mi micro. De hecho, he pensado que podría ser la misma, ya adulta, ya esperando su tranquilidad absoluta.
Ha sido una sensación curiosa, como si hubiera habido una conexión y hubieras prolongado el relato para saber que a la hora de su muerte, seguía siendo la misma interiormente.
Me alegra estar aquí, en tu espacio.
Un abrazo Virtudes. Feliz tarde.
Hola Mercedes
Mi protagonista creo que es la “viva” expresión de lo que hubieran “pensado” muchos de los finados en su exposición pública.
Yo sí que estoy encantada de que estés por aquí.
Un abrazo fuerte Amiga Invisible.
Es que a veces es muy pesada la gente. No dejan a uno en paz hasta que la tapa, el telón o la losa no cae.
Jejeje, muy bueno y divertido a la vez. Abrazo y suerte, Virtudes!
Y que lo digas, se empeñan en maquillar al maniquí tan quieto y tan silencioso y a veces lo dejan irreconocible.
No tienen perdón.
Gracias por tu visita y tus letras.
Un abrazo
Pues sí, Juan. Ahora que lo dices yo no había pensado en los retratos que seguramente en muchas casas habrá de familiares difuntos, por lo general niños y niñas que en aquellos tiempos morían muy pequeños y sus padres querían conservar su recuerdo. Yo conocí el caso de dos gemelitas que murieron con tres meses y su madre le encargó a la mía dos túnicas rosas para hacerle la foto. 😥😥
En mi relato es una mujer que nunca quiso ser el punto de mira y parece que después de su deceso no lo está pasando muy bien con tantos potingues y tantas visitas.
Muchas gracias por tus letras. También un beso para ti. Cuídate.