22. Siglo XXI
Charlie ha perdido la risa, quizás la haya olvidado o se la han robado, pero perdió ese gesto tan suyo, y con él su trabajo. Busca a quién pueda darle una pista sobre su paradero, sentado en el bar de su amiga Melanie, que extravió la esperanza y sirve cafés a clientes anónimos sin mirarles la cara.
Se sienta en la única banqueta vacía y pregunta si alguien la ha encontrado. Un señor bien trajeado le ha dicho que no la ha visto, y le ha dado la espalda malhumorado porque no sabe dónde está su alegría. Igual ha hecho la señora que ha perdido la bondad, y no quiere hablar con alguien tan estrafalario y triste. Una anciana pregunta, aunque nadie la escucha, si alguien sabe dónde están sus ganas de vivir. Un caballero con sombrero y gesto adusto, se queja de que no encuentra su felicidad, y al fondo del bar, un padre y un hijo discuten sobre sus ilusiones perdidas.
Al cerrar, los clientes salen, cada uno con su congoja, sin escuchar a un vendedor ambulante que pregona su mercancía: Vendo risas ficticias, alegría inmotivada, esperanza inútil, falsa bondad, vidas truncadas, felicidad fingida e ilusiones rotas.
Ezequiel, cánta melancolía encuentras en estas gentes anónimas. La vida de cada uno representada en ese escenario. Suerte y feliz año
Gracias Calamanda.
Un payaso, una persona solitatara en la barra de un bar, el color blanco y negro… todo rezuma melancolīa y soledad.
Mala es tanta tristeza pero, por favor, que nadie compre nada a ese vendedor; no sulucionará nada, al contrario. Espero, en cualquier caso, que alguna vez se mire, se hable y se acompañe de esta forma. Al menos eso.
Triste, muy triste.
El vendedor solo ofrece lo que otros han desaprovechado por apatīa o inconsciencia. Quizás alguien pueda aprovecharlo.
Los bares parecen espacios para la celebración, pero no siempre es así, en muchas ocasiones vienen a ser también refugios de personas con problemas. El establecimiento de tu relato está lleno de clientes atormentados, pero nadie quiere escuchar a nadie, quizá al hacerlo sentirían cierto alivio y tras él, con la cabeza más fría, el principio de una solución a sus males. El título viene a decir que estos parroquianos no son excepciones, que esa falta de ilusión y de no hallar un sentido a la existencia es algo común en este tiempo que vivimos.
Un abrazo, Ezequiel. Suerte
El gesto abatido de un payaso o la mirada solitaria en la barra de un bar son imágenes muy sugestiva de soledad y tristeza.
Gracias por tu comentario.
Muy actual tu relato Ezequiel. Felicidades.
Besicos muchos.
Gracias.
Es actual, llevamos tiempo padeciéndolo y parece que puede ir a más.
Gracias por tu comentario.
El top manta de los sentimientos perdidos. Sentimientos de segunda mano a precio de saldo.
Quizás sea una profesión con futuro, en un mundo de sentimientos perdidos, olvidados o despreciados.
Gracias por tu comentario.
Parece que en este siglo que vivimos, todos hemos perdido algo, no te falta razón. Pero lo que más me sorprendió es el vendedor ambulante, el que nadie le preste atención me hace pensar que quizás quede algo de esperanza, de la verde, de la que no se pierde. Ojalá no estemos tan perdidos y podamos mirar en nuestro interior hasta hallar lo que creímos perdido.
Saludos Ezquiel y mucha suerte.
Gracias Maribel.
Agarrémonos a esa esperanza.