68. Sin palabras (Pablo Núñez)
La luz del sol ha entrado por las rendijas de los ojos de Agustín. La claridad espanta el luto de las sombras nocturnas y se refleja en el portal que le sirve de cabecero. Ya no duerme tan bien como antes; el somnífero barato que se le agarra al hígado no le hace el mismo efecto que al principio, cuando decidió dar el portazo a su anterior vida de funcionario y, sobre todo, a una familia en la que el cariño fue tornando a costumbre y terminó en condena. Se incorpora y mesa sus cabellos, que parecen hojas de otoño. Con vacilante equilibrio y nubes en la cabeza, coloca una cajita de madera sobre el empedrado y toma su violín. Del fondo de la memoria va sacando melodías, entre dulces y ácidas.
Sentada en un banco, Virtudes se sacude los jirones de soledad que le persiguen desde que huyó de una casa abarrotada. Agustín le lanza una mirada, un beso que se posa en la sonrisa pueril que adorna su boca, y le dedica una pieza que suena a crujiente de vainilla. Entonces, miles de girasoles cosquillean su alma. En ese momento sabe que nunca más volverá a estar sola.
Dos islas solitarias en medio del trasiego de un entorno urbano lleno de seres indiferentes. El violinista vagabundo expulsado de su hogar; la mujer del banco atrapada en un exilio voluntario. Dos circunstancias distintas y, sin embargo, almas similares que terminan por descubrir que son gemelas.
Una historia en apariencia sencilla, que encierra el milagro de una conexión auténtica entre dos personas, con unos personajes muy bien definidos y un lenguaje cuidado, trabajado y bello, que incita a más de una lectura. Un hermoso relato hecho de palabras y sensibilidad que reivindica cuántas cosas pueden transmitirse sin ellas. A mí me ha gustado mucho.
Un abrazo grande y suerte, Pablo
Cuando uno termina de escribir un relato, sabiendo que es el lector el último protagonista que le dará su personal visión, en su interior lo que quiere es que ese lector sienta y entienda la historia que tal como la montó en su cabeza. Si ocurre eso, sabes que la historia será peor o mejor, pero que la menos la supiste plasmar con palabras.
Esa es la sensación que me queda después de leerte, mi querido amigo Ángel. Cada vez que me comentas un relato parece que pudiste leer en mi cabeza lo que quería mostrar, y eso me pone muy contento.
Un fuerte abrazo y mil gracias.
Pablo
Mi mente vacila con la escena que describes porque no sabe si presentármela como una penosa situación o dejarse llevar por esas expresiones tan bellas que dulcifican las desgracias. Es que…con melodías que suenan a crujiente de vainilla y girasoles que cosquillean el alma, la vida se ve diferente. Escribes muy bonito. Un saludo, Pablo.
Hola, Bea. A esas dos frases que te refieres le di mil vueltas, porque quería buscar una metáfora especial, diferente, que no sonara a cursi pero que fuera efectiva y, si podía ser, llegara al corazón de quien la leyera. Uno no sabe muy bien cuando arriesga si lo escrito quedará bien o ridículo y tu comentario ha conseguido que miles de girasoles cosquilleen mi corazón, y eso me encanta.
Un besazo y gracias por pasarte por aquí.
Pablo
Esas dos frases son una maravilla, poeta.
¡Suerte!
Besosss
Muchísimas gracias, Nuria. Me alegra que te gusten. Viniendo de ti es todo un halago.
Un besazo.?
Cómo hacer poesía en situaciones dramáticas. Si existiera un curso de escritura con esa temática, tú podrías ser el profesor. Precioso relato, triste y esperanzar a la vez. Enhorabuena y mucha suerte. Besos.
Muchísimas gracias, Beatriz. Yo creo que la poesía puede estar en muchos sitios, no solo en los relatos, por ejemplo en unas croquetas bien hechas. Ahí sí que hay poesía ☺️. Yo quiero una profesora como tú y ser siempre alumno. Besazo. ?
Pablo, me gustó tu prosa poética. Dibujó en mi boca una sonrisa más grande que la de los emoticonos amarillos.
La ternura se condensa en la penúltima línea.
Enhorabuena
Sonrisas mil
Manuela
Qué alegría que un texto haga feliz a alguien. ¿Hay mejor premio que las palabras que me dices,Manuela? Yo creo que no.
Besote. ?
Un relato lleno de poesía, es tan bello que casi no te importa la historia. Un beso.
Muchísimas gracias, Maite. Bello es tu comentario, y además con pocas palabras dices mucho, y yo estoy encantando.
Besazo. ?
Haces visibles en tu relato a dos de esas personas que para muchos de nosotros ni existen, pero además penetras en su ser y en su vida dándoles todo el relieve que merecen. Entrañable y bella historia, Paul. Mucha suerte con ella.
Un abrazo.
Muchísimas gracias, Henry. La calle está llena de gente anónima capaz de protagonizar grandes historias, o al menos inspirarlas. Es bueno el observar. El otro día encontré un vagabundo que estaba dando de comer, de beber, y acariciando con un paño húmedo a un perro callejero que estaba débil, quizá por el calor y por la falta de líquido y alimentos. Aquella escena estaba siendo invisible para muchos transeúntes, pero no para mi hijo y para mí, que nos quedamos mirando, sin ayudar, pues ese hombre ya estaba haciendo lo correcto y no le hacía falta ayuda, y apenas nos cruzamos las miradas y una sonrisa breve. Consiguió reanimar al perro y seguimos el camino.
Me he enrollado un poco, Enrique, pero es un ejemplo de lo que se aprende, de lo que se siente observando por la calle a gente que da esperanzas para pensar que el ser humano, o algún ser humano, sigue teniendo corazón y buenas intenciones.
Gracias por tus palabras, amigo mío.
Un abrazo.
Acabo de leerlo. Es increíble el don que tienes para dibujar almas, para tocar el corazón, para hacer tangible la esperanza. Desde el lado oscuro se agradece que haya artistas capaces de crear luz como tú, brother. Fuerte abrazo!!