07. SOFÍA, COMO MI MADRE (Ángel Saiz Mora)
Era sencillo, solo debía dejarme llevar por un sinfín de actividades para solaz del pasaje, pero los espectáculos musicales del crucero me dejaban frío. La moqueta era incapaz de amortiguar el plomo de mis pasos. Agridulce contra el desánimo resultaba el alcohol de los cócteles, tan ineficaz como socializar con turistas, limpiadores, animadoras o camareros.
Sobre cualquier estímulo externo predominaba la ineludible realidad que me tenía abatido: una anciana no suele sobrevivir a su hijo.
Necesitaba atenuar el presente de duelo con alguna escena agradable de tiempos mejores. Entornados los ojos, acudí a la imaginación, que nunca me ha faltado.
En el ensueño intenté retroceder hasta el útero materno, mecido por acogedoras aguas amnióticas. Sabía que era ilusorio reproducir, imitar siquiera, esa situación de inigualable sosiego, aunque las templadas burbujas del jacuzzi de cubierta ayudaban. A falta de cordón umbilical sentí el contacto del pulgar de un pie. La sonrisa de disculpa no ocultaba el desamparo de aquella mujer joven, que había perdido a su bebé meses atrás.
Su tendencia maternal y mi orfandad conectaron durante dos horas de charla cómplice.
Ella decidió en qué camarote pasaríamos la noche. Yo propuse un nombre para nuestra niña meses después.
Como se suele decir, siempre hay un roto para un descosido.
Me parece muy acertada la equipación del agua del jacuzzi con ese líquido amniótico del vientre materno en el que nos sentimos todavía a salvo.
Los seres humanos tratamos de imitar a la naturaleza, conscientes de que nunca vamos a superarla, pero seguiremos intentándolo, sobre todo, echándole imaginación, que no falte.
Gracias por leer y comentar, Raúl.
Un abrazo
Una historia de la que puede salir una película
con un final más o menos feliz.
El destino caprichoso una a dos personas desesperanzadas, o a lo mejor no es tan caprichoso.
Se agradece este final, ¡hay tantas desgracias!
Nunca sabremos si nosotros mismos somos quienes propiciamos los encuentros, aun de forma inconsciente, o la vida nos pone delante a quien necesitamos en cada momento.
Te confieso que tenía otro relato pensado, acorde con el tema propuesto, pensado y escrito, a decir verdad, mucho más trágico y desesperanzado; lo he dejado en un cajón, como se suele decir, porque, como bien dices, andamos saturados de desgracias, y he preferido escribir el presente, con un tono muy distinto.
Muchas gracias, Rosa
Un abrazo.
El destino tiene, a veces, alma de payaso. Nos hace llorar, y después reír…Y así conseguimos seguir adelante. El negro cielo no dura para siempre y tus dos protagonistas lo saben. Enhorabuena y un abrazo, querido amigo.
Hay un tiempo para todo. Tras los nubarrones solo puede salir el sol. Es fácil decirlo cuando han pasado, porque entonces creemos que han venido para quedarse. Entender y aplicarnos este conocimiento tan básico nos ayudaría mucho.
Mil gracias, Puri
Un abrazo
Ángel, me encanta cómo, partiendo de una situación de duelo y tristeza, tu historia va remontando hasta el final feliz, que nos lleva al titulo y cierra el micro. Es muy esperanzador.
Un abrazo y suerte.
Ya sabes lo de que «Dios aprieta, pero no ahoga». Nos cuesta muchísimo tratar de.entender ls muerte, y nunca acbamos de hacerlo, pero mientras es posible, la vida siempre sigue.
Muchas gracias, Rosalía
Un abrazo
Me gustan mucho todas esas imágenes que evocas, Ángel, tanto las tristes como las alegres, todas son bellas. Aunque agradezco, francamente, que hayas optado por un final feliz.
Un besazo y mucha suerte, amigo.
Con tantas noticias tristes y preocupantes, apetecen más lgunas gotas de esperanza y alegría.
Muchas gracias, Ana María.
Un abrazo
Una historia agridulce como la vida, de finales y comienzos, de separaciones y uniones. De belleza y derrumbe, apropiada al tema del mes, como no podía ser menos.
Un abrazo, Ángel.
Estamos hechos de cal y de arena, a veces vienen mal dadas y otras parece que se abre el cielo. Lo que está claro es que de todo se aprende.
Muchas gracias, Manoli.
Otro abrazo para ti.
En este relato las pérdidas se convierten en hallazgos maravillosos. Me ha encantado, Ángel.Un abrazo y suerte!
Como suele decirse, la vida, de una manera o de otra, sabe abrirse paso, y todo tiene sus ciclos.
Me alegra que te guste, Susana.
Muchas gracias y un abrazo
Hola Ángel, qué bien contada, no es fácil transformar la desesperanza en final feliz sin que resulte forzado y creo que lo logras y lo resuelves muy bien. Suerte amigo!! Un besazo.
La vida suele.compensar, cuando parece que te quita uma cosa, puede ser que venga otra. Siempre hay motivos para seguir, aunque a veces las heridas no cicatricen del todo.
Muchas gracias, Elena.
Un abrazo
Me gusta muchísimo, Ángel. Felicidades 🤗
Si le gusta a alguien es que ha merecido la pena escribirlo, o eso me gusta pensar.
Mil gracias, María José.
Un abrazo
Preciosa historia Ángel y que bello lo has narrado con ese final que te vuelve al título para cerrar un relato redondo. Enhorabuena. Me huele a recopilatorio,😉
La vida golpea fuerte en ocasiones, pero también tiene, no sé si para compensar, un lado amable y posibles salidas. Y todo puede caber en unas pocas líneas, al menos eso he intentado.
Agradezco mucho tus palabras, Fernando.
Un abrazo
Un bello texto lleno de bonitas imágenes, incluso las que reflejan tristeza. Muy bien encajado el tema propuesto.
Suerte, que te la mereces.
Hasta una pérdida personal puede tener una cierta estética, siempre vista desde fuera, porque para quien lo sufre es otra cosa. Mos observadores podemos permitirnos otra perspectiva.
Agradezco mucho tu lectura y tus palabras, Edita.
Un abrazo
Pues no, no era tan sencillo como pudiera parecer. Un presente de duelo difícilmente se atenúa con distracciones triviales. A veces, sin embargo, las circunstancias pueden ser tan favorables que la consecución de nuestros deseos vaya más allá de las expectativas, produciéndose, como en este caso, una situación tan feliz para ambas partes como irrepetible. Muy bien logrado este complicado concepto de la Nepakartojama, con un final que nos lleva al título haciéndolo aún más perfecto. Enhorabuena y mucha suerte con él, Ángel. Un abrazo.
Cuando estamos tocados por la peaadumbre y, en especial, por una ausencia irreemplazable, es cuando vemos que la vida no es una broma y que las trivialidades son puras minucias que no curan heridas. Por suerte, la vida quita, cierra etapas y puertas, pero también abre otras.
Mil gracias, Enrique.
Un abrazo
Hola, Ángel.
Te ha quedado una historia de película, no hay duda de ello. No sé si el título tiene alguna intención secundaria a parte de cerrar el círculo de esta historia o simplemente es un nombre que te gustaba, en todo caso cumple su misión a la perfección.
Un relato agradable de leer, que deja un poso de satisfacción que traduce a la perfección el significado del vocablo objeto de esta última convocatoria. Un abrazo, querido tocayo.
El nombre de la madre del protagonista que aparece en el título no tiene una especial intención, es el que surgió, simplemente. Si se trata de una lectura agradable y te ha gustado a ti ya me doy por satisfecho.
Muchas gracias, querido tocayo. Mientras quedo a la espera de leer tu relato, te mando un abrazo.
Hola, Ángel, la vida es una caja de sorpresas. Hizo que cada uno de los protagonistas subiera a ese barco con ánimo de distraerse, dar esquinazo al menos por unos días a la tristeza generada por la pérdida de sus seres queridos. Pero les esperaba mucho más que eso, conocerse ha supuesto estrenar una nueva ilusión, y que ésta posteriormente se materialice en Sofia, su proyecto de futuro juntos. A mí también me ha gustado mucho el símil de las burbujas del jacuzzi con las aguas amnióticas. Un placer leerte siempre. Suerte y un abrazo.
Nadie sabe lo que el destino, o vaya usted a saber qué o quién, le va a poner delante, a veces puro dolor y otras lo contrario. Es como si para que haya instantes gozosos y saber valorarlos, también se precisasen sus opuestos.
Me alegra que te guste, Juana.
Muchas gracias y un abrazo
Si lo mejor es no proponérselo, no buscarlo. Si tiene que surgir hay que dejarse llevar. Dos almas heridas que se encuentran, cada uno con su tristeza. El roce del pulgar en el jacuzzi me ha parecido delicado y divertido. Encaja muy bien con el tema porque nos presentas una casualidad difícil de repetir. Y esta pareja lo sabe aprovechar.
¡Bien por ese final feliz!
Muchas cosas surgen cuando menos se espera, en cuyo caso, lo mejor es dejarse llevar. No hay que permitir que escapen las casualidades, el destino, o lo que la vida nos ponga delante. Esos instantes son una oportunidad única y un tesoro.
Muy agradecido por tu lectura y tus palabras, Pilar.
Un abrazo
Me ha gustado mucho esta historia de duelo con final feliz. El cambio del personaje es claro, y a él, como a veces ocurre en la vida, el destino le tenía reservada una grata sorpresa en ese jacuzzi de cubierta donde la temperatura del agua seguramente fue subiendo poco a poco. Muy buen texto, como suele ocurrir con todo lo que escribes, querido Ángel. Un abrazo muy grande
La temperatura puede subir por muchos motivos, es muy cierto, como también que la vida te quita cosas, pero te da otras en un eterno intercambio, un juego que a veces cuesta jugar, pero en el que no dejamos de aprender.
Me alegra que te guste, Jesús.
Muchas gracias y un abrazo
A ese cordón umbilical la muerte lo corta, aparentemente, de manera inexorable. Y digo «aparentemente» porque ni la misma muerte imagina que ese hombre huérfano, que intenta sobrellevar el duelo en ese crucero de placer, lo recupera, en cierto modo, conectando amorosamente: por un lado, con esa joven maternal en el jacuzzi, y por el otro, con esa niña que ambos tendrán y él llamará como a su madre…
Un encuentro irrepetible, contado en un micro hermoso.
Como siempre, Ángel, un placer leerte.
Cariños,
Mariángeles
La vida, en sus ciclos, se lleva a personas esenciales; es algo natural, pero lo vivimos como una tragedia dolorosa, porque estamos hechos de sentimientos. Por suerte, esa misma vida, o ese Dios, que «aprieta, pero no ahoga», ofrece nuevos alicientes.
Mil gracias, Mariángeles
Un abrazo
Poco que añadir a los comentarios, Ángel, me uno a todos, es agradable leer un relato alentador y esperanzador. Creo que era Tagore quien decía que si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas. Genial.
¡Un abrazo!
Siempre hay estrellas qué mirar, mundos nuevos para vivir. Que nunca perdamoa la ilusión ni la esperanza.
Muchas gracias y un abrazo, Aurora