83. Sorpresas de la luz
Cuando la mañana ilumina a la abuela, le veo unos grotescos pelos brunos en la cumbamba.
Ella me dice que son las babas del diablo y que al mediodía desaparecerán.
En la tarde, no están ya los pelos.
En la noche veo brillar al diablo en los dientes desportillados de la abuela.
Ella me consuela diciéndome que no me preocupe que ese diablo es de juguete y sus dientes son de caucho.
Seguro que esta abuela fue una hermosa mujer, pero el paso del tiempo todo lo degenera, ejerciendo una metamorfosis que degrada, otorgando aspectos diablescos a quien, posiblemente, fue un ángel. Pero todo es pasajero, como ella bien dice y demuestra, dentro sigue habiendo una persona maravillosa que sabe abrirse paso bajo ese envoltorio impuesto.
Un relato sobre los efectos de la luz y el aspecto de las personas en diferentes momentos del día. Siempre somos los mismos, y al mismo tiempo, somos distintos a lo largo de una misma jornada, según las circunstancias y escenarios.
Un abrazo y suerte, María