Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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104. ¿TE ACUERDAS DONDE SOLIAMOS GRITAR?

Ella no recuerda su nombre, es cierto, pero no ha olvidado la forma en que la miró. Tenía entonces catorce años. No se conocían de antes. Se encontraron cerca del acantilado, en una zona desde la que no se divisaba a nadie, ni siquiera una casa. Ella estaba muy cerca del borde, quieta, inundada de una tristeza tan inmensa como el océano. Él se acercó despacio temiendo asustarla. Se colocó a su lado.

—¿Qué te ocurre?

Ella lo miró. Sintió que su angustia se disolvía. En aquellos ojos se abría una puerta por donde ella quería entrar y refugiarse y quedarse y no salir.

—Creo que vine aquí para gritar.

Ambos seguían mirándose a los ojos. Se cogieron de la mano. El viento les revolvía el pelo. El oleaje era ensordecedor.

—Yo también. Tendremos que hacerlo con fuerza para que la voz no se ahogue con las primeras olas.

Dos veces más volvieron a encontrarse en el mismo lugar y gritaron de nuevo al unísono.

Ella regresó cientos de veces, pero no lo ha vuelto a ver. Han pasado muchos años y lo sigue echando en falta. Aquellos ojos. El tacto de aquella mano. Su verdadero hogar.

2 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Hay instantes mágicos, aquellos en los que coincidimos con personas afines, que aparecen en el momento preciso y en el lugar oportuno. ¿Casualidad o destino?
    Esa conjunción sucede muy pocas veces. Por eso, tu protagonista no puede olvidarlo y le gustaría que se repitiera, no es algo que haya caído en saco roto.
    Seguro que lamenta no haber tomado nota de un teléfono o de una dirección, no haber impedido que la vida les separase sin intentar profundizar en esa magia. Tristeza, por ello, más nostalgia, de entonces, no abandonan al personaje. No tenemos constancia de los pensamientos de la otra parte, pero los imaginamos similares, siendo, como son, almas gemelas.
    Un relato lleno de sensibilidad, con un título sugerente, símbolo de la evasión que necesitaron y compartieron, aunque partiesen de circunstancias diferentes.
    Un saludo y suerte, Alberto

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