Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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39. Te recuerdo Amanda (Mar González)

Se casaron de negro, como tantas parejas en una época en la que se entrelazaban lutos. El amor era cosa de ricos. Los pobres tenían hijos. Trece, en su caso. Uno detrás de otro. 

Nunca se quejó de nada. Lloró en silencio las muertes y asumió su vida. Llenó cada día el puchero y hacía magia con tijeras e hilo. 

Él salía cada mañana y ella, los domingos a misa. Siempre juntos, como en esa foto sepia de la pared. Uno al lado del otro, pero sin llegar a tocarse. 

Al principio fueron cosas pequeñas. Preguntar tres veces por el tiempo. Quedarse parado frente al armario. Dar vueltas al café sin azúcar. Ella fue buscando soluciones a cada necesidad y a dejar notas que indicaban lo que había dentro de los cajones y los botes.    

Hace un tiempo que Manuel le coge la mano, la acaricia y le canta al oído. 

– Me enamoré la primera vez que te vi. Sé que estoy perdiendo la memoria, pero te recuerdo Amanda. Nunca olvidaré esos ojos verdes.

Carmela sonríe. Le aprieta la mano y aparta la mirada, para que no vea caer una lágrima de sus cansados ojos marrones. 

24 Responses

  1. Un recordatorio hermoso al inolvidable Víctor Jara.
    Quizás tu protagonista ni se llame Amanda. Pero no importa, quizás nunca haya oído palabras tan hermosas; quizás nunca haya sido tan feliz, incluso dentro de su justificada y profunda tristeza.

  2. Ángel Saiz Mora

    Ya lo dice el refrán: «Qué poco dura la alegría en casa del pobre». Las circunstancias pesan y mucho. La necesidad es un lastre que condiciona. El tiempo pasa para todos, ricos y pobres, del declive nadie se salva, del final anunciado tampoco, la diferencia es la calidad de vida entre el nacimiento y el desenlace. Cierto que la actitud y la manera de tomarse las cosas influye, pero la falta de medios en origen todo lo complica. Podemos decir que los ricos también lloran y que el dinero no hace la felicidad, pero algo consuela, ayuda y favorece.
    Un relato marcado por el realismo, con tres palabras finales: «cansados ojos marrones», que resumen bien las consecuencias de acarrear una carga ineludible y constante, que convierten el día a día en una lucha cotidiana, sin apenas alicientes.
    Un abrazo y suerte, Mar

  3. Madre mía, ayer me llevé todo el día con el soniquete de esa canción en mis labios. Qué casualidad.
    Es entrañable tu relato y, como dices, un retrato en sepia, costumbrista y tristón. De conformismo y dolor. Qué pena, cuánta lágrima y para qué, si la vida tenía que ser bonita para todos, ¿no crees?
    Me ha gustado leerte.
    Una feliz noche para ti, vístete de colores.

  4. Ignacio Rubio Arese

    Un relato muy logrado, Mar. Nos vas sumergiendo poco a poco en la historia, en el fluir de los personajes. Nos vas aportando indicios de lo que se avecina y, finalmente, concluyes de la manera esperada haciéndole un hermoso homenaje a Víctor Jara. Enhorabuena y suerte!

  5. Una historia cualquiera, verosímil hasta la médula. Una vida de sacrificio, de acarrear con lo que toca; de sacar adelante la casa, al marido y los hijos; de callar, de agachar la cabeza… Como ese hermoso/triste final con el que desbarajustas tantos años de matrimonio.
    Y, Carmela, sigue sonriendo, aguantando.
    Muy bueno, Mar!!

    Un abrazooo grande.

  6. Muy bueno, Mar, como desgranas la vida y esos recuerdos que se van perdiendo entre cajones, armarios y puestas de sol. Esas vidas, la de ella y la de él. Y ese final abierto que deja la duda de si es la memoria la que confunde los nombres o es otro recuerdo secreto el que aflora.

    Muy bien escrito.

    Saludos

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