74. Última cita
—¡Viene directo hacia nosotros!, gritamos en la oficina, justo en el momento en el que va a impactar en la cristalera y entonces me despierto sudando con el corazón a mil. Abrazo a mi mujer y me levanto a dar un beso a mis hijos para tranquilizarme, pero ya no hay manera de volverme a dormir, doctor.
—Tranquilo, es solo una pesadilla normal y corriente. No se imagina cuánta gente viene con la misma historia. A veces el cerebro es capaz de crear cosas inimaginables. No le dé más importancia. Bueno, es la hora, si le parece nos vemos ya para septiembre. ¿El once le parece bien?
Probablemente, el cerebro no da puntadas sin hilo; otra cosa es saberlas interpretar. No hay que subestimar las señales, tantas cosas que desechamos porque no nos parecen lógicas, cuando alguna coherencia que se nos escapa sí que tienen. Puede que alguien imaginase, no por casualidad, que un avión de psajeros podría estrellarse contra unas torres emblemáticas.
Un relato para la reflexión, con una cita médica que podía intuirse que iba a ser la última, aunque fuera difícil de imaginar, y más aún, de aceptar.
Un abrazo y suerte, Francisco Javier
Muchas gracias, Ángel, como dices el cerebro no da puntada sin hilo.
Un fuerte abrazo
Hola tocayo:
Faltaría saber si la cita fue por la mañana o si estaba programada para la tarde. A veces unas pocas horas son cruciales. Tu portagonista tuvo una premonición acertada.Si la pesadilla era recurrente aal menos pudo despedirse de los suyos.
Mucha suerte y un fuerte abrazo.
Muchas gracias, tocayo. Buena apreciación.
Un fuerte abrazo, compañero.
Uf, los pelos de punta. Un micro diálogo que no sabes por donde va a ir hasta la pregunta final. Y entonces todo cobra sentido, título incluido. Redondo.
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias, Rosalía.
Un fuerte abrazo