13. Una mañana perfecta
La mañana había amanecido gris y amenazando lluvia, pero a Amancio, a quien gustaba tanto el invierno, le pareció un buen día para salir a pasear. Sin dudarlo y mientras canturreaba, desayunó, se vistió, se enfundó la vieja gabardina, cogió el paraguas y salió.
Las nubes oscuras del día anterior habían descargado durante la noche porque la calle estaba mojada y los baches de la carretera llenos de charcos. Nada más salir del portal un coche pasó a toda velocidad y salpicó su recién lavada gabardina: «parece que Ayuntamiento aún no arregló los socavones…» se dijo paciente.
Apenas llevaba unos minutos caminando cuando un fuerte viento comenzó a soplar y una nube caprichosa descargó sin tregua. Amancio se dispuso a abrir su paraguas pero el viento volvió del revés las varillas, y sin darle tiempo a refugiarse, acabó mojado como una sopa: «es lo que tiene la lluvia, que moja» dijo mientras se secaba la cara con un pañuelo…
Diez minutos más tarde y después de caminar a duras penas unos doscientos metros desde su casa, Amancio regresaba empapado pero feliz: «una mañana perfecta para caminar» se dijo a sí mismo satisfecho y esbozando una ligera sonrisa…