90. Vertido de esperanza (Salvador Esteve)
El gris era ahora el color incurable de sus aguas. El coral había sido sustituido por plástico, la sal por pesticidas. La mayoría de la fauna marina había sido esquilmada. Ella era la reina, la última de su especie. El cetáceo surcaba los mares en soledad, sin rumbo. Pero había llegado su hora, la Naturaleza le susurró su destino.
Con la fuerza de su linaje, con el coraje y el orgullo que le inculcaron sus ancestros, emerge de las profundidades levantando un descomunal géiser, sería el último. A poca distancia, el barco ballenero otea el horizonte en busca de la ballena azul, la más preciada. Sus tridentes de muerte están dispuestos para ser disparados.
Despacio, pero sin vacilar, se dirige hacia los arpones reclamando la eternidad, anhelando su acero, hasta que estos penetran en sus entrañas. El color regenerador de su piel se diluye sobre las negras aguas. Poco a poco, el azul se va extendiendo por los océanos.
Poesía en estado puro.
Confío más en tu ballena que en todas las «Cumbres».
Chapó!.No se me ocurre nada más.
Un abrazo, feliz año y suerte.
Muchas gracias, Javier, por tus palabras. Un abrazo y feliz año.