20. VICTORIA AMAZÓNICA (Carmen Cano)
La joven pareja canadiense rema extasiada por el Amazonas. Han conseguido una beca para investigar comunidades indígenas.
Bajo sus gorras verdes albergan la esperanza de un ambicioso proyecto: preservar alguna lengua en peligro de extinción. En la de él asoman mechones rojizos; de la de ella cuelga una coleta rubia.
Cuando se adentran en la selva, sienten la exuberante vegetación y los sonidos de la vida animal como un recinto sagrado. Caminan despacio, en silencio. Ignoran que decenas de ojos los espían entre el follaje.
Una mordedura de serpiente derriba a la antropóloga. Al alzar la vista, se encuentran rodeados por hombres pintados de verde que los apuntan con sus flechas.
Les desagradan los intrusos, pero se apiadan de los ojos esmeralda de ella. El chamán le cura la herida y les ofrecen un líquido verduzco. Lo toman en señal de agradecimiento y caen en un profundo sueño. Dos mujeres les untan el cabello con el jugo de una planta acuática de grandes dimensiones, la victoria amazónica. Todavía inconscientes, los conducen hasta la embarcación. Cuando despierten, solo tendrán recuerdos inconexos y el pelo negro.
Los indígenas intuyen que su pequeña tribu corre peligro si contactan con los humanos vestidos.
Vaya, qué aventura. Cualquiera se va de excursión con ese panorama…jajaja.
Menos mal que los ojos siempre son hechiceros cuando miran dentro de las personas, a ellos les salvó eso y la esmeralda de su interior.
Bueno Carmen, un micro muy exótico y después de todo, ir sin ropa no está tan mal, así que creo que pueden contar esta aventura como una experiencia inolvidable.
Buenas noches Carmen, que disfrutes mucho del fin de semana que se aproxima. Un abrazo.
Muchas gracias, Mercedes. Estos jóvenes no están preparados para adentrarse en la selva ingenuamente, por nobles que sean sus intenciones.
Los indígenas, integrados en su hábitat, no necesitan ropa ni intrusos.
Respecto al fin de semana, creo que será un disfrute compartirlo en Comillas con los compañeros de esta casa.
Un beso.
Esa pareja tuvo la suerte de encontrar en lo más profundo de la selva a una tribu, personas adaptadas totalmente al entorno. Gracias a esa circunstancia, la mordedura de una serpiente no resulta fatal. Los nativos, que no salvajes, salvan la vida de los visitantes y también modifican su aspecto, intuyendo que su fondo es bueno y su vida merece preservarse. Sin embargo, también les sobreviene otra intuición mucho más dura: la de que otros semejantes a ellos no les respetarán si conocen su existencia.
Esa pareja no sabrá muy bien qué les ha sucedido. Mejor que regresen al mundo al que pertenecen y que aquel paraíso verde y sus integrados habitantes continúe como hasta ahora. sin los hombres que todo lo estropean en nombre del progreso y el consumo sin medida.
Un relato lleno de aventura y misterio, evocador desde el título. Una historia llena de mensajes que merece lecturas y relecturas.
Un abrazo grande, Carmen. Hasta pronto
Qué buen comentario me dejas, Ángel.
En el relato se oponen dos mundos, el de la tribu integrada y respetuosa con la naturaleza amazonica y el de los humanos, que por muy altruistas que sean sus objetivos, acabarán contaminando todo cuanto toquen.
No sé si es mejor dejar constancia de lenguas en peligro de extinción, noble propósito, o que se extingan sus hablantes en contacto con nuestra «civilización» depredadora. En todo caso, a unos y a otros los salva en el relato su bondad innata.
Un fuerte abrazo y nos vemos pronto.
naturaleza amazónica*
Unos indígenas muy sabios, nunca la gente vestida fue de fiar. Bien traído el verde a una historia que es un canto a la defensa del medio ambiente.
Suerte y besos.
Una defensa a un Amazonas, pulmón del planeta, que soporta un proceso de desforestación y extinción de especies que no nos podemos permitir.
Muchas gracias, Rafa. Besos.
La humanidad existe y es algo superior al hecho de creer que dependiendo de donde hayamos nacido, estamos civilizados o no.
Me ha encantado tu verde relato Carmen.
Un abrazo
Civilizados no son los que contaminan el planeta, Pilar, sino los que saber respetar la naturaleza, como muy bien dices.
Me alegro de que te haya gustado. Muchas gracias y un beso.
La sabiduría pura de milenios arrollando a unos intrépidos becarios. Y con clase de botánica incluída. Enhorabuena Carmen, y suerte.
Muchas gracias, Álvaro.
Los sabios saben vivir en armonía con la naturaleza y aprenden de ella.
Los becarios proceden de otro mundo y están muy verdes, en otro sentido.
Un abrazo.
Hola, Carmen.
Nos presentas un relato magnífico, plagado de mensajes dirigidos a esta sociedad nuestra que, en ocasiones, muestra su rechazo a lo distinto. Te deseo suerte.
He intentado hacer una crítica a nuestra sociedad, que se cree evolucionada y superior a otras formas de vida más respetuosas con la naturaleza.
Muchas gracias por tu comentario, Ton. Un abrazo.
Me encantó esta «Victoria amazónica» que se logra sin recurrir a la violencia ni al derramamiento de sangre, porque la tribu verde supo leer, tras las buenas y loables intenciones de los lingüistas (que vaya si lo eran), un peligro cierto a su vida, comunidad y costumbres.
No sé vos, pero yo en ese teñido de pelo que los indígenas les hacen, veo lo contrario a lo que le pasó a las culturas precolombinas: en vez de ser afectados por la cultura, armas y enfermedades de los humanos vestidos, es esta tribu la que, indudablemente, les deja a ellos su marca.
Muy buen micro, CARMEN; te felicito.
Besos,
Mariángeles
Aquí el encuentro de los humanos presuntamente superiores y la comunidad indígena no es violento. Los hombres verdes no se imponen, pero les dejan su marca, ese pelo negro, rasgo de su canon de belleza. Y los dejan marchar porque creen en la bondad de estos jóvenes, pero no de la sociedad de la que provienen.
Has establecido una interesante comparación con la época colombina.
Muchísimas gracias y besos.
Hola, Carmen. He buscado algo de información acerca de esta planta tan exótica y ya solo por lo que he aprendido merece la pena haber leído tu relato. Aparte de esto, que para mí ya es mucho, la historia tiene un mensaje de comunión y tolerancia entre culturas muy bonito. Si entramos en lo narrativo, además de ser muy evocador y aventurero creo que puede extraerse, o a mí me lo parece, una moraleja: «Hay que fiarse de la intuición, suele acertar en el juicio».
ENTCantado de haberte conocido. Un abrazo.
Me alegra haberte descubierto algo de las Américas, ya descubiertas por sus propios pobladores. Si queremos, si pudiéramos, aún estamos a tiempo de salvar el planeta. Es desolador ver la deforestación progresiva del Amazonas, la desertización, el deshielo de los Polos. Solo los humanos somos responsables, solo en nuestras manos está la salvación del medio ambiente, de multitud de especies, lenguas y la supervivencia de pequeñas culturas, tan respetables o más que la nuestra.
Ha sido un placer conoceros a ti y a Mari Carmen, y compartir vivencias en Comillas.
Un fuerte abrazo.
Me ha dado la sensación de estar en una película. No solo está deliciosamente escrito sino que tiene un gran mensaje. Buena intuición la de esos indígenas…
¡Suerte! Besos.
Gracias, Nuria, por ser capaz de visualizar la selva amazónica. El mensaje lo sabemos todos. Lo difícil es que se haga realidad.
Un beso.
Bravo por los indígenas, seguro que tus potras, que parecen buena gente, entienden ese celo por preservar su vida y cultura.
Muy buena apuesta Carmen, acercarme a tus letras, todo un acierto.
Reitero lo mucho que me ha gustado conocerte. A ver, a ver, si no pasa mucho tiempo hasta la próxima.
Un beso enorme y suerte.
Todos deberíamos respetar la diversidad cultural y la naturaleza.
A mí también me ha encantado conocerte y cotagiarme de tu alegría, Rosy. Muchas gracias por tus palabras y un beso-abrazo enorme.
Encuentro sugerente el de tu relato, Carmen. Una pareja que quiere evitar que algo del legado amazónico se pierda y los indígenas que se sienten amenazados. Tras el accidente de la mordedura por la serpiente se muestran sus sentimientos, ayudando a los “humanos vestidos”, pero preservando la seguridad de la tribu. Al despertar, la herida curada mostrará a los protagonistas la intervención salvadora y el cabello negro será señal. El lector se siente acompañado de principio a fin por la atmósfera que consigues dibujar.
Un abrazo, enhorabuena y suerte.
Hola, Josep Maria. Veo con retraso el comentario que me regalas.
Los jóvenes tienen buenas intenciones, pero ya sabemos que muchas conducen al infierno. En cambio, la actitud de la tribu es más sabía: en cuanto contacten con los humanos vestidos, la selva y su propia existencia estarán amenazadas. Los humanos de los países «desarrollados» son depredadores naturales. A la joven pareja la salvan porque intuyen su bondad. Les regalan la vida y una señal para el billete de vuelta a casa.
Muchísimas gracias por tus palabras. Un fuerte abrazo.
Carmen, un relato muy bueno, que es un canto a la defensa de la naturaleza y a los pueblos que habitan los rincones más recónditos de muchas selvas de este mundo.
Esta pareja de aventureros, aún con buenas intenciones, es mejor que no recuerden nada de su experiencia en la selva amazónica, ni para agradecer el tratamiento por la picadura. Más vale dejar las cosas como están.
Has sabido plasmar y hacernos ver el color verde en todo tu texto de una forma genial. Y el título muy bueno.
Besos y mucha suerte.
Muchas gracias por tus palabras, Javier.
Efectivamente, mejor le iría al planeta en su conjunto si hubiéremos dejado como estaban estas inmensas extensiones naturales.
Besos.
A veces, la llegada de la civilización no supone una ventaja para el ser humano, sino una condena a muerte.
Una buena decisión la de los indígenas. La invisibilidad les protege.
Muy bien contado, Carmen. Te deseo mucha suerte.
Besos apretados.
Los indígenas son sabios, viven en armonía con la naturaleza. Nuestra civilización occidental es depredadora. Más vale que unos y otros permanezcan en su lugar y no contaminen el Amazonas ni a sus pobladores.
Muchas gracias por tu comentario, Pilar.
Besos.