Y UNA MÁS… NI MENOS…
Sonrió. (Sonrió.) Mostró —a sí mismo— la lengua. (Mostró -al de la realidad- la lengua.) El del espejo la tenía pastosa, amarilla: «Andas mal del estómago», diagnosticó (gesto sin palabras) con una mueca. Volvió a sonreír. (Volvió a sonreír.) Pero ahora él pudo observar que había algo de estúpido, de artificial y de falso en esa sonrisa que se le devolvía. Se alisó el cabello. (Se alisó el cabello) con la mano derecha (izquierda), para, inmediatamente, volver la mirada avergonzado (y desaparecer). Extrañaba su propia conducta de pararse frente al espejo a hacer gestos como un cretino. Sin embargo, pensó que todo el mundo observaba frente al espejo idéntica conducta, y su indignación fue entonces mayor, ante la certeza de que, siendo todo el mundo cretino, él no estaba sino rindiéndole tributo a la vulgaridad.
Gabriel García Márquez. DIÁLOGO DEL ESPEJO (Todos los cuentos). Edit. Plaza & Janés