Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

19. CARTA DESDE EL INFIERNO (Modes Lobato Marcos)

¿Te confieso un secreto?

Me estoy muriendo.

Desde hace un tiempo,  por mis venas galopa y relincha un desbocado asteroide de tristeza.

Simplemente te echo de menos.

Recuerdo  momentos en los que una tempestad de amor calaba nuestras almas. Momentos en los que la ternura, la entrega y el cariño nos convirtieron en firmes candidatos a la pareja más empalagosa del año.

Y ganamos.

Pero, un maldito día, la peste infectó nuestro universo, y una galerna de liquen y reproches agrietó la convivencia.

Y los sentimientos agonizaron bajo toneladas de ofensas.

Y…

Y cuando ya no quedó nada por arrojarnos, hicimos una guerra de lágrimas.

Tras la batalla,  sólo sobrevivieron mi orgullo y tu dolor.

Y te fuiste.

Desde entonces me limito a sobrevivir en esta tumba preñada de recuerdos.

Y cada noche estalla un tendón de Dios, mientras la amargura baila un tango con mi corazón deshilachado.

Te amo. Te amaré.

 

Modes.

 

(A Flavia Casillas)

18. PODER (Salvador Esteve)

Los hombres esperaban fuera de la habitación.  Arrodillado, el sacerdote rezaba.  En el interior, la partera y las mujeres que la ayudaban observaban incrédulas los sufrimientos de la futura madre, era primeriza, tenía el útero contraído, y el llevar  gemelos no ayudaba.  El dolor  de ingle y espalda eran fortísimos.  Los vómitos y temblores se alternaban con espeluznantes movimientos abdominales.  A través de la piel del vientre se veía el relieve de pies, cabezas y puños que cambiaban continuamente de posición.  La comadrona sabía que la mujer no sobreviviría al parto.  Ninguno de los fetos se situaba en posición de nacer.  Tras mucho esfuerzo una cabeza asomaba, exigía nacer.

Momentos después, el rey fue informado; su primogénito, y heredero al trono, había nacido.

En su aposento, la reina seguía batiéndose con la muerte mientras alumbraba a su segundo hijo, cuyo cuerpo, recubierto de sangre  de su madre y propia, reflejaba las marcas de la lucha y su derrota.

17. Palabras sobre la arena (Patricia Richmond)

Me había acostumbrado a vivir en el armario.

Allí no se oían las bombas ni los lamentos de los vecinos. Escondía la cara entre los abrigos viejos y su olor me transportaba a las tardes de juegos en el parque, a los cuentos del abuelo antes de dormir…

Pero mi refugio no pudo evitar que escuchara el espantoso aullido que desgarró nuestra casa. Durante unos segundos el tiempo se congeló, hasta que sentí cómo el armario entero descendía vertiginosamente y me tragaba una nube de polvo y gritos que no comprendía, aturdida entre muebles, libros y recuerdos desparramados entre una montaña de escombros.

Vinieron unos hombres vestidos de soldados y nos hicieron subir a un camión para llevarnos lejos. Nadie nos deseó buen viaje ni agitó pañuelos para despedirnos.

Dijeron que éramos los elegidos, los que teníamos que soplar contra el viento para alcanzar la gloria. Ahora, por las noches, me escondo y espero entre las dunas que cercan el campamento. Cuando comienza la serenata de silbidos de los huesos sin nombre, las sombras sin dueño salen a bailar y me dejan un rato al abuelo, que me enseña a escribir palabras de paz sobre la arena.

 

16. CLASE DE PRIMARIA (Paloma Casado)

La marcha de la profesora marcó el principio de la contienda. Una pelota de papel  procedente del pupitre de enfrente hizo blanco en mi cabeza y provocó mi contraataque  Milán. Al grito de ¡Vivan las chicas! convoqué el ejército de amazonas dispuestas a defender nuestro honor. La réplica ¡Vivan los chicos! no se hizo esperar y comenzó a volar por el aula el material escolar que nuestros padres habían comprado (resoplando) al comienzo del curso.

Daniel Morán, en un descuido de la infantería, llegó hasta la pizarra para hacerse con el borrador y bombardear nuestras filas.

-¡Hala, bestia! –exclamó menos dolorida que embadurnada Susana Heredia tras recibir el impacto del arma de destrucción masiva-.

Su aguerrido contragolpe provocó el inicio de una polvareda de tiza seguida por un coro de lamentaciones de ambos bandos.

El ruido de la puerta al abrirse y el ¡BASTA! de la señorita Angelines pusieron fin a la batalla con un castigo que nos rindió a todos por igual. Llegada la calma, y mientras escribía cien veces “no me pelearé más en clase” desarrugué la pelota causante de la guerra y  encontré mi nombre sobre un corazón traspasado por una flecha.

 

15. CUERPO A CUERPO (Eduardo Iáñez)

El azogue frío de la niebla te hurta la vista de tu enemigo. Ignoras cuál es su apariencia, pero sientes su presencia real, perceptible, innegable. Cuando comprendes que es tu sangre lo que desea, que te reclama por entero, aceptas que ninguno queréis prisioneros: solo muertos. De poco ha servido la instrucción que recibiste, remedo de unos inocentes juegos de guerra. Aun así, has aprendido a moverte con sigilo en esta selva. Sabes que primero debes desbrozar la maleza de esta nada en la que te anegas, talar después los árboles con que construirás las defensas de un hogar inhóspito, aprender por fin a nadar los ríos que circundan este lugar donde vas a vivir y a morir. Y te decides a arrasarlo todo para poblarlo a tu antojo.
Entonces, solo entonces, se quebrará como un espejo el velo que te separa de tu enemigo y podrás contemplar su rostro. Lo harás tuyo, como tuyo será el paisaje después de la batalla. Habrás limpiado la fronda de la palabra, dispuesto una casa para la frase, navegado los meandros de tu estilo. Porque dices que escribir te da la vida, pero mientes: tú lo sabes.

14. EPITAFIO (Purificación Rodríguez)

 

Fué algo más que tu vida lo que se perdió aquel día. Algo más que tu paso por el mundo lo que desapareció con tu último aliento. La esencia de lo que fuiste, tu personal manera de experimentar cada segundo del tiempo y cada milímetro del espacio en que viviste, se marcharon contigo.

Y quien te mató, lo sabe.

Una especial mirada, una sensibilidad única, una emoción irrepetible se borraron para siempre de la faz de la tierra. El símbolo de una civilización, la huella de una cultura y una determinada senda del destino, se enterraron en la tumba en que hoy reposas.

Y quien te mató, lo sabe.

Los que nos hemos quedado más solos sin ti, te pedimos que desde donde quiera que ahora estés, atormentes a tu verdugo hasta la muerte con una sola pregunta:

¿Por qué?

13. INHUMANO

Al principio me gustaba que viniera a recibirme a la puerta moviendo el rabo, pero pasados unos meses le pedí que se pusiera calzoncillos. Sobre todo desde que un día llegué a casa con mi madre, y al verle desnudo corriendo por el pasillo me miró con cara de pánico y se dio la vuelta. Nunca más volvió a visitarnos. Llevábamos poco tiempo viviendo juntos y yo intentaba adaptarme a sus costumbres, a esas manías de la otra persona que no descubres hasta que convives con ella, y que en su caso resultaron ser muchas. Por ejemplo siempre cogía el mando del televisor con los pies, o se rascaba la espalda contra las esquinas de casa, y hasta me da vergüenza decirlo, pero un día le pillé olisqueando mi ropa interior. Aunque todo eso se me olvidaba las noches de luna llena, cuando se erguía sobre sus extremidades inferiores y me escribía hermosos poemas que me desvestían lentamente, y hacíamos el amor durante horas bañados por la luz de zafiro blanco. Y a la mañana siguiente, al ver en el espejo los rasguños de mi espalda tras la batalla amorosa, me preguntaba si en realidad estaba enamorada del poeta o del animal.

 

 

12. EN UN PRINCIPIO LA PALABRA (Inés Z.)

En un pueblo escondido, al norte de un Círculo Mágico, hay una antigua inscripción que inspira una Leyenda. En ella aseguran que el origen del hombre está en un cuento de Hadas. Que así se lo hizo saber un Mago a los habitantes del lugar.

Revelan los Sabios que aquel Ser de manos calientes se apiadó de los hombres en guerra. Sentía dolor al verles tras la batalla. No entendía los motivos de su destrucción, pues Él veía más allá de la materia.

Cantan Chamanes apoyados en gruesos troncos que el Augur escribió un cuento Mágico. Algo capaz de trasladarte a otra Dimensión. Y hay Monjes que aseguran que, cuando posas tus pupilas sobre sus letras, su historia te devuelve la Paz.

Grandes Maestros divulgaron el Mito; pero el hombre, inmerso en su propia realidad, nunca supo entender lo que esconden las Leyendas.

Los Espíritus susurran que sigue escondido allí, en lo profundo. Que si lo encuentras y sabes interpretarlo encenderás la Chispa…, harás que suceda: brillarás, menguará tu cuerpo, crecerán tus alas… Serás capaz de volar, deslumbrando a la noche, descubriendo que los mejores momentos de este mundo son aquellos en los que comprendes que no perteneces a él.

11. Rosas y risas, espinas y lágrimas (Estíbaliz Dilla Muñoz)

Le encantaba tenerme entre flores, como si fuera la mejor planta de la huerta. Siempre regándome, como si estuviera todo el día en la UCI.

Al principio yo era un capullo que empezó a florecer bajo sus cuidados. Luché contra él y conmigo misma, tapándome con un paraguas agujereado que no servía ni para defenderse del sol.

En la continua batalla del día a día  yo me mojaba , me mojé tanto que me empapé, y con el peso de la lluvia en mi epidermis fui haciéndome más débil, más suave, más frágil, hasta convertirme en un espectro con ojeras que se atormentaba porque le habían creado la necesidad del amor y del cariño.

Su objetivo era conquistarme, y lo consiguió. Cuando cumplió su sueño, despertó y entendió que tenía que desarmarse y tirar la regadera para que yo pudiera seguir creciendo como persona y riendo sin limitaciones.

10. OTRA MÁS (Edita N.T.)

Después de superada la dura batalla del divorcio, respiró, convencida de que la guerra había concluido. Pero todavía faltaba engrosar las estadísticas.

9. Legado de la Gran Guerra (J.Redondo)

No recordábamos haber visto antes algo similar. Parecía un implante extraterrestre preparándose para acometer una inminente invasión de la tierra.
Una lluvia nocturna había clausurado el estiaje. En el sendero a Matienzo, desde Las Calzadillas de Alisas, en la umbría de un bosquecillo, de su gleba ovoide, salían cuatro lenguas puntiagudas de rojo intenso moteadas de melaza negra en sus perfiles. Parecía el gorro de un bufón medieval. Un hediondo olor a cadáver, néctar para insectos necrófagos, prevalecía sobre el petricor de la geosmina.
La Sociedad Micológica de Cantabria nos lo identificó como un “Clathrus archeri”, en nuestro lar dicen llamarlo “calamardo”.
Aquel hongo encubría un origen trágico.
Sus esporas se enganchaban en Australia a la lana de las ovejas. Esa lana se utilizó para fabricar capotes de soldado en la primera guerra mundial. En los restos de aquella masacre de un cuarto de millón de muertos, en los campos embarrados de Verdún, tras la batalla de invierno de 1916, reavivando sus micelios entre los enfangados despojos, asentó en Europa sus hifas.
Desde entonces invasivamente, espora a espora, de mosca en mosca, llegó aquí, a este bosquecillo cercano al espectacular “poljé” de Matienzo y al cuaderno de campo de JAMS.

8. La batalla diaria

Regresa cansada tras batallar con los cientos de acontecimientos que la asaltan a lo largo del día. Por ello cuando llega a su hogar para disfrutar de lo que considera su reposo del guerrero, espera obtener un poco de paz, ganado con creces.
En vez de eso afronta, de nuevo, como cada día, la ingratitud de los que a su alrededor no saben valorar su esfuerzo, su gran tesón para continuar adelante con su triste rutina, a pesar de las zancadillas que le pone la vida.
Decide pensar en positivo para encarar ese desdén con una gran sonrisa. Así podrá acoger con gratitud todo lo que le depare ese día.

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