Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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10. EL RELOJERO (Edita)

Nadie sabe de dónde vino. Llegó una tarde cualquiera a la taberna del pueblo. Buscaba algún local disponible para él y su taller de relojería. Le ofrecieron el del boticario, fallecido meses atrás sin descendencia.

Una semana después, ya había instalado el negocio en la farmacia y convertido la rebotica en vivienda unipersonal. Cambió el rótulo viejo por RELOJES A MEDIDA. Luego le pidió al tabernero que corriera la voz: un primer arreglo gratis. Esta oferta y la curiosidad provocada por el nuevo letrero resultaron efectivas; quien no disponía de reloj defectuoso lo consiguió prestado.

Quedaron satisfechos con las reparaciones y la explicación del forastero: hacía relojes por encargo, de cualquier material, forma o color solicitados; podrían adelantar o atrasar al gusto del cliente, e incluso marcar hora exacta; a un precio razonable y con garantía vitalicia.

Se extendió su fama por toda la comarca. El lugar pasó de ser aldea ignorada a destino turístico.

Los años fueron dejando huella en todo el mundo. Menos en el relojero, que seguía luciendo el mismo aspecto del primer día. Cuando alguien, asombrado, elogiaba tan joven apariencia, él sonreía malicioso tentando su reloj particular oculto bajo la ropa, siempre parado.

17 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Ojalá pudiéramos detener el tiempo a voluntad, al menos en ciertas ocasiones.
    El sueño de la eternidad, burlar ese final que tanto tememos, es algo que se nos escapa entre los dedos, igual que el agua, o los días, pero la literatura y la imaginación, como la que acertadamente has desplegado en tu relato, nos permite vivir esa ilusión, aunque sepamos que la realidad es otra.
    Un abrazo y suerte, Edita

  2. «El tiempo no pasa para usted», solemos decir a la persona que, por más años que cumpla, se ve joven siempre, y ahora entiendo el porqué: esa persona encargó el mismísimo reloj que tan pícara, maliciosamente, tantea el relojero en su bolsillo… ¡Un reloj hecho a su medida! Ojalá fuera tan fácil para todos nosotros tener un reloj así… ¡La buena noticia es el consuelo que dan los micros como el tuyo!

    Me encantó, Edita. Besos😘😘😇😇

  3. María Jesús Briones

    En tu historia me ha venido a la memoria el «Reloj no marques las horas». O tal vez el arte, siempre soñado, de no envejecer y quedarnos en nuestro mejor momento de plenitud, que todos desearíamos.
    Mucha suerte y un besito virtual.

  4. A veces, Edita, todos quisiéramos parar el tiempo, quisiéramos también que un momento de nuestra existencia se eternizara y quedarnos ahí en el culmen de la felicidad para siempre, pero ¿estamos seguros de que eso nos reportaría la juventud y la felicidad? a veces pienso que es precisamente eso, lo efímero del momento lo que lo dota de esa especial condición.
    Tu relojero es un tunante, jajaja, agita y enloquece los relojes ajenos y para el suyo para que el tiempo no pase por él. Qué buena es la imaginación para mantenernos así, eternamente ilusionados. Un abrazo Edita.

  5. Jorge Zas

    He disfrutado de tu relato muy bien contado. Si lo hubiese leído antes, hoy yo sería relojero… de haber podido aprender el oficio con tu protagonista.
    Un abrazo

  6. Mila Alonso Calafate

    Me encanta la idea de poder pedirle a alguien el tiempo a la carta! yo pediría un reloj que vaya mas despacio que el tiempo se me amontona!

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