54. LA NIÑA QUE SE VOLVIÓ INVISIBLE (Rosa Gómez Gómez)
Mamá es modista y no le gusta que la moleste cuando trabaja. Yo me siento a jugar en la escalera del bloque. Dice que fuera hay muchos peligros. Aunque ella no lo haya contado sé que papá nos abandonó y le asusta perderme.
Los vecinos no me saludan ni me miran, no entiendo, mamá dice que saludar es de buena educación. Hay una niña en el bloque que se sienta en los escalones, yo me pongo a su lado, y no me mira ni me habla. Es igual, la veo jugar con sus muñecas, son raras, parecen personitas, prefiero la mia de trapo.
Ya no voy al colegio, estoy siempre en la escalera. No importa, el maestro nos pegaba si no sabíamos la lección.
Todos los días una viejecita sale al rellano, lleva un acerico prendido en el pecho como el de mamá. No me habla ni me mira, pero se persigna muchas veces antes de bajar. Las vecinas hablan de ella, la pobre mujer se volvió loca cuando su hijita calló por el hueco de la escalera. Algunas noches la oigo llorar. Encogida en un escalón me pongo triste. Al día siguiente, cuando sale, quiero abrazarla, pero no puedo.
Mujeres que sufren las consecuencias del infortunio, que no son ajenas a sus hijas, que en su ingenuidad son víctimas sin saberlo, incluso, fantasmas.
Un relato de una tristeza conmovedora.
Un abrazo y suerte, Rosa
Madre mía, Rosa, el relato te va llevando, poco a poco, hasta la más absoluta oscuridad. No cuentas ni de más ni de menos. Lo suficiente para que el lector pueda construir esta historia de fantasmas. Y te deja con un nudo en la garganta.
Enhorabuena.
Ostras! Tengo muchas preguntas… Es un tema político, o quizás el padre mató a la niña… O tal vez la madre es una adúltera… Qué pasa en esa escalera? Magistral relato que se queda dando vueltas en la cabeza. Enhorabuena!!
El título es fundamental para entender desde el principio que la niña es invisible. Pero ni así estoy completamente segura de mi teoría: pienso que la viejecita es la madre de la niña y esta, el espíritu de su hija muerta en el hueco de la escalera. Un relato espeluznante, inquietante y tierno a la vez. Bello.
Triste, inquietante., misteriosa… pero inspiradora propuesta., Rosa. He pensado en abrazar al aire cuando baje por las escaleras, por si hubiera algún espíritu olvidado en el tiempo. Y es que sentirse invisible es muy triste, seas o no seas un fantasma. Mucha suerte con el relato. Un abrazo 🤗.
Edita ha dado con la clave, la niña es un fantasma. Calló por la escalera por accidente. El padre las dejó abandonadas como ha o ocurrido y ocurre en demasiados casos. La madre tenía que ocuparse de todo: trabajo, casa, hija. En una época dura de nuestra España. La pobre mujer no pudo aguantar tanto infortunio. El título podría confundir, no quería dejar demasiado evidente que era un fantasma.
Gracias a todos por comentar.
Perdón con el calló, el problema de escribir rápido en el autobús.
Bonito relato. Puedes editar y corregir la errata.
Un abrazo.
Gracias Yolanda, veré si se puede editar y corregir con el móvil. Me alegra que te guste
Rosa, me encantan las historias de fantasmas, y más si están tan bien contadas. Y sí que he imaginado que la anciana es la madre, que ha envejecido mientras el fantasma de su hija continua siendo una niña. Me ha gustado mucho.
Un abrazo y suerte.
Gracias Rosalía, cada vez me cuesta más hacer un microrrelato. No sé si os pasa, pero el nivel de autoexigencia ¡sube y sube!
A ver, cada vez cuesta hacer micros realmente buenos, pero de eso se trata, de ir mejorando. Puedes estar tranquila, porque este te ha quedado redondo, al menos para mí.
Hola, Rosa. Salvo por la palabra «acerico», que tuve que buscar en el diccionario (acá le decimos «alfiletero»), tuve clarísimo que la niña es invisible porque es murió al caer por las escaleras y ahora es un fantasma, y más cuando leí el detalle de las muñecas que parecen personitas, comparadas con su muñeca de trapo… La viejecita que baja las escaleras persignándose no es otra que su madre, para ella ha pasado el tiempo pero para la niña muerta no, por eso tampoco la ve la otra niña que juega en la escalera…
El título podría parecer inocente pero no lo es, porque da paso a una historia tremenda y triste, sobre todo para esa niña que será una niña por toda la eternidad…
Y en cuanto a la autoexigencia, creo que a todos nos pasa lo mismo, más teniendo en cuenta la excelencia de lo que aquí se lee…
Muy buen micro.
Cariños,
Mariángeles
Gracias, Mariángeles, me alegra que te haya gustado. En este caso ser un fantasma que carga por una escalera por toda la eternidad es tremendo, aunque no sé si hay “fantasmas felices”. A los humanos también nos pasa que se nos fija una idea, o un modo de vida del que creemos no poder escapar y sufrimos, a veces, innecesariamente.
¡Qué tristeza! Pobre niña y pobra madre…
(Pero es un relato muy bien llevado)
Saludos!
Carme.
Gracias Carmen, desde la pena te agradezco el comentario. “Hay vidas que son un vidón”.
Una historia con trazos de fantasmas, tristezas, muertes y una niña que nadie mira, que pasa inadvertida, que todo lo observa con sus ojos inocentes que no llegan a entender el dolor que la rodea. Bien, bien. Un abrazo y mucha suerte.
Gracias Jesús por tu comentario.
Rosa, tu historia me ha dejado un pellizquito en el corazón. Esa personita condenada a la soledad a través de los tiempos y atrapada en la escalera es una imagen muy potente que has desarrollado fenomenal. Abrazos y mucha suerte.
Gracias belén, eso pretendía, que diera mucha, mucha penita
Un saludo.
Guau Rosa, me encanta! Está muy bien narrado y vas desentrañando la historia a sorbitos, hasta que llegas al final y lo entiendes todo. Pobrecitas la nena y la mamá, qué desgracia! Ojalá pudieran verse la una a la otra, pese a estar en dimensiones distintas, seguro que eso las consolaba.
Te felicito, es un gran gran micro
Un abrazo
Gracias Sara, le he dado muchas vueltas para que se pudiera entender, y aún así no siempre se consigue. Es preciso seguir trabajando!
Hola Rosa me gusta cómo narras algo tan duro de una forma tan bella. No puedo decir más
Un abrazo
Gracias, yo tampoco
La historia de una tragedia contada por la víctima, que parece no ser consciente de que ella es la protagonista. Para contarla has sabido meterte muy bien en el espíritu de esa niña, reflejando además la antigüedad de los hechos muy acertadamente con el detalle de la muñeca de trapo, así como con el dato de que el maestro les pegaba por no saber la lección, práctica que afortunadamente pasó a la historia. Un micro triste, pero muy hermoso. De los que calan hondo. Enhorabuena, Rosa. Un abrazo y suerte.
Gracias Juana, me gusta que te hayas quedado con las pistas de que se había quedado anclada en otra época. Cuesta interpretar los relatos cuando tú no los has escrito.