53. Descansillos (Luisa Hurtado)
El Chulo tuvo, por una vez, una verdadera buena idea. Empezó diciendo aquello de “la gente pudiente usa el ascensor, incluso las personas que están a su servicio montan en él o en el montacargas si lo hay; de modo que la pregunta es: ¿cuándo se usa una escalera?”. Los que le rodeábamos, acostumbrados y aburridos de sus continuos discursos, permanecimos en silencio. “En realidad, las escaleras de muchos edificios no se usan nunca; están por si las moscas, por si hay un incendio o un corte en el suministro eléctrico”. Permanecimos callados, las nubes de vaho ya desaparecían en el aire pero sabíamos que faltaba la conclusión, la idea loca, un último apunte con el que cerrar el tema de alguna forma brillante y ocurrente, algunas palabras que le permitiesen pensar que era un tío listo, que aún lo era aunque viviese en la calle, que de hecho lo era más que todos nosotros juntos. “Dicho esto, he aquí mi propuesta, podemos irnos a vivir a una”.
Desde ese día, en ocasiones, dormimos bajo techo y sin frío.
Me gusta tu micro. Habla de una realidad marginal de un modo original. Está claro que lo que para la “gente normal” Es algo “Casi inútil” aunque se necesita por si a caso. Para las personas en situación de calle es un paraíso terrenal. La vida es un prisma con infinitas caras.
Es cierto que las escaleras son un territorio voluntariamente inexplorado y desechado por muchas personas, que prefieren la comodidad y la rapidez a otros posibles beneficios. Ese abandono por las gentes de lo que podríamos llamar primer mundo, puede ser un recurso útil para otras más desfavorecidas.
Un relato en el que la condición social de los personajes es clave, bien oculta hasta el final.
Un abrazo y suerte, Luisa
De reflexión casi filosófica sobre el ente «escaleras», el relato deviene en crónica social. Todo un prodigio. Un abrazo y suerte.
Luisa, me has mantenido a la expectativa, a ver por donde salías, y confieso que me ha sorprendido esa crítica social, muy acertada.
Un abrazo y suerte.
Y si se van a oficinas en edificios altos, todavía menos usadas las escaleras!
Relato con carga social… Bien hilado.
Un beso,
Carme.