75. Cuestión de espacio (Montesinadas)
A mi novio parece que no le encajo del todo. Lo miro a los ojos y en ese abrir y cerrar los párpados, adivino lo que me quiere decir: no soy yo, es el tiempo que todo lo mata. En mi cabeza no cabe que haya otra y pienso que la única razón por la que no entro en él como antes es mi talla. Esos kilos de más que he cogido, pocos, pero suficientes para que mis muslos queden atascados, aunque él abra mucho la boca. He probado al revés, primero un brazo, luego el otro, me agarro a su garganta y meto la cabeza, pero de caderas hacia abajo todo queda fuera. No hay manera, empieza a toser, se sofoca y me expulsa, por no decir que me vomita. Ya me avisó, hace poco, cuando empezó a trabajar en el nuevo instituto y me dijo que no tragaría con todo. En un último intento he pasado de cerca por su corazón y he comprobado que me miente. Muy acurrucadita, como una mosquita muerta, hay una chica joven muy delgada que se ajusta a la perfección a sus entrañas
Los temas de la literatura son los mismos desde hace siglos, el desamor entre ellos. El mérito es contar una historia de forma original con un tema de fondo conocido. Al inicio de una relación las parejas querrían comerse entre ellos, o adentrarse uno en el otro hasta el último recoveco, pero siempre en sentido figurado, porque no hablamos realmente de canibalismo, ni de excursión por las entrañas, es una literalidad que no se aplica, pero con la que tú has jugado muy bien para desvelar el desapego en una de las partes por un cambio físico en la otra, unido al hecho de conocer a una tercera persona.
Un abrazo y suerte, Manuel
Relato redondo.
Es duro sentirse rechazada, pero creo que es peor saberlo y no poner pies en polvorosa. Está muy colgada del novio aunque únicamente está prolongando su dolor.
Tremenda la imagen de intentar “encajar” y no conseguirlo, cuando no hay arreglo, no hay arreglo.
Me ha gustado.
Al final no se sabe si fue le tiempo que todo lo mata o esa mosquita muerta lo que vio ella en sus ojos, o los dos a la vez, quizá lo más probable. Más le vale empezar a mirar y comerse a otro, pero sin enyugarse, que luego uno de los dos puede vomitar y pasa lo que pasa.
Me gustó tu micro. Original.
BRAVÍSIMO!!!
Enhorabuena, Manuel. Un cuentito delicioso en el que narras con humor y una pizca de sarcasmo el final de una relación en la que uno ya no puede «tragar» a la otra. Bravo.
Madre mí, vaya metáfora de las relaciones de pareja. Me has dejado patidifusa. Enhorabuena.
Y aunque creo que no era tu intención, también me ha recordado la presión que existe hoy en día para mantenerse en una talla tirando a pequeña.
Un abrazo y suerte.
Me da la risa, pero verdaderamente lo que tengo son ganas de llorar. A veces buscamos de forma poco adecuada. Qué gran relato, Manuel