04. PARA ALGUIEN INOLVIDABLE
…la maldición árabe que reza «ojalá te enamores»
Animales hambrientas. Aida Sandoval
Mientras recorre la planta de los grandes almacenes dedicada a los regalos románticos, oyendo a través del hilo musical la BSO de Titanic (And you’re here in my heart / And my heart will go on and on…), entre expositores atiborrados de velas aromáticas y perfumes con olor a corazón, relojes con las manecillas que simulan corazones, pendientes, pulseras y collares con dijes de corazones, tazas gemelas con un «te quiero» impreso en un corazón, bóxeres con estampados de corazones, conjuntos de lencería que imitan corazones, cojines y peluches con motivos o con forma de corazón (incluso las dos cosas a la vez), bombones rellenos con licor de corazón, ramos de rosas rojas o novelas de Megan Maxwell y poemarios de Antonio Gala, se fija en un mostrador donde se ofrecen unas llamativas cajas de color rojo corazón que contienen experiencias con encanto únicas y originales. «Para alguien inolvidable», reza la publicidad. Justo lo que está buscando. Descarta la de bucear entre tiburones y la del paseo en globo por el Himalaya antes de elegir la que promete un amor fugaz imposible de olvidar, y pide que se la envuelvan y envíen a su ex. Que se joda él también.
NOTA FUERA DE CONCURSO: para una experiencia inmersiva en la lectura de este microrrelato se recomienda escuchar de fondo My Heart Will Go On, de Céline Dion, como es obvio (aunque es posible que tengan ya la musiquilla en su cabeza todo el día). Gracias por su atención.
Lo que parece una historia de amor incondicional, vemos al final que realmente es de desamor, que una de las partes deshizo el contrato emocional, y que el envío de esa caja solo puede causar daño a quien la recibe y a su nueva pareja. Quien la envía no deseo lo mejor para la persona amada, sino solo reírse de la crisis que va a causar.
Un relato original, falsamente idílico y con una dosis de maldad refinada.
Un abrazo y suerte, Rafa
Supongo que con lo de una dosis de maldad refinada te refieres a que unos grandes almacenes utilicen su hilo musical para poner ese tema de Céline Dion… que no, ja ,ja. Ya sé, que prefiera regalar esa experiencia a su ex en vez de otras con cierto peligro… se ve que conocía la maldición árabe. A saber lo que piensa su ex, quizá hubiera preferido cualquiera de las otras dos, y, como un personaje del cuento «McDonald’s», de Joshua Cohen, diga «estoy dispuesto a morir antes que enamorarme». Se ve que hay gustos para todo.
Muchas gracias por tu comentario, Ángel. Me ha encantado eso de la maldad refinada. Un abrazo para ti.
Fantástico, Rafa. Tanto corazón empalaga, pero lo compensas con esa venganza. Y me gusta mucho ese «que se joda» final, le da el toque de realismo.
Un abrazo y suerte.
Hola, Rosalía. Quizá si hubiera hecho caso al consejo que da Elizabeth Smart en «En Grand Central Station me senté y lloré» («Jovencitas enamoradas, sed putas, duele menos»), no habría tenido que recurrir a buscar esa venganza.
Otro abrazo para ti, y muchas gracias por tu comentario.
Rafa, vaya descripción que has hecho de esa especie de Corte Inglés, con una planta especial para la venta de artículos y otros regalos de enamorados (y no era todavía 14 de febrero). Genial.
Por qué es normalmente una mujer la que sufra tanto el desamor? Gracias por recomendar un libro que parece ser interesante; tengo una hija sufriendo una ruptura dolorosa.
Nos leemos
Ja, ja, Isabel Cristina, había muchos más artículos en esos grandes almacenes, pero no cabían en el relato; solo he puesto los más vendidos.
Y, bueno, no siempre es una mujer la que sufre desamor. Mira a Bogart en «Casablanca», en la estación de tren, en París…
Con respecto a tu hija, espero que lo lleve lo mejor que pueda. Aunque quizá sirva de escaso consuelo te dejo una frase de otro libro, «Precioso día para la boda», de Julia Strachey: «Es mejor haber amado y haber perdido que no haber amado en absoluto».
Un abrazo y gracias por tu comentario.
Hola Rafa: no todo el mundo se enamora de la misma manera. En el caso de tu protagonista se enamoró intensamente y su reacción al desamor por parte de ella fue así, también intensa. Es verdad que no llegó al extremo de pincharle las ruedas del coche o hacerle un Shakira je,je…porque se vengó con cierta gracia. Como bien dice Ángel de una forma refinada con el propósito de causar daño en la nueva relación. Una reacción poco noble pero muy humana.
Esa maldición árabe es muy cierta. Amar también es sufrir.
Un abrazo
«Son pocos los afortunados que no llegan a enamorarse nunca y, por tanto, tampoco a sufrir». Es una frase de Carmen Posadas que se puede leer en «La cinta roja». Pues ya ves, Pilar, cómo somos los humanos y cuánto nos gusta «pasarlo mal». Ahora bien, parece que algunos lo llevan peor que otros, sobre todo cuando toca empezar a sufrir, y son capaces de aguzar su ingenio para vengarse de formas refinadas.
Otro abrazo para ti, y gracias por tu comentario.