58. El sonido de un avance (Rosy Val)
Nos encontramos casi a diario. A veces subiendo las escaleras. Otras bajando. La mayoría de las veces me pillas descansando en el rellano. Yo te saludo. Como siempre. Desde hace más de cuatro años. Y tú nunca me respondes. Digamos que lo asumo, me he acostumbrado a que evites mi mirada, al aleteo de tus manos, y me conforme con ese balanceo de cabeza que yo traduzco en un que sí, que te he visto, pero me sobran las palabras.
Esta mañana nos cruzamos en las escaleras del tercero. Tú subías. Yo bajaba. Y eché en falta a una de tus perras, la más viejita. Ibas solo con la blanquita, Lua, creo que se llama. Casualidades de la vida yo también llevaba solamente a una de mis gruñonas; la noche anterior mi preciosa Nube se fue, cansada de su dolencia.
Desconozco la razón. Igual porque me llegó el momento de tirar la toalla o porque mi estado de ánimo no me acompañaba, pero por primera vez no quise saludarte. Debiste echarlo de menos pues apenas llegué al rellano del segundo creí oírte decir algo… Juraría que acababas de desearme tu primer «buenos días».
El roce hace el cariño. Eae hombre tan reservado seguro que no lo es tanto, quizá solo sea tímido. Tiene mucho en común con esa vecina: afición a las escaleras y compañía canina, quizá, también, algo de soledad. Ha dado un primer paso. Seguro que partir de ahora ya nada será igual. Una vez roto el hielo todo puede ocurrir. Queda a la imaginación de cada uno, o tal vez a otro relato tan ameno y posible como este.
Un abrazo y suerte, Rosy
Ay, no debería hacer tardado tanto en saludar, que la vida es corta y está perdiendo el tiempo. Pero bueno, ¡más vale tarde que nunca!
Un abrazo y suerte.
Hola, Ángel y Rosalía, muchísimas gracias por dedicarme vuestro tiempo para un relato que no he sabido transmitir lo que pretendía… 🙁 y no era otra cosa que hacer un alegato al autismo… compruebo que se entiende otra cosa.
Un abrazo grande que espero daros en persona en la próxima quedada 🙂
Aunque no lo hayamos captado es un tema complejo y duro para las personas que lo tienen. Lo he vuelto a releer y debí captar “el aleteo de las manos y la huida de su mirada”
Rosi, está bien desarrollado, a todos nos pasa que creemos trasmitir el mensaje y no es captado, no importa, hay cientos de micros en el aire.
Muchísimas gracias, Rosa, en efecto, hay cientos de micros en el aire…
Un abrazo grande.