51. Allí te espera (María Rojas)
En las fiestas de San Juan, en un pueblo palafito de la ciénaga de la Magdalena, los poblanos aprovechan la ocasión para amalgamar lo religioso con lo popular. El chamán saca de su rancho un enorme muñeco de trapo vestido con las ropas de Nicanor, el muerto más apolillado. Lo sienta anclado a una estaca. Nicanor balancea las piernas con buen ritmo. Sus pasos desnudos rozan el agua; los zapatos del finado los cogió el hijo mayor para bailar la cumbiamba.
El pueblo, en su mayoría mujeres, los hombres andan perdidos en guerra, se arrejuntan junto a Nicanor a cantarle alabaos. El muerto, que ya no tiene entrañas, que ya no huele a nada, empieza a gemir. A las cinco de la mañana, Nicanor, recién afeitado, sonríe; sus huesos se entibian. Dándole la mano para bajar la escalera, la ardiente mujer de la pollera arrebolada lo espera.
Las ropas de un difunto visten a un muñeco que no solo acaba cobrando, poco a poco, la vida que tuvo antaño, sino que acaba por recuperar toda su vitalidad ante la posibilidad de un encuentro final capaz de resucitar del todo a un muerto.
Un relato lleno de imaginación.
Un abrazo y suerte, María
Gracias, Ángel, por tus siempre acertados comentarios. Nicanor vuelve a la vida por el poder que da la imaginación.
Un abrazo.
María, qué chula la historia de Nicanor. Puro realismo mágico.
Un abrazo y suerte.