66. Amores carnívoros
Víctor Ternera, aprendiz del oficio, vivía en el barrio de los matarifes; allí eran expertos en descuartizar con arte la presa más difícil.
Mi sobrina se enamoró con locura de este aprendiz. Desde que se acercaba a su calle, el olor a matadero le abría el apetito. Se citaban a eso de las doce del mediodía, cuando él andaba en plena faena. Se escondían en el armario refrigerado y ella, muerta de amor y de frío, lamía sus manos. El ácido sabor a sangre agitaba su fogosidad.
––Soy una mujer afortunada, una entre miles, que ha encontrado el voraz trinchar de la pasión ––le susurraba.
––Draculita, te quiero ––contestaba él, mientras le mordía con buenos modales los cachetes.
Todo se volvió un desbarajuste la mañana en que el deseo se le arrebató.
El amante resultó ser un Bocatto Di Cardinale, demasiado jugoso, demasiado provocativo.
El comisario le miró los dedos de los pies, manchados de sangre y, autoritario, le preguntó:
––Hay unos «rojillos» por aquí que están suculentos. ¿Quiere usted, señorita, colaborar con la justicia?
Si lo he entendido bien, que no estoy del todo seguro, esta muchacha siente una pasión desmedida por la carne y la sangre en sentido amplio, tanto que termina con su amante, no en vano, el la llama «draculina» y ella termina con los dedos manchados de su sangre. La policía acaba por proponerle su colaboración para terminar de igual modo con individuos perseguidos por sus ideas, ya que lo suyo es la seducción y la querencia por el plasma.
Ya me dirás si he acertado.
Un abrazo y suerte, María
Gracias, Ángel, por tus comentarios tan acertados.
Efectivamente, con las exageraciones que permite el género del relato, tus apreciaciones son correctas.
Un abrazo fuerte y buena primavera.
Me ha sorprendido mucho la historia del relato, creo que es muy original y me gusta como lo has contado; cuando he llegado al final me he quedado un poco turbada y perpleja…vaya comisario! Ten cuidado con él, María ROJAS.
Nos leemos.
Jajaja, nunca se sabe donde salta la liebre.
Nos leemos, Isabel Cristina.
Una historia donde resalta la pasión llevada al extremo. Muchos han sido los amantes que se han desangrado en sus momentos pasionales, o se han comido a besos, dejándose llevar. En tu caso ella también se deja llevar por la policiá sabiendo que con suerte, no sólo encontrará culpables, sino que además los borrará del mapa sin atragantarse.
Suerte María.
Un asesinato en clave de humor nunca está de sobra. A esa chica le molan los músculos.
Un abrazo, Calamanda.
Si hay algo que Víctor Ternera hacía, era honor a su apellido, así que no me extraña que fuera, para la fogosa narradora, un «Bocato Di Cardenale»… Un micro de pasión rotunda, rebosante de proteínas,no apto para vegetarianos, jaja😉😄
Muy bueno, María, me encantó…
Besotes😘😘😇😇