Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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18. Cefalópodo (Salvador Esteve)

Cuando nací mi llanto se convirtió en risa, y el rictus de alegría se encastró en mi rostro como tentáculos de un pulpo inmisericorde.  Mis sentimientos quedaron sellados en mi interior, jamás mis facciones pudieron reflejar tristeza.

En el colegio, Matías el Oso resbaló y cayó de bruces.  Mis carcajadas resonaron histriónicas ante mis sorprendidos compañeros, entonces supe que mi vida sería un calvario.

No fui al entierro de mis padres, no me atreví.  Acurrucado en un rincón, con mis manos abrazando mi rostro,  reí en silencio.  Recuerdo cuando, en un acto de osadía, pedí una cita a Patricia, su gesto irónico, su silencio, rasgaron cuan frio escalpelo mis entrañas; me tragué mi lamento y vomité risas.

Lloro, sé que lloro, pero mis ojos son incapaces de regalarme una lágrima, el pulpo las quiere todas para sí.  Vivo recluido, y en mis escapadas voy a lugares alegres donde mi expresión no sea un anacronismo escénico.

 

El arpón que puede extirpar sus tentáculos de mi vida siempre ha estado latente en mis pensamientos, y creo que ha llegado el momento, quiero ya descansar.  Y tengo la certeza de que la miraré a los ojos y la acogeré con una sonrisa.

17 Responses

  1. Paloma Casado Marco

    El protagonista de tu cuento me recuerda a ese inefable Joker interpretado por Joaquin Phoenix. Me ha parecido un acierto que compares esa rara enfermedad nerviosa con un pulpo. Una metáfora muy original.

    1. Salvador Esteve

      Paloma, te he de reconocer que en un principio barajé la posibilidad de titularlo Joker. Pero a medida que lo escribía el pulpo fue tomando protagonismo. Muchas gracias por tus palabras y visita. Un abrazo y feliz año.

  2. Ángel Saiz Mora

    Ese pulpo, como un parásito que todo lo absorbe y lo falsea, aparece en cualquier momento, hasta en el más inoportuno. «En todos los momentos» en este caso no es una frase hecha, sino literal, porque los hay para todo y pasan por todos los estados, pero él solo puede intuirlo.
    Debe ser durísimo tener la necesidad de reflejar los sentimientos sinceros y acordes con una situación, algo tan natural para casi todas las personas, y que aparezca otra cosa. La soledad y la incomprensión continuas pueden fulminar toda esperanza.
    Necesitamos de los demás, de su aprobación. No se puede vivir de forma permanente teniendo que dar explicaciones que la mayor parte de los semejantes no entenderían. Casi nunca está justificado acabar con una vida, incluida la propia. En esta buena historia no podemos por menos que sentir ese sufrimiento constante y casi comprender la dura decisión del arpón.
    Un abrazo, suerte y feliz año, Salvador

    1. Salvador Esteve

      Tienes razón, Ángel, los sentimientos que no se pueden exteriorizar se enquistan en tu interior. Apuntas a la soledad y creo que es la clave de que su tristeza ansíe la liberación. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo, y que este año nos traiga salud y fuerza.

  3. Jesús Garabato Rodríguez

    Hola, Salvador. Debe ser terrible (es) vivir en las condiciones de tu personaje, siempre fuera de lo considerado «normal» y aún peor, siendo consciente de ello. Tu historia hace que nos pongamos a favor de la decisión de su protagonista. Lástima que la medicina (si es que podemos o deseamos recurrir a ella), en demasiadas ocasiones, no sea capaz de aliviar nuestros males. Buen relato para comenzar el año. Saludos y suerte.

    1. Salvador Esteve

      Razón tienes, Jesús, una terrible vida y una dramática decisión alentada por la incomprensión de esta sociedad. Un abrazo y feliz año.

  4. Inquietante que la risa, que es normalmente, sinónimo de felicidad, traiga en este caso tanta desgracia al personaje. Ese pulpo que le crece en las entrañas y lo devora. Me ha parecido escalofriante y me ha gustado mucho. Un abrazo fuerte.

    1. Salvador Esteve

      Esa risa perpetua es un yugo que tristemente al final derrota a la vida. Muchas gracias, Aurora, por tus palabras. Un abrazo y feliz año.

  5. Hola, Salvador. Aunque creo entender que el pulpo y los tentáculos aluden al Ctulhu de Lovecraft, a mí ese rictus de risa permanente me hizo pensar en el Guasón, justamente por esa máscara burlesca que el protagonista parece tener tatuada en el rostro y que impacta negativamente en su diario vivir y en su relación con las otras personas. Terrible calvario tener que vivir con ese rasgo que no puede esconder, así que se entiende la decisión y el deseo de ese arpón que acabe con su vida…

    Bien plasmadas en el micro las dos cosas: desesperación y tristeza.

    Cariños,
    Mariángeles

    1. Salvador Esteve

      Es cierto, la ceguera de nuestra sociedad conlleva esa falta de relación con sus semejantes. La incomunicación le empuja sin remedio hacia su triste destino. Muchas gracias por tus amables palabras, Mariángeles. Un abrazo y feliz año.

  6. Salvador Esteve

    Juan, tu generosidad no tiene límites. La deformación de su rictus, el libertinaje de sus músculos faciales que inhiben la expresión de tristeza, y, por el contrario, exaltan el histrionismo de la risa, deben de ser realmente terribles. Los monstruos están agazapados en esta sociedad que solo ve la fachada y es incapaz de ver en el interior lo verdaderamente auténtico. Muchas gracias por tus palabras y atención. Espero que este año nos regale a todos salud y esperanza. Un abrazo.

  7. Hola Salvador, buenas tardes.
    Sabías que la risa exagerada enferma tanto como la tristeza. La medicina oriental la atribuye a desfases de energía del corazón, ya ves.
    Es un relato muy original el tuyo y, desde luego, comprendo que esa persona pudiera estar tan agotada como expresa al final.
    Incapacidad para relacionarse ¿Qué es más triste que eso?
    Es curioso como la muerte, de la que todos queremos huir y de la no queremos nombrar, está tan presente en nuestras vidas y aflora en esos momentos de frustración absoluta como la solución a todos los problemas.
    Como te decía, muy original tu relato y perfectamente tramado.
    Buenas noches, Salvador. Que rías mucho, eso sí, de forma controlada…

  8. Salvador Esteve

    Como bien dices, Mercedes, la incapacidad para relacionarse y expresar su verdaderos sentimientos, sumado a la incomprensión de la sociedad, es el yugo que el protagonista debe soportar y que le empuja hacia su destino. Muchas gracias por tu comentario. Un placer tu visita, un abrazo.

  9. Hola, Salvador, tu relato encierra una brillante paradoja; ser prisionero de la risa tiene que ser terrible. Así nos lo demuestra el protagonista cuya vida está totalmente condicionada por esa rareza, que le impide expresar con lágrimas y llanto sus sentimientos y pesar, privándolo de poder relacionarse con los demás, viéndose abocado al aislamiento e, irremediablemente, a la muerte. Muy potentes las imágenes del pulpo y del arpón, nos ayudan a comprender mejor el sufrimiento del personaje. Excelente idea la que nos traes, así como la manera de contárnoslo. Enhorabuena y suerte. Un abrazo.

    1. Salvador Esteve

      Una frase, «prisionero de la risa», que expresa todo el universo del relato. Solo la empatía de la sociedad podía haberle allanado el camino, pero siempre señalamos al diferente. Un placer y muchas gracias por tus palabras, Juana. Un abrazo.

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