Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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74. CUERPOS ESFÉRICOS. (Paloma Hidalgo)

Escondido en el armario, el primer frasco que encuentra el policía está lleno de canicas. La mayoría son de esas que llamaban de trébol. No sabe que fueron las favoritas de su colección para salir a la calle a buscar con quien jugar cuando su padre llegaba borracho. Tampoco que las de vidrio blanco, las chinas, las usaba para ganarle “al miope” algún bolón con que el paliar los efectos de los castigos por suspender matemáticas, ni que las agüitas y los ojos de gato proceden de un hurto en casa de sus primos. Quizá, en la investigación abierta sobre los tres cadáveres mutilados que le ha llevado hasta allí, le habría servido conocer que las del petróleo, unas rarísimas que le trajo su madre tras salir del hospital de la capital, eran perfectas para sobornar y librarse de ser el monaguillo de Don Paco y de sus manos exploradoras. Y que de todas se aprovechaba para verles las braguitas a esas mujeres que hoy salen en todos los periódicos, entonces niñas, que comían pipas sentadas en los bancos del parque viéndole perder. En el segundo, lo que flota en el formol, le pone la piel de gallina.

7 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Mira que me gustaban las canicas, precisamente hoy, ha aparecido mi pequeña colección, que heredaron mis hijos, en un cajón de la habitación de uno de ellos. Esas perlas, pequeños tesoros, tenían detrás horas de juego, coleccionismo y simple contemplación fascinada.
    Estas pequeñas bolas, asociadas a la existencia de tu protagonista, nos van desvelando aspectos de su vida, como el alcoholismo de su padre y las manos largas del sacerdote. Esos pequeños objetos le servían de instrumento para alimentar su despertar carnal. Son parte de él, de ahí que las coleccione con tanto mimo. No es extraño que otros cuerpos esféricos de tamaño similar también le fascinen, lo que nadie podía esperar es que fuese capaz de matar para sustraer los globos oculares de sus víctimas, en un desenlace que golpea y confirma la falta de empatía de psicópatas como él, tan sensibles, sin embargo, a otros aspectos.
    Un relato de género negro de calidad.
    Un abrazo y suerte, Paloma

  2. Admiro tu talento para leer entre líneas, para encontrar esos detallitos con los que, si se encuentran, el relato tiene una lectura mucho más profunda. Esa capacidad de análisis es excepcional. Y por si fuera poco, también posees el don de la comunicación, el de la empatía, el de la generosidad. Ángel, creo que eres una de las personas que conozco con el nombre mejor elegido.
    Mil gracias.
    Un abrazo.

  3. Una colección de cuerpos esféricos que, hacia el final del relato vemos que ha tomado un cariz definitivamente más… orgánico,… claramente… ¡Brrr! Pone la piel de gallina descubrir lo que subyace detrás de esa colección de bolitas chinas y de ojos de gato, entre muchas otras que supieron paliar una niñez marcada por falta de amigos, abusos del cura, y padres enfermos de una u otra cosa y, por eso mismo, ausentes…
    Salvando las diferencias, este relato cuyo leit motif son las «canicas», como las llaman ustedes allí en España, me recuerda lo que le pasó a mi hermano menor y a su propia colección, que guardaba celosamente en un tarro de lata: el día que se le ocurrió llevarlas a la escuela para jugar en el recreo, justamente a la salida, terminó trastabillando en las escaleras de la escuela con las consecuencias previsibles: su tarro abriéndose, las bolitas rodando hacia todas partes -entre ellas, las manos de los chicos que las juntaban y que, obviamente, jamás le devolvieron, y mi hermano, con sus ocho años, llorando a lágrima viva, su boca abierta como un buzón…

    Resumiendo: un excelente relato sobre «cuerpos esféricos», que no obstante su truculencia supo traerme un recuerdo de infancia.

    Te felicito, PALOMA.

    Cariños,
    Mariángeles

  4. Mariángeles, muchas gracias por compartir conmigo ese recuerdo de la niñez. Yo también tengo un hermano y es muy gratificante cuando por algún motivo, algo me trae a la memoria pasajes de nuestra infancia. En casa todavía tengo canicas, a mí me gustaban a pesar de ser un juego, en aquel entonces, más destinado a los niños. Mis favoritas eran las de ojo de tigre, y esas irisadas que «los profesionales» llamaban petróleas. Pero de las que más tengo son las transparentes. Algún día de estos voy a sacarlas…
    Muchas gracias por comentar. Un abrazo.

  5. Tremendo relato Paloma. Usas algo tan inocente como las canicas para dibujar una trágica historia de un atroz personaje, pero al que acabas por… ¿comprender? En fin, está claro que en todas las situaciones hay muchos puntos de vista y tú has sabido describir a la perfección el suyo. Mucha suerte. Abrazos.

  6. Josep Maria Arnau

    Brutal relato, Paloma. Generas expectativas desde la primera línea y capturas al lector dosificando la información sobre el personaje a través de su colección de canicas. El final lleva a la relectura de los traumas del protagonista y se cierra el círculo con el título que revela el significado de los cuerpos mutilados y del segundo frasco como final de su colección. Enhorabuena.
    Un abrazo y mucha suerte.