06. Despistada equidad o las diferentes formas de tratar un marrón (Rosy Val)
Están sentados en un mismo banco de la comisaría. El más joven, en el medio, está aterrado. Ha robado una gallina y podría caerle un buen marrón; si lo encarcelan, quién cuidará de su madre y sus hermanos.
El de la derecha respira tranquilo —su padre está en la oficina del jefe—, y se divierte mirando chicas ligeras de ropa en su Ipad. Se escuchan risas. Él sabe que, aparte de elegante y generoso, su papá cuenta los chistes como nadie. También hablará de hombres. De su condición; que son como son; no pueden evitarlo. Y de mujeres. De cómo van algunas.
El que está a la izquierda del banco es un hombre con cara de pobre. Uno de los guardias, parco en educación, se dirige a él espetándole que se ha desestimado la denuncia… «Su hija iba como una puta, muy provocativa». Encogido y evitando mirar a los presentes, huye arrastrando sus pies y su impotencia.
Es hora de comer. El bien trajeado sale del despacho. Recoge a su hijo que restaba solo en el banco. Apaga su Montecristo con la punta de sus Louis Vuitton y reserva mesa para tres en un afamado restaurante de la ciudad.
Vivimos en un tiempo en el que muchos se llenan la boca hablando de derechos, de igualdad, cuando todos sabemos que las palabras se han vuelto más vacías que nunca y que la práctica es otra cosa, que la vara de medir no es la misma en unos casos y en otros. Un concepto básico como el del respeto es minusvalorado sin que por ello haya mayores consecuencias si quien lo hace forma parte de un determinado estatus y sabe tocar hilos invisibles, pero muy ciertos, para su propio provecho.
Un relato que sabe tocar los puntos apropiados para producir punzadas de indignación, que mueve la conciencia, que hace detenerse y pensar. Todo ello sucede porque, aún siendo ficción, lo vemos posible y lo que es peor, actual.
Un abrazo y suerte, Rosy
Ya sabes Ángel, como casi siempre, mi relato está basado en hechos reales. No tengo imaginación para inventar… ja, ja, ja.
Un abrazo más grande, si cabe, que el que te he dejado hace un ratito en tu relato.
Gracias infinitas por comentar.
Con pocas pinceladas retratas la sala de espera de una comisaria, y los personajes que esperan ser atendidos, aunque no todos lo serán por igual debido a imagen y parentesco.
Buena suerte, Rosy, y un besito virtual.
El ser humano y sus injusticias, para no perder la costumbre.
Gracias, María Jesús.
Un abrazo.
Un relato que nos hace reflexionar sobre las realidades que se cruzan con dispar suerte, según el estatus y las relaciones de poder. Muy bueno, Rosy. Un abrazo y suerte.
Salvador, muchas gracias por leer y comentar.
Un abrazo.
Hola, Rosy.
Diferentes formas, verdaderamente, de enfrentarse a un marrón. Cuánto nos marca el lugar y la cuna en la que nacemos. Me resulta asqueroso cuando la justicia se enfanga y ‘favorece’ según qué apellidos tengas o número de ceros en tu cuenta corriente. En fin, que no te voy a dar la charla.
Un micro social (de los que me encantan) que dice muchísimo de la sociedad en la que vivimos, pero como soy optimista sé que las cosas van a mejorar.
Enhorabuena, caraguapa!!
Un abrazo de esos que hacen antología.
Tú dame la charla, no te cortes, para lo poco que te prodigas últimamente…. 😉
Sabes que me encanta verte por aquí, que me comentes, ni te cuento.
Un besote gordo, preciosa.
Buen texto de denuncia social, afrontando el tema de la injusticia respecto a los más desfavorecidos en todos los aspectos. Una realidad, que por desgracia, continúa vigente, pese a tantas luchas sociales por los derechos humanos.
Es meritorio tu destreza narrativa logrando transmitir al lector dicha impotencia e indignación.
Cariñosos saludos, Rosy, y mucha suerte.
Hola, Milagros. Me gusta escribir sobre temas sociales, y hay tantos sobre la mesa… Gracias por tus palabras, por el buen sabor de boca.
Un abrazo.
Rosy, un relato que sucede desde el inicio de la humanidad. No se si cambiará.
Un beso y suerte.
Lo sé, que poco o nada se consigue, pero yo no me cansaré de denunciarlo…
Gracias, Epi, guapísimo.
Otro beso para ti.
Rosy, tu historia dice mucho sin hacerlo de forma directa, tiene imágenes muy potentes. Suerte y saludos
Hola, Calamanda, la idea era esa, exponer el caso de tres personas ante la justicia y que fuera el lector el que sacara sus conclusiones para comprobar una vez más que la posición social, en uno de ellos, sí hace milagros incluso si la falta es punible.
Mil gracias por pasarte por mis letras.
Un abrazo.
Un texto para reflexionar, para confirmar lo que todos sabemos aunque no queramos verlo.
Si eso te ha suscitado mi relato, no sabes lo que me alegro.
Muchas gracias, Edita.
Abrazo.
Rosy,muy bien contada la desigualdad ante la justicia, con los dos personajes que se enfrentan a ella desde orígenes opuestos. Por desgracia, no nos sorprende el resultado.
Siempre son necesarios los relatos de denuncia social, al menos mientras la humanidad siga indiferente a las discriminaciones.
¡Besos!
Carmen, veo que no queda muy claro que son tres los que se sientan en ese banco, aún así la intención es siempre la misma, la desigualdad ante la justicia.
Un besote grande, y gracias por comentarme.
Muy bien dibujada la cruda realidad en la que la ley y la justicia no es igual para todos. Excelente relato. Suerte
Gracias, Pablo, por tu alentador comentario.
Un saludo afectuoso.
¡Qué asco me da!
Si tuviera que elegir una palabra que concentrara las emociones que me has creado al leer tu micro social sería esa: «asco».
Desde pequeña me dedicaba a las casas perdidas (la abogada de los pobres, me llamaban en el cole). Es que me repatean las injusticias que se crean alrededor de los débiles… Uf. Me saca de mis casillas. No me puedo callar. Ves, como ahora.
Yu micro, muy conseguido!!
Un abrazooo grande, Rosy.
Menudo rollo te he metido 🙂
¡Habrías sido una estupenda abogada!, me encantan tus «rollos» porfi, no dejes nunca de dármelos… 😉
Un besote enorme, Amparo.
Rosy, qué buen relato y como dejas caer la sinrazón y el poder. Las apariencias son las que valen, sobre todo para el poderoso que le interesa dar un zarpazo, eliminar lo que le estorba, sea como sea y salir de ese encuentro para olvidar todo a base de opulencia.
Nani, gracias por tus amables palabras.
Un abrazo grande, preciosa.
Me gustan los relatos que son visuales, que desde el primer momento ya me hacen entrar en escena, identificarme con algún personaje o sus sentimientos. Y este relato lo ha conseguido. Este mundo sigue moviéndose por lo mismo de siempre, qué difícil es cambiarlo, qué complicado es no desfallecer en el intento de conseguirlo. Mucha suerte, una brazo. Bea.
Y yo que me alegro que lo hayas visto así. Sin duda tu comentario es un gran incentivo para seguir juntando letras.
Gracias y un abrazo grande, Bea.