EL PUTO AMO
Fue valido e íntimo de Felipe, el piadoso y tercero, melifluo rey con personas nada certero, a quien dominó con ley.
A él engatusó en mala lid llevando la corte de Madrid a Valladolid.
Antes había conseguido allí de cualquier modo inmuebles y haciendas, todo.
Vendió a precio de oro lo adquirido sin ningún decoro.
No se conformó. Poco después todo Madrid de saldo compró.
Otra vez al tercero embaucó y a retornar al foro le conminó.
Nuevamente hasta el último ladrillo enajenó y una inmensa fortuna amasó.
Obsequió cargos, títulos, regalías a cambio de enorme donación.
La reina, la Margarita, harta de tanto escarnio ordenó su ejecución por infinita corrupción.
Pero nuestro Duque, el grande de Lerma, el más listo, el absoluto ratero, a Roma a pedir socorro al Papa fue con bolsa llena de doblón volviendo proclamado cardenal, es decir intocable y cabrón.
A su protector, el noble Rodrigo Calderón, ajusticiaron en la Plaza Mayor. En vez del miserable genio éste valió.
El vulgo en las tascas cantaba: “Para no ser ahorcado, se ha vestido de colorado, del reyno el mayor ladrón”.
Elevó la corruptela de palacio a la categoría de arte, el puto amo, el perfecto picarón.