04. Galerna
Siempre lo veo a la salida de misa. Le dejo un euro porque es de buena cristiana, aunque yo no lo sea.
La casona se me cae encima. El jardín languidece entre las hojas del otoño y yo misma me confundo con las estatuas reverdecidas de moho.
Pero aquella fría noche sentí lástima y le ofrecí la casita de la piscina.
La Rosa me dice que estoy chiflada, que me ocupará la casa, que me lo robará todo.
Un día, cierto, me lo encuentro dentro de la casona. Veo el rubor en sus ojos y se encoje en actitud sumisa. Le dejo hacer y corto sus excusas con un gesto. Se acerca al piano. De pronto las notas cristalinas de ese mueble inútil pueblan la estancia con ecos de nostalgia. Se lo compramos a la niña, un capricho, para ser maltratado durante años sin ápice de talento.
Rejuvenezco según avanzan los arpegios.
Al otro día encuentro la llave de afinación y el chico obra el milagro. La vieja casona vibra, mis enflaquecidos huesos se templan, los ojos del africano brillan.
Es una extraña entente en la que confluimos y nos consolamos. El pueblo murmura idioteces. Ambos reímos dichosos.
Esos abismos que nos separan por haber nacido en un lugar y circunstancias o en otro, no son tales si los ponemos frente a frente, de hecho, todos nos necesitamos y unos a otros completamos nuestras carencias. En esta amistad ambos ganan y se enriquecen. El pueblo siempre murmura idioteces, allá cada cual con sus incomprensiones y envidias, no todo el mundo es capaz de superar sus limitaciones y prejuicios, saber hacerlo abre mucho el campo, permite que se puedan vivir situaciones que otros ni imaginan, o imaginan mal.
Un abrazo y suerte, Susana
Muchas gracias, Ángel. Un abrazo de vuelta.
Una historia de tolerancia y autoayuda, si los humanos actuáramos así otro gallo nos cantaría.
Buen construido.
Mil gracias, Rosa. Totalmente de acuerdo contigo.
Cuantas cosas bellas nos perdemos por pasar de largo o por no escuchar a nuestro corazón, Susana. Hermoso ese encuentro inesperado, con la sensibilidad de un desconocido y con la belleza escondida de un viejo piano maltratado. Un besazo, guapa.
Muchas gracias, Puri. Totalmente de acuerdo contigo. Un abrazo!
Qué bonita historia de amistad, una amistad que ninguna de las dos personas pensó que pudiera encontrar. Me ha gustado mucho, Susana.
Un abrazo y suerte.
Muchísimas gracias, Rosalía. Sí, un encuentro casi imposible. Un abrazo.
Las coincidencias pueden existir si les abrimos la puerta.. Hermosa y positiva simbiosis muy bien plasmada.
Muchas gracias, Edita! Abriré mi puerta a esas coincidencias a ver… Un abrazo!