ENTCERRADO 3… mañana y siempre…
Pues vamos con nuestra tercera propuesta, y con la misma ilusión de servir para despertar vuestra imaginación como hasta ahora.
Os recordamos las condiciones que debéis cumplir para participar:
El relato no puede sobrepasar las 100 palabras sin incluir en su cuenta el título y la frase de inicio y de final obligatorias.
El periodo para su publicación coincide con el del concurso general, o sea, hasta el próximo 5 de junio, incluido.
Cada autora o autor solo puede presentar un relato en esta propuesta.
El relato debéis publicarlo como “comentario” en esta misma entrada, y una vez hecho no se permitira correcciones ni cambios.
Estas son las frases obligatorias
Frase de inicio
Quizá ocurra mañana
Frase final
y así una y otra vez.
Elegiremos 4 relatos para la final anual.
49. VIRTUAL
Quizá ocurra mañana: levantarás la vista de esa pantalla y no reconocerás la calle por la que caminas. Echarás en falta a las palomas, que ayer picoteaban migas en la plaza, y no sabrás adónde han ido los abuelos que las alimentaban. Tampoco habrá niños jugando en el columpio. Al llegar a casa, la encontrarás hueca y callada. No habrá fotos en los marcos que cuelgan de la pared del pasillo y no podrás recordar sus rostros amados.
Entonces volverás la vista a la pantalla y teclearás una pregunta. El dispositivo te mostrará una imagen y tú responderás con un icono sonriente.
Y así una y otra vez.
50. OTROS DÍAS VENDRÁN
Quizá ocurra mañana, puede que un día acabe levantando los ojos para descubrir a su lado una mujer que le ama. Durante el día cuido a su hijo inválido después del fatal accidente, peino mis primeras canas y, por las noches, cuando se extiende por los pasillos un eco de llantos, acabo entrando en su habitación para consolarlo, mirar el lado vacío de la cama que tanto le hiere y me gana y renovar mi promesa de permanecer a su lado. Y así una y otra vez.
51. PROCRASTINARE
-Quizá ocurra mañana ¿No? – implore de nuevo harto de mi día a día. Pero nada, omnipotente, ella volvió a negar con el cráneo, y así una y otra vez.
52. VOLVER A EMPEZAR
«Quizá ocurra mañana», se dijo tras unos minutos con el corazón encogido, arropada por la intimidad. Sentada en el inodoro consiguió calmarse. Con una toallita se secó las lágrimas, luego se retocó el maquillaje y salió del baño resplandeciente, como si nada, para acercarse a su marido juguetona, dispuesta a volver a intentarlo. Hasta que la segunda línea se marque. Y así una y otra vez.
53. PIDE Y SE TE CONCEDERÁ
Quizá ocurra mañana y también al día siguiente y cada día…que todo el aire se pueble de pelusas algodonosas suavemente balanceadas por la brisa de mayo,cubriendo toda la parcela de cielo cuyos ojos alcanzan a ver. Para enumerarlas al mismo ritmo de su vuelo, con efecto hipnotizante, y olvidarme así, en parte, de esta realidad que, a veces, extraño como si fuera un horrible sueño. Para que cada vez y, cada vez que se imponga aquello que no sea fantasía, pueda contar borras blancas y despistar a mi mente de todo mal que lo daña: una, dos, tres, cuatro…y así una y otra vez.
54. EL TESÓN DE MATÍAS
Quizá ocurra mañana un milagro— repite Matías sin perder la esperanza de rehabilitar a su nieto. No le gustan las compañías que frecuenta, por eso a veces fisga en su móvil y borra algunos contactos. No le gusta que tome esas pastillas que le vuelven un loco, por eso las cambia de escondite. Y no quiere que olvide nunca lo buen niño que era, el corazón noble y curioso que guarda en sus bolsillos descosidos. Por eso en la noche espera a que duerma y, cuando su sueño es profundo, le lleva al parque, a la playa, a sus antiguos rincones de juegos. Y así una y otra vez.
55. VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE.
Quizá ocurra mañana, después de tanto intentarlo. Eso pensé cuando me entrevistó el funcionario de la oficina de empleo. Me preguntó si yo creía en la vida después de la muerte. En ese tránsito era casi seguro encontrar un empleo temporal. Me dijo que si lo creía conveniente, él me podía ayudar a morir, mientras me apuntaba con una pistola en el pecho. No lo vi muy claro, pero como tenía mucho tiempo libre, acepté. La cosa no fue mal: encontré un trabajo que perdí enseguida. Me disparó de nuevo y encontré otro trabajo, y así una y otra vez.
56
Quizás ocurra mañana que me suba al autobus y acabe en el centro de la capital. Es algo que me quita el sueño, aunque estoy acostumbrada a la vida rural, encerrada en la casona desde que fallecieron mis padres y acostumbrada a prescindir de lujos y comodidades.
Le pregunté a mi abuela si sería o no una buena idea, pero ella insiste en que mi sitio está aquí con ella y con Braulio que desde la infancia ha compartido mis secretos y ahora pretende casarse conmigo.
—¿Será la mejor escapatoria para no dejar rastro? —me pregunto.
Y así una y otra vez.
57. ESPERANZA
Quizá ocurra mañana, piensa cada noche mientras su madre le explica el cuento. Al día siguiente, cuando llega a la escuela, aquellas miradas siguen allí. No les hace caso, está acostumbrado. Solo espera que aparezca algún alumno nuevo… y que sea como él.
El cuento siempre es el mismo. La pregunta antes del beso, también: «¿Hay cisnes negros, mamá?». Y así una y otra vez.
58. Llamadas que no llegan
Quizá ocurra mañana, piensa una noche más. Antes de acostarse, se prueba uno de sus trajes para confirmar que todavía le sirve.
Durante la larga espera, ha superado el vértigo inicial que sentía al entrar en el comedor social, ha cambiado el pádel de los sábados por el paseo, y ha comprobado que del apretado racimo de amigos que llegó a tener, apenas le llaman dos. Pero lleva peor lo de su madre; hoy nuevamente le ha dejado la misma cantinela en el contestador: “Hijo, no hay manera de pillarte en casa, ese trabajo tuyo te va a matar. Llámame”. Y así una y otra vez.
59. Maldita silla
Quizá ocurra mañana que mi madre sigilosamente llegue tarde cuando yo, con cuatro años, estoy encaramado a caballo en la baranda de la galería.
O quizá el autobús que me roza la nariz se desvíe unos centímetros de nada.
Igual, a base de potentes golpes en el pecho no soy capaz de que salga ese trozo de jamón seco que me atraganta mientras mi hijo ve los dibujos.
Todo esto se lo cuento, sentado ante él, mientras hace un círculo con quesitos, poniendo uno pequeño como posibilidad más real.
Hay un diván de ambiente. Y así una y otra vez.
60. ATRAPADA
Quizá ocurra mañana. Pero no albergo muchas esperanzas. Volveré a ponerme el vestido. A pesar de haberme quedado en los huesos me sigue sentando como un guante. Taparé mi cara con el velo y me acercaré sigilosa a su cama. Le susurraré al oído que soy yo, que estoy lista y podemos casarnos, escaparnos juntos, huir. Sentiré el mismo nudo en el estómago y recordaré sus manos en mi cuello, hasta que deje ir el último aliento, ese que mueve su flequillo y le hace abrir los ojos como platos. Como cada noche, solo nosotros lo sabremos. Y así una y otra vez.
61. VEGETAL
”Quizá ocurra mañana”, seguro que mañana. Hoy es un ayer disfrazado, pero mañana conseguiré retener el presente. Tan pronto sienta su perfume, cuando abra la ventana, cuando sienta su mano en la mía, la descarga, su mano, la brisa, su mano, su perfume. Mañana podré decirle que la quiero antes de que la noche regrese a mis párpados, cuando quiera colgar otra dosis de vida en el atril y el suero destile en sus mejillas, cuando sienta su mano, la brisa, el perfume, los ayeres disfrazados de mañana. Mañana, repito. Mañana dejará de ser entonces tan solo un adverbio. Será mañana, me repito. “Y así una y otra vez”.
62. CARRUSEL DE PENSAMIENTOS
Quizá ocurra mañana en el crucero. Cuando atraque en Livorno,por ejemplo,los italianos son enamoradizos. Qué ansiedad. Necesito respirar hondo sin moverme. Ahora me pica la nariz. Tengo que aguantar sin rascarme. Padre nuestro…Qué suplicio con el ruido del martillo hidráulico. A ver si dejo la mente en blanco. Dios te salve maría, hace mucho que no voy a misa. Voy a pensar en el ejercicio de escritura; Vivo en Francia con el italiano del crucero. Vuelve el ruido. Cuánto falta. No puedo dejar la mente en blanco. A ver si acaba la resonancia y así una y otra vez.
63. SERÁ UN ESPECTÁCULO
Quizá ocurra mañana, o pasado, pero al final el abuelo Anselmo caerá en la cuenta de que está junto a su hermano Paco. No dejaron de hacerse la puñeta en vida, imagínate ahora en ese nicho tan pequeño los dos juntos. Con los años que lleva allí, Paco estará en los huesos. Ya veo a Anselmo diciendo: “¡Quítame el brazo de encima, Paco!”, y acto seguido saltará por los aires un húmero. Su hermano, siempre tan tranquilo, ni se inmutará. En otro momento será: “¡Para de darme con la pierna!” y la tibia y lo que quede de peroné saldrán volando. Y así una y otra vez.