58 ERRORES DE ORO (VALDESUEI)
Cada día mi abuela cruzaba la ciudad para visitar al abuelo. Lo hacía justo después comer, arruinándole la cabezadita de sobremesa que tanto le gustaba. Por eso, él se vengaba convirtiéndose en brisa para despeinarla o, si le llevaba unos crisantemos, zumbando entre ellos como un nervioso moscardón al que tenía que espantar a manotazos si quería enjugarse las lágrimas tranquila.
Con tanto tira y afloja, muchas veces acababan discutiendo para sorpresa de los otros visitantes, que observaban estupefactos a la solitaria mujercita haciendo aspavientos frente a una lápida mientras renegaba:
— ¡Los chicos dicen que es un error venir todos los días con este calor! Que llego a casa muerta…
Ante tal argumento, mi abuelo hacía un sencillo ejercicio de empatía y se disculpaba.
Con el ocaso llegaba la nueva despedida. Camuflado entre las alargadas sombras de los cipreses acompañaba a la abuela hasta la invisible puerta que separaba ambos mundos. Desde allí soplaba como huracanado viento contra su espalda, ayudándola a subir la empinada cuesta del cementerio para regresar al que había sido su hogar.
Mañana volvería a visitarle. Volverían a enfadarse, y volvería a cometer el mismo error, porque era lo que daba sentido a sus últimos días.
Ya se sabe que «amores reñidos son los más queridos», y, siguiendo con los refranes, otro que viene a colación de tu historia: «Genio y figura hasta la sepultura». Cuando a ella le llegue también su momento, es fácil imaginarlos chocando sus ráfagas de aire, o lo que corresponda, para terminar hacienso las paces, en una eternidad compartida.
Un saludo y suerte, Víctor
Muchas gracias Ángel. Es la típica pareja que no se plantean la vida el uno sin el otro, aunque haya momentos para la guerra y momentos para la paz…es lo que tiene la eternidad.
Un error fantástico y entrañable, de los que merecen la pena.
En cualquier caso, al finalizar la vida son ellos los que harán balance y verán si mereció la pena o no. En este caso parece que una vida les supo a poco y continuarán por la eternidad.
Jo, Víctor, qué bonito. Ese contraste entre regañar y luego ayudarse es muy tierno. Aunque quizás también un poco tóxico. Personalmente, cambiaría el refrán que dice Ángel por: amores divertidos son los más queridos. Y es que la risa es lo mejor.
Lo que no es óbice para que tu micro me guste (porque también me gustan las historias de fantasmas, de muertos que no están muertos del todo) y me parezca muy poético.
Un abrazo y suerte.
La vida es larga y compleja, y hay tiempo para todo. Cuidado también con quien te hace reír mucho, pero desaparece en los momentos difíciles. Como te digo, no es sencillo.
Este relato trata sobre la lealtad, algo que considero también fundamental en una pareja.
Muchas gracias por tus palabras.
Totalmente de acuerdo, Víctor, son lealtad no hay nada.
Qué bonito, Víctor. Me gusta pensar que puede existir esa interacción entre los vivos y los que ya no están, sobre todo de esta forma tan tierna que relatas. Y lo de las discusiones es lo de menos: una excusa como otra cualquiera para hacer las paces después.
Un abrazo.
¿Incorrecto? No lo sé. Lo que sí sé es que es un estupendo ejemplo de realismo mágico . Bonita historia escrita con imágenes literarias sugerentes que consiguen hacernos cómplices de los personajes.
¡Enhorabuena y suerte!
Muchas gracias Gema por tus palabras. Me alegro que te haya gustado. Un abrazo.
O sea, que, en realidad se comportaban exactamente igual estuvieran vivos o muertos. Eso está muy bien, lo de no perder la esencia. Se hacen rabiar, pero se quieren y no se separan ni por la causa más definitiva que hay. Me gusta esa presencia en forma de brisa, viento o huracán. Mucha suerte. Un abrazo fuerte.
Muchas gracias Aurora. hay gente que está condenada a entenderse incluso en el más allá.
Un abrazo.
Muy bueno, Víctor. Eso es amor.
Muchas gracias!!! Me alegro que te haya gustado.
Una forma diferente de mostrar el amor, una manera bonita de contar ese dicho popular de los amores reñidos son los más queridos, unas visitas incorrectas, supuestamente, aunque a la protagonista de la historia le servían para seguir unida al que sin duda fue y seguía siendo, a pesar de los pesares, el amor de su vida. Bonita historia, Víctor. Mucha suerte y un abrazo
Muchas gracias por tus acertadas palabras. Un abrazo.