69. Feliz Año Nuevo (Alberto Jesús Vargas)
Cuando se encontró aquella carta, cuidadosamente doblada sobre la mesa del comedor, prefirió no abrirla. Aunque era lo último que hubiera esperado, ya se temía lo que iba a leer en ella. Recordó que él, siempre tan elegante, decía que hay determinadas cosas que no son para comunicarlas por WhatsApp. Tras varios días resistiéndose a aceptarlo, reunió el valor suficiente y sin ni siquiera desplegar aquel folio, la rompió en dos, en cuatro, en ocho trozos. Así hasta convertir aquel texto contaminado de traición en un montón de palabras rotas, en desengaño hecho trizas. Luego, descorchó la botella reservada para la ocasión que, festiva, dejó escapar su impaciente bocanada de espuma y llenó una copa que no pensaba beberse para elevarla en un brindis solitario mientras lanzaba, por encima de su cabeza, los minúsculos trocitos de papel. Acariciándose el vientre bajo la breve lluvia de confeti, se deseó a sí misma un feliz Año Nuevo.
Tu protagonista es todo un ejemplo. Al principio siente temor ante un mensaje de abandono, cuyo contenido imagina, aunque seguro que le sorprendió encontrárselo sobre la mesa. Daño, dolor, excusas, todo lo que puede ir asociado a su lectura trata de evitarlo. Quizá alguien le podría reprochar algo, decir que su actitud es un tanto cobarde, pero esa sensación queda disipada cuando rompe el manuscrito, no por un impulso irreflexivo, sino por una decisión meditada, hace borrón y cuenta nueva y celebra su nueva vida, que será mejor o peor, pero es la suya, coincidente con un nuevo año, que quiere afrontar sin lastres pasados, con ilusión. Se lo merece y lo sabe.
Un abrazo y suerte, Alberto
No sé, Ángel, si he conseguido transmitir que ese Año Nuevo al que se alude y que ella festeja de forma íntima, más que un uno de enero es el inicio de una nueva etapa en su vida que tiene mucho que ver con ese significativo gesto de acariciase el vientre. Gracias como siempre por dejar tu comentario. Un abrazo.
Lo has transmitido todo muy bien. El abandono y el inicio de una nueva vida. También el detalle del embarazo, que no es menor, reconozco que a mí se me ha escapado un poco en una primera lectura, pero ha sido culpa mía, que no soy perfecto, ni mucho menos.
Otro abrazo
Querido Ángel, un comentario tuyo siempre es un lujo, así que gracias de nuevo.