81. Invertidos
La lluvia de fuego se convirtió en lo más insólito ocurrido en la comarca desde que amanecía a medianoche. Burros y asnos comenzaron con torpes balbuceos hasta recitar poemas con una dicción más exquisita que el mejor de los maestros. Estos, por su parte, enseñaron a los niños a entonar rebuznos y relinchos con declinaciones desconocidas en el mundo animal. Le siguió la transmutación de los ancianos en bebés de pecho y de los adolescentes en adultos con pensamiento crítico. Pero lo que de verdad no pudieron soportar los hombres fue la mirada lasciva de las mujeres que a ellos solo les levantaba un ligero dolor de cabeza.