81. Invertidos
La lluvia de fuego se convirtió en lo más insólito ocurrido en la comarca desde que amanecía a medianoche. Burros y asnos comenzaron con torpes balbuceos hasta recitar poemas con una dicción más exquisita que el mejor de los maestros. Estos, por su parte, enseñaron a los niños a entonar rebuznos y relinchos con declinaciones desconocidas en el mundo animal. Le siguió la transmutación de los ancianos en bebés de pecho y de los adolescentes en adultos con pensamiento crítico. Pero lo que de verdad no pudieron soportar los hombres fue la mirada lasciva de las mujeres que a ellos solo les levantaba un ligero dolor de cabeza.
Gracioso, el mundo al revés. Un final con retranca.
Gracias Rosa, un besazo!!
Vivimos en un mismo mundo, pero lleno de grupos diferentes, cada cual con sus tendencias. De todas las sorprendentes transformaciones, la más asombrosa, como se resalta en el texto, es la última, esa jaqueca, ficticia o real, excusa o hecho, frente al ardor inacabable de la otra parte. Puede que fuese terapéutico un mundo al revés de vez en cuando, quizá así nos comprenderíamos todos mejor, porque no siempre es fácil ponerse en lugar del otro.
Un abrazo y suerte, Elena
Gracias Ángel por tus comentarios, sería maravilloso, entre sexos, razas y posiciones políticas poder sentir la piel del otro ¿verdad? Suerte para ti también amigo.
Elena, qué mundo más surrealista y fascinante. Y lo mejor de todo, ese giro final. Muy original.
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias Rosalía, me alegro de que te guste. Abrazos y suerte a ti también