Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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Mnstrscp2019 – R2 (fantasia)- E5

R2 – E5 : Faunia

Los participantes con los alias :

RATITA PRESUMIDA – ALI BABÄ – SOMBRERERO LOCO – LOBO FEROZ

  • * deberán escribir un texto de MÁXIMO 150 palabras (título no incluido)
  • * antes del domingo día 17 de noviembre a las 12 de la noche (hora peninsular española)
  • * donde queremos encontrarnos con animales fantásticos ya sean mitológicos, de la literatura o de tu imaginación. Nos valen unicornios, dragones, cancerbero, Pegaso, la Hidra…

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6 Responses

  1. Genio en nombre de Ratita presumida

    EL ZOO DE CRISTAL de Ratita peesumida

    Aunque muchos de ellos me intimidaban, en el tiempo que duraba la visita no conseguía dejar de mirarlos. Tal era la fascinación que ejercían sobre mí. Cuadrúpedos alados, vellocinos de oro, insectos gigantes de dientes afilados, bípedos peludos con cornamentas… o esas pequeñas revoloteadoras que sacudían sus polvillos de colores y me hacían estornudar. Escuchaba sus gruñidos, susurros o gorjeos de asombro cuando se apiñaban para contemplarme con la anhelante curiosidad de los niños. Entonces yo, para no defraudarlos, ejercitaba unos pasos de ballet, cantaba una canción o peinaba mis cabellos que debían de parecer tan delicados. Después de que se marcharan maravillados por el espectáculo, la esfinge guardiana entraba en mi celda de cristal para bañarme y alimentarme con una delicadeza cercana al cariño. Yo era la primera humana que pisaba el planeta de los mitos.

  2. Genio en nombre del Lobo Feroz

    LUCHA CONTRA LO INEVITABLE de Lobo Feroz

    No sabía de dónde procedía esa tendencia involuntaria para transformarme en un Lobo Feroz, en un peligroso licántropo.
    Sólo lo comprendí cuando estudié los orígenes de este mal.
    Supe entonces que el hecho de ser el séptimo hijo me había condenado.
    Pero no estaba dispuesto a que esa maldición me convirtiera en un asesino de hombres, así que tomé medidas para que eso no ocurriese.
    Dije a mis escasos amigos que iba a dedicar mi vida al noble arte de escribir novela fantástica, y que, para hacerlo, necesitaba trasladarme a un lugar aislado.
    Dicho y hecho. Alquilé una cabaña en el bosque más recóndito que hallé y allí me trasladé días antes de la luna llena.
    Pero no contaba con que tenía como vecino a un cazador de lobos…

  3. Genio en nombre de Ali Babá

    ESTÁN ENTRE NOSOTROS de Alí Babá

    Cuando aquella tarde en el bosque Mariona vio un unicornio no podía creerlo. Fue como la escena del sueño de Rick Deckard en Blade Runner, o como ella decía, el sueño de su amado Harrison Ford.

    Al encontrase cerca de casa, Mariona pensó en llevárselo a la caseta que usaba como trastero, al lado del prado; su valentía sorprendió al animal y éste se entregó manso.

    En un principio Mariona silenció el cautiverio pero, como parecía que el animal se encontraba cómodo con ella, en ocasiones lo paseaba por parajes cercanos. Y visibles.

    Al poco tiempo, niños y mayores de la zona descubrieron al unicornio. La cosa se desmadró, las redes sociales se llenaron de imágenes virales, y cuando las televisiones acudieron a comprobar el chismorreo, encontraron a Mariona cabalgando sobre un simple caballo de largas crines.

    Un caballo mágico que, cuando nadie miraba, guiñaba un ojo a Mariona.

  4. Genio en nombre del Sombrerero loco

    PITAS, PITAS de SOMBRERERO LOCO

    Éramos felices hasta la mañana en que puso el primer huevo de oro. A partir de entonces, el granjero solo tuvo ojos para ella: la dejaba corretear fuera de la jaula común y siempre le reservaba el mejor grano. La estudiamos a conciencia, buscando alguna característica que la hiciera diferente. Seguía cacareando como las demás y no encontramos ningún reflejo dorado entre sus plumas, sin embargo nosotras solo producíamos huevos vulgares mientras ella creaba maravillas de veinticuatro quilates sin apenas esfuerzo.
    Cuando no pudimos soportarlo más la rodeamos y, a picotazos, la abrimos en canal para disfrutar del espectáculo de sus entrañas deslumbrantes. Acabamos devorándola entre todas, para no dejar rastro de la barbarie.
    Desde aquel día, el corral ha recobrado la placidez de la uniformidad. Ya ninguna gallina es mejor que otra, pero en cada nueva puesta rebuscamos con ansia un atisbo de su genialidad.

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