Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

OCT89. ELLOS ESTÁN ALLÍ, de Luis Molina

 Ella me preguntó.
-¿Por qué brillan las estrellas, abuelo?
-Porque están felices, ¿ves como titilan? , ese es su corazoncito, que late feliz.
-¿Y porque están felices?
-Porque saben que las queremos, que desde aquí estamos mirándolas, recostados en la hierba y cada una de ellas es un ser a quien amamos.
-¡Huy!, abuelo, mira que grandota es aquella, como brilla.
-Esa, seguro que es tu mamá, orgullosa de verte tan grande, tan buena y tan bonita, y la que está a su lado, es tu hermanito, que se fue con ella.
-¿Y aquella grandota, que esta más allá?, Esta quietita, como mirándonos…
-Esa, es mi mamá, que todavía me cuida.
Nos quedamos en silencio observando aquellas tres estrellas que titilaban en aquel cielo límpido. Pasé mi mano por su cara secando aquella lágrima furtiva y sonreí.
-¡Que lindo tener tres estrellitas que nos cuidan! (Me dijo, abrazándome). Asentí con la cabeza, observando aquellas tres estrellas en que imaginaba a mi madre, mi hija y mi nieto.
-¡Abuelo!, ¿Estas llorando?

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OCT88. OFICINA DE OBJETOS PERDIDOS, de Xavier Blanco

Visité cuartos y pasillos atestados de objetos inverosímiles pero no apareció mi paraguas. Esa fue la primera vez que la vi. Volví al día siguiente. Pregunté al encargado por el niño. Me explicó que lo olvidaron en un parque pero que ninguna persona se había interesado nunca por él. Me propuso que, si quería, me lo podía llevar. Que si él me contara. Que esas cosas pasan. Que yo parecía buena persona. Marché sin verla. A la semana regresé. Me enseñó una sala repleta de botes de cristal. Abrió uno y se escaparon tres estrellas. Me reveló algunos secretos: que la gente pierde los sueños en cualquier sitio, que luego ellos los recogen y los guardan en esos frascos. Pero nadie viene a buscarlos. Me volvió a ofrecer al pequeño. Ayer me decidí –no es fácil vivir solo-. Llené la bañera de agua y me puse la corbata. Me entregó al chaval y, cabizbajo, inicié mi marcha. Antes de cruzar el umbral sentí su voz cómplice: “te la puedes llevar, ni siquiera recuerdo desde cuando está aquí”. Llegué a pensar que nunca me lo diría.
Ahora los tres somos felices, una verdadera familia: el niño, la sirena y yo.


OCT87. DECORACIONES EN EL CREPÚSCULO, de Kistila-Christine Cleret de Langavant

Ya es final de verano… La montaña queriendo aprovecharse de los últimos rayos tibios del sol había  entreabierto su corpiño y este, rojo de emoción, se deslizo a traición y sus últimos reflejos parecían lamerla con gusto…
Jacques esperaba su ducha cotidiana de estrellas con el corazón oprimido. El cielo cada vez más oscuro parecía  una inmensa fragua ya que saltaban  ellas tales chispas…
-“Parece este uniforme negro plagado de decoraciones de los caballeros de Saint-Cyr adonde no conseguí entrar…
 ¿Como explicárselo a mis padres esperando abajo el resultado de mi examen?…
Como explicarles que no anhelo mas que hacer puentes, aeródromos, embalses… ¡y me tienen sin cuidado las decoraciones que sean!…”
A lo lejos vio levantarse la luna, pero un árbol la enjaulaba en su ramaje cuando tanto la habría gustado coger un baño en la vía Láctea…
Así le enjaulaban las tradiciones familiares, tal tapa de  baúl de hidalgo, tal  tapa de este cielo todo claveteado de plata…
Cuando por fin consiguió la luna escaparse haciéndole un guiño se le hizo evidente:
-“¡Ya sé!… iré a la escuela de Saint-Maixent… seré ingeniero militar y, para darles el gusto, tres estrellitas de graduación… ¿se conformaran ellos?”

OCT86. PALABRA DE HONOR, de Mònica Sempere Creus

Se atusó los restos del bigote, ajustó su eterna pajarita y disimuló la camisa mal zurcida bajo la vieja chaqueta de lana con dignidad. Enredado en sus propios pasos llegó tarde al taller de manualidades. Discutió con dos compañeros por los últimos trozos de cartulina plateada. Le llevó horas recortar tres estrellas con las tijeras escolares que temblaban sin remedio entre sus dedos arrugados. Perdió su orgullo  y su estilográfica suplicando al celador una última visita. En la capilla del asilo se consumían las velas mientras prendía las estrellas en el pelo de su amada. Era un hombre de palabra. Se conocieron hacía un mes, en la cola de las pastillas azules. Justo ayer, le había prometido un paseo bajo las estrellas.

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OCT84. DIBUJOS, de Alfonso González Cachinero

El abuelo es muy mayor para tirarse al suelo a jugar. La abuela no puede leerme cuentos porque ha perdido las gafas de cerca, y siempre está dándome besos pringosos y estrujándome la cara. Ya llevan una semana en casa y estoy un poco harta, la verdad. ¡Tengo unas ganas de que vuelvan mis papás!
Los abuelos me han dicho dónde están, y que siguen queriéndome. Pero yo sé que se despertarán y volverán aquí, conmigo. Lo he visto en Blancanieves.
Y mientras tardan en despertarse, en mis dibujos siempre pongo dos estrellas chiquititas en el cielo. Mamá y papá. Una a cada lado del Sol.

OCT83. DE LAS DANZAS CÓSMICAS, de María José Pérez B.

Salltti, Risass y Cántikus diéronse cita el atardecer del jueves, día gobernado por el   azulado gran Júpiter. Tres estrellas llenas de vitalidad y alegría, juguetonas,  tocadas por la gracia de la fantasía y de la imaginación, habían anunciado compartir durante la puesta de sol danzas importantes, de esas que sólo se realizan en ocasiones puntuales. Transmitidas por sus ancestros, eran custodiadas con mucho cariño y respeto. Un conocimiento que era necesario que siguiera pasando de generación en generación para el orden del universo. Y, efectivamente, llegado el solsticio de invierno, existían una serie de rituales «Estrellites» que propiciaban la manifestación de energías concretas para beneficio de todo el cosmos.
Llegó el momento adecuado para  irradiar esas energías, este año sí, puesto que había aumentado el número de seres interplanetarios que lo anhelaba y ya  estaban preparados para recibir esta ayuda extra que les facilitaría seguir evolucionando.
Maravilloso espectáculo que admiramos y que cambió para siempre nuestros destinos. Las tres estrellas se alinearon formando una línea recta rosa, posteriormente su configuración pasó a formar un triángulo amarillo y, en último lugar, en comunión, formaron un único punto vibrante de un verde resplandeciente en el firmamento.

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OCT82. VACÍO, de Fernando Martínez

Miradlo salir a la noche con el anorak puesto, frotarse las manos y echar a andar hacia el bosque que hay detrás del molino. Miradlo caminar entre la espesura con la culpa a cuestas, visitar la curva, el guardarraíl reparado y subir a la colina negra. Miradlo tumbarse en la hierba húmeda con la mirada fija en las tres estrellas que resplandecen sólo para él. Miradlo llorar desnudo mientras arrecia la escarcha.

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OCT81. EN LA ESPIRAL DE LA NOCHE, de Pilar Pastor

Vincent saltó de la cama  y corrió a asomarse a la ventana. Un cielo turbulento, agitado, brillante, preñado de miles de estrellas incandescentes, iluminaba el enhiesto ciprés que, noche tras noche, velaba el sueño de la ciudad.
Recluido entre las cuatro paredes de aquella habitación pasaba los días recordando formas, colores, luces, brillos, perspectivas, … y movimientos de aquel cielo que se había apoderado de su alma, arrebatándole la poca cordura que le quedaba.
Realidad y fantasía se debatían, incansablemente, entre sus sueños diurnos y las horas pasaban lentamente hasta la caída de la tarde.
Aquella noche, por fin, las tres estrellas que revoloteaban en el cénit azul y morado de la noche lo habían absorvido en medio de laberínticas nebulosas, dejando tras de sí, y grabadas en su retina, una impresionante y brillante estela en forma de espiral. Al fin podría terminar su obra.
Hoy, Vincent descansa feliz sabiendo que su «Noche Estrellada» despierta admiración entre los miles de visitantes del MoMA.

OCT80. CELOS DE LUNA, de Calamanda Nevado

Tres estrellas  sembraban su luz dorada y esplendorosa, sobre las capas rojizas   de Marte; abrillantando sus   estelas azafranadas.
La luna, plata nacarada, resentida y prendada; soñaba para sí la seda bermeja de los  casquetes polares, irradiados, y la fuerza de su nombre. “Dios de la guerra”.
Ejercían  tal fascinación  sobre ella los brillos y múltiples fulgores, del planeta rojo, que obsesionada deseaba, como su abrazo, sus    espirales y ondulaciones.
Palpitaba, cada noche, en los ventanales del universo; observando su ritmo circular, rosado  y envolvente. Lo   envidiaba.  Era la… ¡súper estrella!  Obraba más prodigios de fulgor y brillantez sobre los oscuros caminos del infinito, que ella.   Febril, se equivocaba; intentando accidentar sus “arándanos marcianos”, iluminados de umbría.  Creía que,  poco a poco, conseguiría sus giros de  titán  color  de sangre; y decidida, probó sin éxito, llamar su atención con lluvias de micrometeoritos sobre su dióxido de carbono, hielos permanentes, estériles  ascuas, ráfagas luminosas sin resplandor, luz cenital, confines alejando sus  cobrizos,  imanes centelleantes y rayos afilados para, erosionar  el arrebol de su esfera.
Así, década tras década…continuo, y  continuo su acoso al llamativo refulgir de los  estratos rosados. Hasta que desde la tierra, alertados, un amanecer aterrizaron, en  ella, tres exploradores…

OCT79. TRES ESTRELLAS AZULES, de Matilde Benegas

Mientras Efi calentaba por tercera vez el café en el Ibrik, Menderes me ha dicho que su patria le recuerda al color azul porque se encuentra entre tres mares. El Mármara, el Negro y el Mediterráneo.  Tres estrellas azules ha añadido sonriente. Entonces, hemos mirado los tres por la ventana absortos. La tarde sin pretensiones sucumbía a la noche. Afuera las bicicletas se bañaban en nuestro otoño berlinés.

OCT78. PIEKLO (Infierno en polaco), de Pablo Fidel Moncayo

Cae la noche. ¿Lo veré de nuevo?
Mi vista se desvía a la oxidada verja. Allí está. Elevado a escasos metros de mi carretilla en reposo, pía un ser magistral. Es un ave común, pero tres estrellas lo acompañan a modo de corona celestial, en una imagen de inconmensurable belleza. Está ahí, tan cerca y tan lejos.
Contemplo al pequeño pájaro piar en la verja, en la frontera entre el Cielo y el Infierno. Está gordo y tiene colores tan vivos que me cuesta admirarlo tal y como merece, acostumbrado al tono amarillento que observo cada noche gracias a los faroles que iluminan el Infierno. Con un movimiento casi arrogante, abre sus alas y se eleva.
Levanto la carretilla, vacía, y comienzo a moverla por el camino embarrado.
Continúo el camino a paso lento. He llegado al szpital. Los demonios de ojos azules salen entre risas. Me escupen. Sin miramientos, arrojan vidas segadas a la carretilla.
Camino y las lágrimas inundan mi cara. Ahí está, solo a unos cuantos postes de distancia. Qué bonito es. Me acerco despacio. Voy a acariciarle…
¡Bang!
Los demonios ríen. Ya no hay pajarillo, solo tres estrellas en el firmamento. Y un alma vacía.

OCT77. NADIE ES PERFECTO, de Elena Casero

Se repantigó sobre su sillón, se acarició la barba y sonrió satisfecho.  Observó con detenimiento los cielos azules, surcados de nubes blancas, como borreguitos traviesos, el mismo cielo en el que, al anochecer, contemplaba esas tres estrellas, a las que llamó planetas, abrazados por unos anillos multicolores, flotando en la nada.
El lago a sus pies, con el tono verde esmeralda que le confería la tarde nubosa; las montañas que lo rodeaban, altivas, difíciles de conquistar,  esculpidas con el cincel de un artesano. Sobre sus lomas cientos de árboles, verdes, poblados de pájaros cantarines. Correteando entre la espesura los animalillos salvajes.  Repasó cada uno de los elementos por él creados. Había hecho un buen trabajo y ahora correspondía descansar.
Sin embargo, algo vino a truncar sus planes. Al mirar de nuevo hacia abajo vio, paseando entre los árboles frutales, al único ser que había hecho a su imagen y semejanza. Su intuición le dijo que había hecho un mal negocio.

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