Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

589. RECUERDOS DEL VALLE, de Musgo 6

Cuentan mis mayores que el rincón donde vivo, situado en un valle rodeado de granito, fue en su tiempo una zona boscosa. Los chopos acompañando al pequeño río, salpicados con el olor del poleo y de las huertas que con ellos se entremezclaban. Los robles y los pinos salpicando la ladera de esta humilde montaña, con el veraniego amarillo del ramo, y el olor penetrante del espliego. Incluso ardillas y lechuzas dicen que por aquí habitaban. De ese paraíso serrano yo no he vivido casi nada, en mis jóvenes recuerdos si veo más verde vida el color de la dehesa, más cobre otoñal  la ladera de la montaña y más orugas adornando los pinos con sus caprichosas borlas blancas. De todo eso apenas queda nada. En mis paseos recojo las supervivientes semillas para plantarlas, esperando que los retoños crezcan robustos, haciendo pasado estas palabras y futuro el recuerdo del más anciano de este rincón encajado entre montañas.

588. SI YO FUERA AGUA, de Lluvia

Si yo fuera agua sería lago. No sería río que fluye rápido, ni mar inmenso y poderoso. Tampoco sería pozo servicial y oscuro, ni sería represa contenida. Sería lago, verde y llano, espejo del mundo afuera. Todo aquel que a mí se acercara, vería su imagen nítida al verme y así llegaría a mis entrañas llenas de algas, piedras y peces.

587. ASTRONOMÍA, de Lluvia

Se encontraron en un bar del centro. Olía a churro quemado y a cine independiente.
Él llevaba una rosa roja. Ella un mapa de las estrellas del día en que  él le enseñó las constelaciones antes de hacer el amor bajo el cielo nocturno, entre los árboles del bosque, sobre el pasto húmedo.
-Usted es una mujer para el amor, pero  tiene el corazón roto y está metida en muchos líos, y yo estoy jodido- Le dijo mirándola con ojos de almendra.
Años después ella se enteró que él se casaba. Se apagaron todas las luces en ese cielo estrellado de hace tiempo.

586. HELECHO, de Lluvia

Amo los helechos, desde pequeña siempre me han fascinado. Nunca he sabido bien por qué, después de todo son plantas más bien sosas, sin flores, que extienden sus hojas uniformemente verdes para bañarse de sol. Ordinarias, claramente. Sin embargo, verlas desenrollarse lentamente desde el churrusquito anudado que son al principio, hasta su extensión completa que pelea contra la sombra, me hace siempre sonreír de ternura. Me maravillo frente a su forma fractal que parece contener las fórmulas del universo y toda su composición.
Supongo que estas cosas ocurren con cualquier elemento del mundo, con todos los frutos de esta tierra vibrante. Es una lástima que yo sólo pueda apreciar tanta magnificencia en la contemplación de un helecho.

585. LA ESCAPADA, de Ardilla Voladora

Tras seguir las vías del tren tropecientas millas, nos adentramos en los bosques y decidimos acampar allí. Pasamos la noche junto a una hoguera contando inquietantes historias, cazando estrellas fugaces. Un par de cigarrillos rulaban de mano en mano, tosíamos sin parar. Después nos venció el sueño, aunque el ruido de voces en la espesura nos obligó a establecer un turno de heroicas guardias.
Al rallar el alba reemprendimos la marcha siguiendo la senda del agua. Atravesamos pozas sin fondo, cascadas y remolinos; charcas infestadas de sanguijuelas. El mundo era hiperbólico, con una vivacidad de matices y misterios que nunca volvió a tener.
Regresamos asilvestrados, los pantalones raídos, con arañazos por todas partes. La reprimenda que nos cayó nos traía al fresco, adolescentes inmortales como éramos. Tan solo habían pasado un par de días y sin embargo, al regresar de aquella escapada, el pueblo se había vuelto más pequeño a nuestros ojos.

584. EL POZO, de Ardilla Voladora

–¡No intentes escabullirte, no te servirá de nada!– escuchó Froilán, poco antes de conciliar el sueño.
A aquel inquietante aullido le siguieron otros cientos, haciendo vibrar las paredes del caserón. Cuando compró el terreno, nadie le advirtió de esos gritos que, pasadas la medianoche, irrumpían espectrales en los alrededores. ¿De dónde provendrían? ¿Acaso de un aquelarre en el bosque? Antes de enloquecer, salió de su alcoba resuelto a averiguarlo. Las voces lo condujeron hasta un claro en mitad de la espesura, donde halló un pozo herrumbroso. Todo ocurrió muy rápido. Froilán levantó la cubierta y se asomó al vacío. De repente, una fuerza indefinible lo succionó sin piedad. A continuación engulló los tilos y castaños más cercanos, las madrigueras de topos, el jardín de la mansión, la piscina, el edificio al completo.
Un cartel de “Se vende” luce de nuevo en el descampado, junto a los lindes de la foresta. Oculto entre la maleza, el pozo acecha a su siguiente víctima.

583. LOS SERES FANTÁSTICOS DEL BOSQUE, de Duende 3

Cuando el sol desaparece en el limbo del horizonte y la oscuridad comienza a
apoderarse de la copa de los árboles, las criaturas fantásticas inician su despertar a la par que los humanos entran en letargo.
Los duendes son los primeros que amanecen, dando brincos, corriendo de un lado a otro; tienen nombres y aspecto diferentes: trentis, con sus vestidos de forraje, tentirujos, con sus orejas puntiagudas sobresaliendo de sus boinas, y zahoríes, con sus zamarras rojizas donde guardan los objetos que los humanos han perdido durante el día.
Estos enanitos se refugian, temblando de miedo, cuando escuchan las gigantescas pisadas de Ojáncanu y Ojáncana, criaturas malignas que siembran el miedo allá donde pasan.
Son los seres más temibles, mucho más que la enorme Osa de Andara o los Caballucos del Diablu. Los habitantes de las aldeas cercanas al bosque tiemblan de pavor en sus pesadillas
cuando estas dos criaturas aparecen en ellas.
Con ellos combate noche tras noche la dulce Anjana, hada benéfica, protectora de los intrépidos e inconscientes humanos que, de noche, se adentran en la oscuridad del monte.
Recuerda, si de noche te pierdes en el bosque, llámala y estarás a salvo hasta que el día florezca.

582. ES MI ÁRBOL, de Hormiga

Hubo un tiempo en que fueron tan numerosos en la comarca como un ejército de hormigas, daban sombra fresca a los caminos y poblaban las laderas de los montes formando espesos bosques; no existía  un pueblo que mereciera tal nombre al que le faltara su ejemplar centenario en la plaza principal.
Ahora sólo queda un ejemplar, el mío, y el ayuntamiento está decidiendo su destino.
No quiero que talen mi árbol. Es un olmo enfermo que a duras penas brota en primavera pero guarda la esencia de mi vida. Trepé a sus ramas cuando era niña y desde su cresta entendí que la importancia no es una cuestión de altura; lloré bajo su sombra creyendo que todo se desmoronaba a mi alrededor y él me señaló el mundo nuevo que brotaba ante mis ojos. En su corteza grabé mi historia de amor y allí permanece, dentro de un corazón desdibujado por los años; y a él acudí agradecida creyendo que mis problemas se habían solucionado cuando apenas se difuminaban. Siempre me ayuda. Mientras mis pies se hunden, sus raíces se agarran; cuando yo me bamboleo, sus hojas se mecen. Es mi árbol. Yo lo sé y él lo siente.

581. BRISA, de Hierba Buena

La anjana Brisa descansaba en el bosque en su forma humana mientras esperaba a Nicolás, el muchacho humano del que se había enamorado. Había quedado con el para despedirse, ella había roto una de las pocas normas que tenían las anjanas \»Nunca enamorarse de un humano\» y sabia que las consecuencias eran terribles. Brisa vio como una persona de cabellos revueltos se acercaba con una sonrisa en los labios. Ella le devolvió la sonrisa tiernamente. Se levanto del suelo y fue a abrazarlo. Cuando se separaron, Brisa le miro a los ojos e intento buscar las palabras para decirle lo que le tenia que decir
-Nicolás… yo… no nos podremos ver mas. Sabes que…. –
-Eres una anjana; una especie de hada/ninfa del bosque ¿y? ¿eso que importa? Podemos seguir juntos…-
– Si pero vagaríamos en sufrimiento y viviríamos así para siempre –
– Pero estaríamos juntos siempre ¿verdad? Y eso es lo importante –
– Nicolás no hagas esto mas difícil… tenemos que separarnos… Te quiero –
Brisa dio unos pasos para atrás y la anjana se fue encogiendo hasta parecerse a una mariposa. Brisa se fue volando y desapareció
-Brisa… Yo también te quiero…-

580. RÍO DE SED, de Zorro Estepario

Silencio, fuego lento y valentía subían río arriba con la esperanza por los suelos. Celos, pasión y orgullo se apresuraban río abajo enrabietados como lobos. En la ladera, a mitad de camino, esperaban tolerancia, empatía y sacrificio, porque ellos no entendían de altibajos, manteniéndose siempre en la llanura.
Tuvo que ser una sequía, quien parase, detuviese y juntase a todos los elementos dispares que conformaban el amor. Y fue en mitad del bosque, donde el río dejó de tener sed, dando pausa a sus viajeros. Silencio, fuego lento y valentía, se arrimaron a la orilla con ayuda de algún ser. Celos, pasión y orgullo, discutían ya con tolerancia, empatía y sacrificio, que los habían ido a socorrer. La pasión quiso llegar a las manos, a fuego lento sintió empatía el orgullo y fue en silencio cuando todos escucharon al sacrificio. Entonces, y sólo entonces, se atrevió a salir la sonrisa de entre los árboles que la habían escondido en aquel bosque. Y con una sonrisa, empezó a fluir el río con mucha esperanza y los pies en el suelo. Con la ambición de un lobo hambriento, también.

579. TIERNOS RECUERDOS DEL BOSQUE, de Musgaño

Cuando yo era pequeña, a mis padres debía de parecerles que no había un plan más fascinante que llevarnos a mí y a mis hermanas de excursión al bosque en pleno invierno.
Yo lo encontraba espantosamente aburrido y poco interesante. No teníamos equipo de montaña adecuado y mis pies rabiaban de frio dentro de unas viejas katiuskas.
Nos solía acompañar Chucho, un señor mayor y curtido que conocía  muy bien la Reserva del Saja.
Con él buscábamos huellas de corzos en la nieve y seguíamos sus movimientos.  Veíamos  las cagarrutas de estos animales que, con su calor, taladraban la nieve. A veces incluso llegábamos a encontrar los restos de alguno atacado por un lobo. Mamá nos tapaba los ojos pero yo no quería perdérmelo.
Observábamos los árboles, repasábamos los nombres de las montañas,  señalábamos buitres en el cielo y sacudíamos la nieve que, posada sobre las plantas que sobrevivían al invierno, dibujaba filigranas.
Me fascinaban las frezas con su deliciosa gelatina redondita transparente; siempre me dejaban llevarme unos pocos huevos a casa para que pudiera observar atónita como se convertían en renacuajos.
A mis hijas tampoco les gusta ir al bosque, pero yo sé que es sólo cuestión de esperar.

578. PRELÙDE EN ARPAGEMENT, de Taray

Camina la pareja entre los pinos ascendiendo una ladera. Ya no se puede ver el pueblo, ni siquiera el río, que hasta hace poco no era más que una línea que brillaba al sol de mediodía. Una brisa comienza a susurrar sobre las hojas de los árboles cuando ella, de repente, se detiene y se gira hacia él con una sonrisa entre los labios apacibles:
-Éste es el lugar.
-¡Pero Silvia…!
-¿Flavio se niega?
Y Silvia comienza a desvestirse con parsimonia, dejando caer prendas sobre un arbusto de romero. Ya hubieran querido las ninfas poseer este cuerpo tan cercano y tangible apariencia, atrayente como la corteza viva de un árbol.
Desnudos se dan calor entre piel y piel, se acarician, se besan, se enredan… Por fin, en ella irrumpe un principio de placer como mordisco en manzana fresca, abierta. Poco a poco los jadeos se mezclan con el viento entre las ramas. En ese momento, una garza grazna sonoramente por encima de ellos,despertando el tiempo.
-¿Qué es eso?
-Ya es hora de irse-, responde ella.
Flavio se incorpora. No entiende.
Silvia, sin embargo, está satisfecha. Ha fecundado de nuevo el bosque.

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